12/20/2009

GARIA

ISABEL MONTERO – GARIA
(A las pequeñas grandes cosas de la vida)



Siguiendo mi pauta de recomendar cosas que me han gustado, aquí os dejo unos comentarios de una joya musical. La cual viene perfecta para un regalo diferente ahora que es Navidades.

A quien le gusta más o menos la música el nombre de Isabel Montero no le resultará desconocido. Es la voz que sobresalía del dúo que formaba junto a Paco Ortega en la recta final de los 80 y principios de los 90. Una vez que ambos tomaron caminos diferentes, en sus dos trabajos en solitario (Fragilidad y Espacios Perdidos) se pudo comprobar que Isabel Montero no era solamente una voz que cantaba junto a su compañero. Después de mucho tiempo de silencio ha vuelto al mercado con un nuevo trabajo Garia”. Un disco fruto de una madurez musical y lleno de optimismo tal y como refleja el color de su portada.

La voz de Isabel es nítida, suave, agradable, fresca, viva… algo difícil de encontrar en el panorama musical actual. Quizás porque le gustan las cosas bien hechas no se ha sometido a presiones comerciales y este trabajo nunca será número uno de los cuarenta principales, cadena cien, etc. Es un disco elaborado con sentimiento, de hacer lo que quería hacer y el amor que hay puesto en él es perceptible. En el álbum nos encontramos con diez canciones en las cuales podemos encontrar una oleada de vitalidad, de ilusión por la vida: a cada paso que doy siento la fuerza del alma…; aire porque soy así, aire porque la esperanza vuelve a mi…; algo viene muy despacio, se desata y me domina, algo dulce, silencioso que me arrastra y me fascina…; porque el dolor ya no importa nada, pasaron nubes, pasaron tormentas pero yo sigo despierta…; son partes de las letras que nos encontramos en él.

Han pasado diez años desde que sus “Espacios perdidos” viesen la luz, excepto colaboraciones muy puntuales: con Hakim, versionó amor amor; en el disco homenaje a Augusto Algueró nos la volvimos a encontrar junto a su Paco Ortega en Estando contigo; acompaño a Juan Mari Montes en Te seguiré esperando … y desde entonces poco se ha sabido de ella en el terreno musical a nivel de cantante aunque nunca ha estado apartada de este mundo pues sus colaboraciones como compositora están ahí, solamente hay que mirar a su página Web (http://www.isabelmontero.com/) para poder comprobarlo.

Fastidia ver como trabajos musicales con una calidad excelente pasan de largo por las radios u otros medios de comunicación. Según los créditos del disco ha sido grabado en el año 2008 aunque salió a la venta en primavera de este año, ha pasado completamente desapercibido para el gran público. Creo que no es justo, pero los cánones comerciales son así y es lo que importa. Es un excelente trabajo y diferente, solamente invito a escucharlo. Nuestro oído musical nos dará la razón.

Lo único que te pido, Isabel Montero, es que no estés durante diez años en silencio, sin otro disco. No es justo para tus seguidores. Gracias por tu aportación al mundo de la música y por esa “Garia” llena de esperanza e ilusión.


Miguel

12/09/2009

IMPUNTUALIDAD FORMALIZADA

A raíz de un titulo impuesto en el Taller de Literatura salió este cuento o relato. Aqui lo vuelco para compartirlo.

