4/29/2025

Cosas que ya no existen, Cristina Fernández Cubas: cuando el recuerdo es materia viva



Cristina Fernández Cubas está consagrada como una de las mejores escritoras de relato de la última etapa literaria de nuestro país, pero que, a día de hoy, carece de esa proyección pública expositiva al no formar parte de todos los círculos literarios o redes sociales como postula el momento actual.

Cosas que ya no existen es un libro de relatos que tiene como base el recuerdo, pero en forma de materia viva y en el cual subyace una pregunta todo el tiempo: ¿es real o es ficción? La autora te hace ver que el tiempo provoca el recuerdo, y que el recuerdo se manipula con el tiempo, y que son los dos elementos necesarios, y casi imprescindibles, que sostienen una vida de la cual la literatura se alimenta.

Quince historias para trazar una línea biográfica cogida de su mano –¿de su recuerdo?– y nos hace cómplices de su paso por el instituto de bachillerato, por ciudades como Buenos Aires, El Cairo, Barcelona o espacios (una biblioteca, un avión, una azotea –¿cómo una metáfora del horizonte y de la que vendrán más historias? –), aunque van jalonando la vida del momento y donde no queda otra cosa que aceptar lo que está ocurriendo y aceptarlo y, por qué no, disfrutarlo. Se percibe que detrás de cada historia hay una vida vivida y viva. Aunque apela a ese lector cómplice a la vez que inteligente para saber que te está contando su vida sin que sea necesario decirlo y que incluso uno mismo como lector pueda ser el protagonista de la historia.

Una prosa depurada, mínima, quieta, sin dobleces, pero con recovecos que incitan al lector a ir más allá. Todo es lo que es, pero teniendo en cuenta lo que busque en ese momento el lector, aunque una cosa está clara: no se sale indiferente de las historias de la autora catalana. Incluso a veces, uno acaba con la sensación de que es amigo de la escritora y que recuerda cuando le contó una anécdota o un hecho inverosímil. Porque uno de los elementos que da mayor valía a su prosa es la credibilidad de cualquier tema que esté narrando: la muerte, los amigos, la familia, pero la cuestión es cómo narrarlo. Fernández Cuba sabe manejar la pluma y la palabra, algo esencial para transmitir al lector la sensación que quiere contagiar.

A pesar de ser una escritora de prosa temprana, no alcanzó el merecido reconocimiento de sus colegas hasta mediados de los años noventa, pero el público sí se lo otorgó desde sus primeras publicaciones. Su obra está reclamando una reedición.

©Miguel Urda Ruiz

Fotografía y texto



4/22/2025

Cartas a sus amigos, Marguerite Yourcenar: la rigurosa exactitud de la palabra




Setecientas setenta y seis páginas de correspondencia (sin incluir índice onomástico y de destinatarios). Se dice pronto. Toda una vida en cartas, podría resumirse el libro y la reseña en sí. Publicado por la editorial Alfaguara en el año 2000, recoge la nutrida correspondencia de Marguerite Yourcenar que mantuvo a lo largo de su vida con un considerable número de personas, pasando por amigos, familiares o relacionados con los temas laborales (ser escritor es un trabajo). Este volumen corresponde a una serie de cartas que están depositadas en el "Fondo Yourcenar de Harvard" en la Biblioteca Houghton y que son copias realizadas mediante papel carbón de los originales mecanografiados. Hay cartas de colecciones privadas o de otras instituciones, todas ellas debidamente anotadas a pie de página. Este legajo de cartas lleva implícita la pregunta de ¿cuánto escribe esta autora? Porque en la nota preliminar y en el prefacio queda señalado que el libro recoge un número de cartas datadas y registradas. Hay otro tanto a la espera de ser clasificado.

La primera misiva es del año 1909 y la escribe a su tía Jane, a la edad de seis años. Y la última corresponde a poco antes de su fallecimiento en 1987, es de fecha 22 de octubre y la envió a su amigo Yannick Guillou, confirmándole un viaje a Bruselas, que no pudo llevar a realizar. Escribir cartas como tal hoy en día puede parecer algo añejo o quizás nostálgico y solo queda un grupo minoritario de personas  –entre los que me encuentro– que mantienen correspondencia como tal –incluso puedo aceptar el intercambio de emails con un contenido personal como correspondencia–. 

