4/22/2025

Cartas a sus amigos, Marguerite Yourcenar: la rigurosa exactitud de la palabra




Setecientas setenta y seis páginas de correspondencia (sin incluir índice onomástico y de destinatarios). Se dice pronto. Toda una vida en cartas, podría resumirse el libro y la reseña en sí. Publicado por la editorial Alfaguara en el año 2000, recoge la nutrida correspondencia de Marguerite Yourcenar que mantuvo a lo largo de su vida con un considerable número de personas, pasando por amigos, familiares o relacionados con los temas laborales (ser escritor es un trabajo). Este volumen corresponde a una serie de cartas que están depositadas en el "Fondo Yourcenar de Harvard" en la Biblioteca Houghton y que son copias realizadas mediante papel carbón de los originales mecanografiados. Hay cartas de colecciones privadas o de otras instituciones, todas ellas debidamente anotadas a pie de página. Este legajo de cartas lleva implícita la pregunta de ¿cuánto escribe esta autora? Porque en la nota preliminar y en el prefacio queda señalado que el libro recoge un número de cartas datadas y registradas. Hay otro tanto a la espera de ser clasificado.

La primera misiva es del año 1909 y la escribe a su tía Jane, a la edad de seis años. Y la última corresponde a poco antes de su fallecimiento en 1987, es de fecha 22 de octubre y la envió a su amigo Yannick Guillou, confirmándole un viaje a Bruselas, que no pudo llevar a cabo por su fallecimiento. Escribir cartas como tal hoy en día puede parecer algo añejo o quizás nostálgico –entre los que me encuentro– y solo queda un grupo minoritario de personas que mantienen correspondencia como tal –incluso puedo aceptar el intercambio de emails con un contenido personal como correspondencia–. 

La cuestión a desglosar es que se puede contar en una vida, o, dicho de otra forma, que no sucede en una vida para hacerlo partícipe a otro interlocutor. Yourcenar es consciente de ello y, según el momento de su vida, hace mayor o menor hincapié en el asunto tratado. Habla del esfuerzo que le llevó escribir Memorias de Adriano y el éxito que le proporciono, teniendo en cuenta que una de las premisas que mantuvo durante toda su carrera literaria fue la preocupación por la palabra y la rigurosidad y constatación de los hechos que narraba. No dejaba nada al azar, retocando o reescribiendo en caso de ser necesario en nuevas ediciones; Opus Nigrum es otra novela que ocupa mucho espacio en las cartas y la repercusión que tuvo al ser publicada; a través de la correspondencia descubrimos a una mujer preocupada por la naturaleza, (la masiva matanza de focas acontecida en los años 70 y 80 en Canadá –con carta a la actriz Brigitte Bardot incluida, gran defensora de los animales–), la condición femenina y el hecho de ser mujer; lo que significa escribir y lo que conlleva, tanto positivo como negativamente; su punto de vista sobre los biógrafos y los errores que cometen, siempre motivados por un interés subyacente; la familia y su dispersión o falta de arraigo aunque intenta ser justa con ellos y las motivaciones que producen dicha dispersión; y siempre presente, pero en un segundo plano aunque no por ello carezca de importancia su compañera de vida Grace Frick siempre presente en la correspondencia y que la define como su amiga íntima.

La religión (cristiana, judía y budista) pasa por sus manos y habla sin tapujos sobre lo que opina; una visita a España donde refleja su opinión sobre Lorca y Sevilla. Pero llega un momento donde su trabajo –escribir, escribir, escribir– copa todo argumento de sus cartas: con los críticos literarios, con las editoriales, con el director de cine al ser llevada una novela suya al cine y su punto de vista, la petición de documentación para el desarrollo de su trilogía familiar Archivos del Norte.

Aunque puede asustar, el tamaño del libro es todo lo contrario; permite acercarse a él de forma tímida y momentánea. Leyendo unas cartas al día, otras al siguiente y así sucesivamente. Pero queda constatado al terminar su lectura que Marguerite Yourcenar está en el cenit de la literatura y hasta el día de hoy no ha sido desplazada, ni creo que llegue a serlo.


© Miguel Urda Ruiz

Texto y fotografía

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