IMPUNTUALIDAD FORMALIZADA
No puedo más, no puedo más

Sabe usted, doctor, ella juega conmigo, es plenamente consciente de ello.
Cada día llega tarde y bien que me desespera. El segundo día que llegó tarde a clase le hice saber que la puntualidad era algo vital para su buen funcionamiento y no perder el ritmo. Ella asintió a todo lo que yo le iba diciendo y me prometió que nunca más volvería a ocurrir, pero al día siguiente llego con veinte minutos de demora. Delante de todos sus compañeros se justificó echando la culpa al tráfico, y como yo vivo ese problema cada día pues no pude replicarle; el cuarto día apareció cuando la clase llevaba quince minutos empezada, pero si le soy franco yo sabía que iba a llegar tarde. Unos golpecitos en la puerta y entró intentando andar de forma sigilosa pero sus zapatos de alto tacón marcaban con un sonoro ruido cada paso.
— ¡Lo siento! –dijo ella con una voz suave y casi infantil a la vez que despojándose de su abrigo negro que le llegaba hasta los pies, dejando al descubierto una blusa blanca casi transparente donde perfectamente podía distinguirse los encajes del sujetador. Apreté la tiza con más fuerza como forma de contención.
No puedo seguir, doctor, perdóneme pero no puedo seguir así. Es una provocación diaria. Se ha creado una especie de impuntualidad formalizada. Ella sabe que llega tarde a propósito y mediante esa forma tan delicada y sensual que tiene de quitarse el abrigo o gabardina en invierno, o cuando hace menos frío dejando ver el vértice que existe entre sus enormes pechos, sabe que bloquea mi capacidad de reprobarle su demora. No sabe usted, doctor, lo que estoy lo sufriendo. En mis veinte años de profesión nunca me había pasado algo así. No sé que pensar o que hacer, doctor. Me tiene loco, pierdo el sentido. Deseo que llegue la clase para verla pero no quiero que llegue. Tengo miedo, me pongo nervioso, transpiro constantemente, paso las noches inquieto pensando en la primera clase del lunes, del miércoles y del viernes. Porque la veo llegar a ella tarde, con un promedio de unos veinte o treinta minutos y cómo, de forma apurada, intenta tomar el hilo de la clase. No puedo, doctor, no puedo seguir así, no es la típica estudiante recién salida del bachillerato. Días atrás revisé su expediente: acaba de cumplir los veinticinco años y tiene dos carreras terminadas con CUM LAUDE por lo no que puedo quejarme de que sea una mala estudiante y hasta el día de hoy todos los trabajos me los ha entregado con un resultado estupendo. ¿Qué hago, doctor? ¡No puedo seguir así! Cada día que pasa es un tormento. A veces cuando estoy escribiendo en la pizarra noto como su mirada me ametralla, como me observa, como estudia cada gesto mío. Consigue que pierda mi serenidad habitual.
Si he venido hoy a su consulta es porque no puedo más, doctor. Ayer me la encontré por los pasillos de la facultad y claramente vi como se abría el abrigo para que yo pudiese ver su blusa casi transparente. Buenos días, Don José, me dijo con esa voz melosa que sabe poner. Y tuve que correr al baño, doctor, no podía más, mi mástil que últimamente anda sin ganas de desplegar velas me pedía guerra y me masturbé allí mismo como un adolescente. Ya no estoy para estas cosas, doctor, no tengo veinte años, traspaso el medio siglo de edad y las pocas veces que estoy en encima de mi mujer pienso en ella. No puedo más, doctor, no puedo más.

Miguel

12/03/2009

Chicago II. The Crown Fountain

Un ejemplo, muy bien conseguido, de los aspectos sociales que componen la sociedad de Chicago ha sido plasmado en “The Crown Fountain” que ha sido diseñada por el español Jaime Plensa. Son dos prismas de cristal –uno frente a otro- que proyecta caras de personas y cuando el tiempo lo permite juega con el agua, provocando efectos muy bonitos.
Son facciones que transmiten “vida” con todo lo que ello conlleva. Se aprecian rostros de todas las edades, etnias,… En ellas puede observarse detenidamente lo que dice una cara desde la seriedad que implica una sonrisa hasta el cierre de ojos.
El día que yo las visite llovía y había ausencia de japoneses. Prestad atención a las figuras de Lego que hay detrás
.

Miguel


















NOTA: PUEDE PINCHARSE EN LA FOTO PARA AMPLIARLA Y ASI APRECIARLA MEJOR.