La cuestión a desglosar es que se puede contar en una vida, o, dicho de otra forma, que no sucede en una vida para hacerlo partícipe a otro interlocutor. Yourcenar es consciente de ello y, según el momento de su vida, hace mayor o menor hincapié en el asunto tratado. Habla del esfuerzo que le llevó escribir Memorias de Adriano y el éxito que le proporciono, teniendo en cuenta que una de las premisas que mantuvo durante toda su carrera literaria fue la preocupación por la palabra y la rigurosidad y constatación de los hechos que narraba. No dejaba nada al azar, retocando o reescribiendo en caso de ser necesario en nuevas ediciones; Opus Nigrum es otra novela que ocupa mucho espacio en las cartas y la repercusión que tuvo al ser publicada; a través de la correspondencia descubrimos a una mujer preocupada por la naturaleza, (la masiva matanza de focas acontecida en los años 70 y 80 en Canadá –con carta a la actriz Brigitte Bardot incluida, gran defensora de los animales–), la condición femenina y el hecho de ser mujer; lo que significa escribir y lo que conlleva, tanto positivo como negativamente; su punto de vista sobre los biógrafos y los errores que cometen, siempre motivados por un interés subyacente; la familia y su dispersión o falta de arraigo aunque intenta ser justa con ellos y las motivaciones que producen dicha dispersión; y siempre presente, pero en un segundo plano aunque no por ello carezca de importancia su compañera de vida Grace Frick siempre presente en la correspondencia y que la define como su amiga íntima.

La religión (cristiana, judía y budista) pasa por sus manos y habla sin tapujos sobre lo que opina; una visita a España donde refleja su opinión sobre Lorca y Sevilla. Pero llega un momento donde su trabajo –escribir, escribir, escribir– copa todo argumento de sus cartas: con los críticos literarios, con las editoriales, con el director de cine al ser llevada una novela suya al cine y su punto de vista, la petición de documentación para el desarrollo de su trilogía familiar Archivos del Norte.

Aunque puede asustar, el tamaño del libro es todo lo contrario; permite acercarse a él de forma tímida y momentánea. Leyendo unas cartas al día, otras al siguiente y así sucesivamente. Pero queda constatado al terminar su lectura que Marguerite Yourcenar está en el cenit de la literatura y hasta el día de hoy no ha sido desplazada, ni creo que llegue a serlo.


© Miguel Urda Ruiz

Texto y fotografía

4/16/2025

El peregrino, J. A. Baker: la naturaleza sin prisas




Dentro del género novelístico, todavía existen historias que parecen ser contadas por primera vez o por lo menos que nos sorprenden al adentrarse en ellas. Porque hablar de una novela cuyo eje es la contemplación de la naturaleza resulta atípico, ya que lo normal es hablar de la acción o los personajes, pero aquí Baker, cuya obra narrativa se limita solo a dos libros, se limita a estudiar los dos elementos primarios que forman o son parte de lo que llamamos vida: la naturaleza y el hombre.

El hombre que contempla la naturaleza a raíz de un estudio sobre el halcón peregrino durante un intervalo de diez años. Esta es la base argumental de la historia, que en cierto modo puede parecer insulsa, pues depende del grado de interés que uno tenga con la naturaleza y su forma de leer, porque no hay una trama o una historia al uso tradicional. Sino que se trata de una contemplación de la naturaleza junto al hombre; es, por lo tanto, una convivencia común donde no hay un límite, solo un fin: contemplar la belleza de un ave, el halcón peregrino en el condado de Essex, antes de que las aves sufrieran una mengua de población debido a los pesticidas o productos agroquímicos. Nos detalla las características del ave: el peso, el tamaño, el plumaje, sus hábitos migratorios, la forma de cazar, el oteo de (posibles) presas, así como el desarrollo de su forma de actuar según la estación del año.

A pesar de ello, considero que Baker escribió una novela muy bien trazada y con el mismo ritmo que proporciona la naturaleza, una musicalidad acompasada, para lectores sin prisa y que quieren deleitarse con su minuciosa prosa, al igual que se hace con la naturaleza cuando no hay prisa. Es una novela que hoy en día no se publicaría por una editorial de gran tamaño y que en este caso sirve como reflejo para aprender a narrar lo minucioso sin caer en una somera descripción.

La naturaleza y la prosa pueden ir de la manoEl peregrino es una constatación más de ello, dirigida solo a lectores narrativos exquisitos y que no tengan prisa por encontrar una historia. Es la contemplación del hombre ante la naturaleza y el depredador. Novela publicada originalmente en 1967, pero no llegó hasta el 2018 a España, de la mano de la editorial Sigilo, y bajo la traducción de Marcelo Cohen. Son doscientas quince páginas de una prosa lenta, densa, pero a su vez bella como lo es la naturaleza.


© Miguel Urda Ruiz

Texto y fotografía

4/10/2025

Una velada en la librería Morisaki, Satoshi Yagisawa: El sentimiento propio de una librería




Desde hace unos cuantos años hay una especie de corriente de novelas que tienen como argumento, epicentro o desarrollo (o todo junto) una librería, sobre todo en Japón, donde proliferan los títulos que remiten a ellas. Y sin entrar en el valor social o antropológico del porqué, sí que resulta llamativo el hecho; la impresión que se extrae es de una evasión como lector, dentro de un mundo que sabemos que nunca nos defraudará.

