12/01/2010

364 días anónimos


Cuando escribo estas líneas es día uno de diciembre, día internacional del SIDA, tema sobre el que voy a hablar; o mejor dicho, voy a hablar de toda la parafernalia que acompaña a este día. Durante un día al año a todos los ciudadanos nos obligan a tomar conciencia sobre esta enfermedad y colocarnos un lazo rojo en la solapa. En este día todo el mundo es consciente de lo que significa el sida: enfermedades de homosexuales, de drogadictos, del tercer mundo… que afecta “a la parte diferente” de la sociedad. Los medios de comunicación han dado la noticia por activa y por pasiva: se cumplen 20 años de la conmemoración de este día. Y que paradoja tan peculiar: se celebra el día de una enfermedad, lo que parece llevar de forma orgullosa a presentadores de televisión, políticos, gente de la vida social, cuyo rostro es conocido, a lucir un lacito rojo como sinónimo de compasión. Es el momento de ser solidario. Y todo el mundo tiene cantidad de amigos gays, y los gays son la mejor gente del mundo, y no pasa nada por ser gay, y gays, gays, gays… Es el día, es el momento, de ser solidario para acallar una conciencia que olvida esta enfermedad para el resto del año.

Un primero de diciembre caminaba yo por una calle concurrida de mi ciudad cuando una señora, ya entrada en años y vestida de domingo, con una hucha en su mano derecha y un lacito rojo en la izquierda se acercó a mí para exigirme un donativo a favor de esta enfermedad. Con la mirada le dije que no y, sin darme tiempo a hablar la buena señora, metida en su papel de mujer solidaria y de de buen corazón, en ese día de su buena acción, me inquirió en tono inculpatorio e irónico:

- Gracias, señor, por su voluntad. Estas pobres gentes le agradecerán que no haya aportado nada para ayudar a estos desfavorecidos.

Me detuve en seco, al escuchar estas palabras y la señora cambió la cara al ver mi gesto. Debió pensar que sus palabras me habían hecho recapacitar y me paraba para sacar mi cartera y aportar algunas monedas a su hucha.

- Gracias por su voluntad, caballero, volvió a repetir la buena señora, acercando la hucha hacia mí.

Pero al ver que yo seguía sin hacer el gesto que tanto ansiaba ella quedó un poco desconcertada.
-Discúlpeme, buena señora -le dije atenuando la entonación de las dos últimas palabras. ¿Cree usted que por no llevar un lazo rojo en la solapa de mi chaqueta no soy solidario? ¿Qué si no le echo algunas monedas a su pertinente hucha no soy una persona solidaria y digna de esta sociedad? Señora, se le agradece enormemente que dedique parte de su valioso tiempo libre a solicitar dinero para la “pobre gente infectada por esta plaga” como usted ha dicho, pero piense que si no llevo un lazo rojo bien visible, ni me manifiesto pidiendo ayuda tambien puedo ser solidario. Yo, señora, tal y como usted puede comprobar, no llevo un lazo, pero durante 364 días, y de forma anónima, soy participe de esta “sociedad marginada”; no tengo un nombre social reconocido, pero participo de forma intensa en el colectivo BASIDA. Yo solo quiero ayudar, y participo de forma continua con este colectivo porque lo siento, no porque necesite acallar mi conciencia durante un día.

© Miguel Urda
Esta entrada la publique en este blog tal día como de hace un año.

6 comentarios:

Loli Pérez dijo...

Miguel, la recuerdo todavía y cuando empecé a leer me dije ¿Miguel repite?

Cada uno es solidario a su manera.

Un abrazo
L;)

Anónimo dijo...

Un reflexión muy buena y en tu estilo, Miguel.
Felicidades.

Javier

Anónimo dijo...

Al leer el escrito sobre el día del SIDA. creo que te quedas corto pues hay mucho más que decir no solo es el pedir un donativo un día al año y si te he visto no me acuerdo,si no es estar como dices colaborando con las asociaciones que se preocupan por estas personas y no solo gays, pues en los últimas encuestas hay mucha más gente heteroxesual que gays, cosa que gracias a Dios esta lacra ya no se puede solamente asociarse a un solo colectivo, de todas formas me da mucha pena que después de tantos años con la epidemia se haya conseguido tan poco, pues las secuelas que hoy en día provocan los tratamientos siguen marcando a las personas infectadas del mismo. De todas formas Gracias dedicar un tú tiempo a escribir sobre un asunto que nos corresponde a toda la humanidad

Anónimo dijo...

cuanta razon tienes....

karlos dijo...

es una historia muy pero que muy real cuando pasa ese dia ya casi nadie se acuerda hasta el año siguiente

T.M. dijo...

También yo recordaba la entrada.
El Sida sigue estando ahí y parece que no vaya con nosotros, cuando hasta el más pintado puede contagiarse. Sí deberíamos ser más conscientes durante todo el año y no solo un día...pero somos así de hipócritas ó pasotas.