12/01/2009

364 Días anónimos


Cuando escribo estas líneas es día uno de diciembre, día internacional del SIDA. Durante un día al año a todos los ciudadanos nos obligan a tomar conciencia sobre esta enfermedad y colocarnos un lazo rojo en la solapa. En este día todo el mundo es consciente de lo que significa el sida: enfermedades de homosexuales, de drogadictos, del tercer mundo… que afecta “a la parte diferente” de la sociedad. Los medios de comunicación han dado la noticia por activa y por pasiva. Qué cosa tan paradoja y tan peculiar: se celebra el día de una enfermedad, lo que parece llevar de forma orgullosa a presentadores de televisión, políticos, gente de la vida social, cuyo rostro es conocido, a lucir un lacito rojo como sinónimo de compasión. Es el momento de ser solidario. Y todo el mundo tiene cantidad de amigos gays, y los gays son la mejor gente del mundo, y no pasa nada por ser gay, y gays, gays, gays… Es el día, es el momento, de ser solidario para acallar una conciencia que olvida esta enfermedad para el resto del año.
Un primero de diciembre caminaba yo por una calle concurrida de mi ciudad cuando una señora, ya entrada en años y vestida de domingo, con una hucha en su mano derecha y un lacito rojo en la izquierda se acercó a mí para exigirme un donativo a favor de esta enfermedad. Con la mirada le dije que no y, sin darme tiempo a hablar la buena señora, metida en su papel de mujer solidaria y de de buen corazón, en ese día de su buena acción, me inquirió en tono inculpatorio e irónico:
- Gracias, señor, por su voluntad. Estas pobres gentes le agradecerán que no haya aportado nada para ayudar a estos desfavorecidos.
Me detuve en seco, al escuchar estas palabras y la señora cambió la cara al ver mi gesto. Debió pensar que sus palabras me habían hecho recapacitar y me paraba para sacar mi cartera y aportar algunas monedas a su hucha.
-Gracias por su voluntad, caballero, volvió a repetir la buena señora, acercando la hucha hacia mí.
Pero al ver que yo seguía sin hacer el gesto que tanto ansiaba ella quedó un poco desconcertada.
-Discúlpeme, buena señora -le dije atenuando la entonación de las dos últimas palabras. ¿Cree usted que por no llevar un lazo rojo en la solapa de mi chaqueta no soy solidario? ¿Qué si no le echo algunas monedas a su pertinente hucha no soy una persona solidaria y digna de esta sociedad? Señora, se le agradece enormemente que dedique parte de su valioso tiempo libre a solicitar dinero para la “pobre gente infectada por esta plaga” como usted ha dicho, pero piense que si no llevo un lazo rojo bien visible, ni me manifiesto pidiendo ayuda tambien puedo ser solidario. Yo, señora, tal y como usted puede comprobar, no llevo un lazo, pero durante 364 días, y de forma anónima, soy participe de esta “sociedad marginada”; no tengo un nombre social reconocido, pero participo de forma intensa en el colectivo BASIDA. Yo solo quiero ayudar, y participo de forma continua con este colectivo porque lo siento, no porque necesite acallar mi conciencia durante un día.
A veces el silencio es más efectivo que el ruido.

Miguel

11/23/2009

Chicago. 1.- Toma de Contacto


I.- TOMA DE CONTACTO

El panel informativo del avión de Iberia me dice que la distancia entre Madrid y Chicago es de 6738 Kms. Voy mentalizado, provisto de abundante lectura, mi mp3 lleno de música y la batería completamente llena. Es obvio voy en clase turista por lo que me olvido de comodidad alguna. Tras haber sobrevivido a nueve horas y veinte minutos de vuelo llega la dichosa y temida Inmigración. Un guardia con aspecto de mexicano nos va indicando que debemos situarnos en filas de a uno perfectamente alineadas y supervigiladas, vaya a ser que te cueles de turno y hagas saltar la alarma general provocando un conflicto de Estado. Conforme la línea avanza, donde mi amigo Salvador y yo estamos esperando como buenos ciudadanos y futuros visitantes, puedo comprobar la cara de pocos amigos que tiene el guardia que está detrás de la ventanilla y quien tiene el poder de decir si eres apto o no para entrar en el país. Cuando me toca mi turno me indica de forma automática: que coloque mis cuatro dedos de la mano derecha en un escáner, después el dedo pulgar, cambio de mano, los mismos gestos en la mano izquierda, una foto con la Cam y Estados Unidos ya tiene una parte de mi persona en su archivo. Con gestos mecánicos te grapa el papelito verde que hemos rellenado en el avión y te coloca sello en el Pasaporte. Ni si quiera te dice “Welcome To USA.”, solamente dice: “The next please”. Igual es un robot o replicante disfrazado pienso, pero bueno miro lo positivo: soy un ciudadano apto para visitar el país y diviso mi maleta a lo lejos, lo cual ya es mucho.

Camino al hotel, en el taxi, se vislumbra a lo lejos la silueta de Chicago que parece una ciudad construida con fichas de Lego, conforme el coche va adentrándose en la ciudad la silueta va dando paso a edificios, cada cual más grande y diferente que su vecino. Ya en el “Loops” o centro neurálgico de la ciudad, que es donde esta nuestro hotel, el coche circula entre sombras porque los gigantescos edificios no permiten que el sol manche el asfalto.

Una vez dejadas las maletas en el hotel, duchados nos vamos a la conquista de Chicago. Bueno en realidad lo tendré que hacer yo sólo, mi colega Sarvi –si, si, Sarvi- tiene que currar. Tengo diez días para conocer Chicago.