Una velada en la librería de Morisaki es la segunda parte o continuación; aunque ambas pueden leerse de forma independiente, es un libro al que no hay que pedirle nada más, aparte de un rato de degustación literaria dentro de la sociedad japonesa, o de Tokio en concreto. Sin embargo, la novela no está exenta de un contenido que incite a ir algo más allá. A raíz de tres personajes: un matrimonio, Satoru y Momoko, que regentan una minúscula librería de segunda mano con un pedigrí de tres generaciones, y Takako, sobrina de Satoru, quien les regala un viaje con motivo de su aniversario de bodas y debe quedarse a cargo de la tienda. Nos encontramos con personajes que no encajan en la sociedad; con una serie de malentendidos sin resolver, porque la propia sociedad conlleva al individuo a no expresar sus emociones; y que el ser humano tenga una herida intrínseca sin resolver o incluso perpetuada en el tiempo porque la sociedad nipona, a pesar de estar en pleno siglo XXI, sigue arrastrando el lastre de una tradición milenaria.

Una novela de fácil lectura, ya sea en una tarde de playa o de sofá en invierno, pero que consigue llevarte a Jinbocho, el barrio de Tokio dedicado a las librerías de segunda mano. Conseguimos oler los libros, palparlos, indagar en los títulos a los que hace referencia para incrementar nuestra biblioteca e incluso logra transmitir ese amor que el dueño de la tienda siente por ellos. Nos dan ganas de ir a instalarnos allí o incluso abrir nuestra propia librería. Japón nunca deja de sorprender.


© Miguel Urda Ruiz

Texto y fotografría

4/04/2025

Aquí y ahora, Cartas. P. Auster - J. M. Coetzee: dos grandes de tú a tú




¿Qué ocurre cuando la amistad de dos escritores, –grandes, por supuesto,– llega a hacerse pública? Primero, que entramos en una parcela de su vida privada; y segundo, un sentimiento de admiración-aprendizaje-envidia, todo junto o separado, da igual el orden, porque lo importante es que el libro reseñado deja al descubierto el intercambio de correspondencia durante cuatro años de Paul Auster y J. M. Coetzee, mostrando su intimidad, pero sin caer en la vulgaridad o traspasar la línea del espectáculo que Guy Debord consideró necesaria o adictiva para el gran público.

Cuatro años de escritura epistolar motivados por una admiración mutua y que tuvo como origen el encuentro de ambos escritores en el Adelaide Literary Festival del año 2008, reto propiciado por Coetzee, manifestando a Auster el deseo de un proyecto común. Aunque no queda claro si son a través de cartas escritas como tal, de emails o mediante fax. Publicado a través de una colaboración entre las editoriales Anagrama y Mondadori en 2012.

No hay un "yo te escribo, me escribes tú" y una respuesta al unísono, sino que es un intercambio de correspondencia cuando uno de los dos escritores lo requiere. Entrar en la intimidad de dos escritores es lo similar a entrar en el vacío de un salto, pues no sabes lo que te puedes encontrar. Ya sea de Coetzee o de Auster, percibimos que bajo la capa de escritor –a veces, puesta a modo de excusa o haciendo gala de ella– existe un individuo con idénticas inquietudes que el ser humano que va cada día a trabajar, o con los mismos problemas familiares que cualquier familia: hijos, suegra, matrimonio, etc. Dialogan sobre temas muy variados, dando cada uno su peculiar visión de los hechos y, por citar algunos, son: la crisis económica del 2008; el gusto por el cine y la adaptación de sus novelas; los nervios del escritor ante una conferencia; errores que comete un escritor o incluso lo que el lector espera de ellos; cómo afrontar una cena de Navidad; o si es pertinente dejar la lectura de una novela a medias, dada su escasa calidad.

El tiempo ha pasado por esta correspondencia dejando elementos que podrían considerarse caducos, pero eso no quita, que se aprecie un valor narrativo tanto de la forma subjetiva, como sobre el hecho concreto o la manera de pensar de cada autor. Uno se queda con las ganas de saber más de ambos. 

Paul Auster nos dejó en 2024 y esta parcela de su vida, que él quiso exponer al gran público, no solo deja patente su calidad como escritor; sino que también proporciona una curiosidad acrecentada sobre el resto de la obra de Coetzee. Quedan muchas dudas en el aire, a la par que ninguna, pues el deleite de ambas conversaciones es sublime. Solo lanzar una cuestión a las editoriales: ¿por qué no hay más colaboraciones de este tipo? El lector se lo agradecería.

© Miguel Urda Ruiz

Texto y fotografía