Aparte de la arquitectura que es lo que más llama la atención a primera vista a cualquier ciudadano que visite “la ciudad del viento” (yo pensé que la ciudad del viento era Tarifa, pero en fin siempre se aprende algo nuevo) a mí me ha resultado muy llamativo el civismo de las personas. Hay que tener en cuenta que tanto Canadá como Estados Unidos son países cuya sociedad está formada por inmigrantes y por lo tanto el nivel de contrastes culturales es mayor. (La foto de la izquierda es una estatua homenaje a ellos) Acostumbrados a una España –por lo menos en la parte del Sur- donde todo se pide o hace a gritos: pedir el café en el bar a gritos, hablar por el móvil pregonando lo que te acabas de comprar,… allí todo es susurro o murmullos. De la gente que pude ver hablando por el teléfono móvil a ninguno le escuche una voz elevada. Encontré y me hice asiduo de una librería con cafetería llamada “Borders” donde puedes coger un libro o revista y llevártelo a leer mientras tomas un café. Es impensable ver en nuestro país algo así: una cafetería, donde todo el mundo este en silencio, con su ordenador portátil o escribiendo y leyendo y cuando en la mesa había dos o más personas el cuchicheo es mínimo. Si mal no recuerdo la FNAC en Madrid lo intentó pero evidentemente España no está preparada para cosas así.



¿A que parecen fichas del lego? La Torre Sears (foto derecha) la engullía la niebla.



To be continued
Miguel

11/16/2009

DESTINO




"Cada uno tenemos nuestro destino y lo único que cabe es
seguirlo y aceptarlo, no importa donde nos lleve".

Henry Miller


11/11/2009

LUZ : NOSTALGICA Y PASIONAL


Nunca he sido un seguidor acérrimo de Luz Casal, si acaso de las canciones que sonaban en la radio; en cambio, sí puedo decir que soy un amante del bolero. Cuando escuché la primera canción de promoción de su último trabajo, me dije: “esto hay que escucharlo, que aquí hay algo bueno”.
A veces el artista busca la canción para su hacer su versión, pero en otras ocasiones ocurre lo contrario: es la canción la que busca al artista, como así ha sido en este caso. El bolero lleva llamando a Luz Casal desde hace veinte años -¡Dios, cómo pasa el tiempo!-. ¿Quién no se acuerda de Miguel Bose vestido de rojo intenso e interpretando el play Back de “Piensa en mí” bajo la voz de Luz en la película Tacones Lejanos? En aquel momento, fue una incursión en un terreno musical donde nunca se había movido, pero, desde entonces, el bolero ha ido tras ella. Y ha tenido que pasar mucho tiempo –con todo lo que ello conlleva- para encontrarnos con esta joya musical: La Pasión, de Luz Casal.
Son once las canciones de los años cuarenta, cincuenta y sesenta que Luz ha interpretado como ella ha querido y el cuerpo se lo ha pedido, que han sido grabadas a la vieja usanza con todos los instrumentos y voz a la vez (además, claramente perceptible cuando escuchas dos tres veces el disco). Una vocalización perfecta (¿cuántos cantantes hay a los que no se les entienden lo que cantan?) y, lo que es evidente, un amor entre ella y el bolero. Una simbiosis perfecta entre ambos. El título viene que ni pintado, pues es un trabajo hecho con pasión y cariño.
El disco es un viaje al pasado: consigue ponerte algo nostálgico y trasladarte al ayer, al tiempo dorado del bolero. Es fácil imaginar un café-teatro de los de antes, lleno de humo, un escenario pequeño donde la orquesta tiene que ubicarse a trompicones y, en primera línea, un micrófono de pie donde el artista dejará pasiones y desengaños al compás de una música suave.
Los ingredientes fundamentales del bolero son dos: amor y desengaño. Y ambos se llevan a los extremos. Cuando se habla de amor, es una amor exagerado, entregado e incluso a veces cansado; y cuando se habla de desengaño, se lleva al extremo trágico, al grado supino del sufrimiento. Todo se puede apreciar aquí: prefiero la ilusión perdida a que me vuelvas a engañar; es la historia de un amor como no hay otra igual; no sé exactamente qué pasó, que todo de repente ya cambio; me envolverán las sombras cuando tú te hayas ido… Estos son trozos de letras de canciones que ya tarareamos la segunda vez que escuchamos el disco, y todos nos pondremos en la piel del que la vive.
Solamente quiero decirles que, por favor, hagasen con el disco, se pongan una copa de su vino (no alejen mucho la botella), algo para picar, una luz tenue, buena compañía a ser posible, acomódense en el sofá o en su sitio preferido, aprieten el botón del play en el equipo de música y prepárense para disfrutar de un viaje a la música del ayer, a la nostálgica de la mano de Luz Casal y su Pasión.




Miguel.