4/27/2024

De mar a mar, R. Chacel- A. María Moix: El sentimiento de una admiración



La distancia, a veces, es el refugio de la soledad, en este caso compartida a través de la escritura. Bajo el título De mar a mar, la editorial Comba recoge una nutrida correspondencia entre Rosa Chacel y Ana María Moix, comenzada por esta última en 1965 dada la admiración que sentía por la autora vallisoletana. 

A través de las sucesivas cartas descubrimos dos personalidades muy distintas: Moix, una joven estudiante en los primeros años de Universidad, mientras que Chacel es ya una mujer curtida en la vida y víctima del exilio. Sin ningún tipo de reparos cuentan lo que quieren contar, aunque a veces, confiadas en la intimidad que les confiere esta relación epistolar, tal vez abusen de cierto tono empalagoso que les provoca la nostalgia, la distancia y la admiración recíproca. Sin embargo, la calidad y extensión de la prosa de ambas, difiere mucho. Nos encontramos con una Rosa Chacel que parece ejercer de madre (confesora, preguntona...) y por otra parte de la joven catalana, que busca un referente a seguir. 

Dos contrapuntos entre dos mujeres que a su vez muestran el vivir de cada día, así como la cotidianidad de dos países: España y Brasil. Por un lado nos encontramos con la represión estudiantil; la dificultad para publicar dada la censura existente, y que se encontraba en su mayor apogeo; los miedos que provocaba la juventud; el grupo de amigos –y que se consolidarán como una generación de grandes literatos en la España postfranquista–. Mientras que por otro está la poca repercusión de una autora consolidada en su país; el miedo a escribir o mejor dicho el miedo afrontar la escritura de una novela y como se debe abordar su escritura; la situación del exiliado, el cine, la quebradiza salud de A. Moix; los consejos de la vida, el cine, París, el mar... Temas que pueden parecer simples o comunes, pero que no son ajenos a la vida cotidiana. Y sobre todo cuando la distancia provoca ansias de noticias.

Es un libro que permite reflexionar sobre la amistad. ¿hay que conocerse en persona para ser amigos? ¿Cuándo se acaba una amistad? ¿Se vuelve a ser amigos después de un silencio o una ruptura? La correspondencia acaba de forma abrupta en 1975 quedando más dilatado el intercambio de epístolas conforme transcurren los años y que deja en el aire si las dos mujeres llegaron a conocerse en persona o no. Quedan las ganas de saber más de cada autora e incluso de adentrarse por separado en el mundo narrativo de cada una de ellas. 

© Miguel Urda Ruiz

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4/21/2024

La casa de las bellas durmientes, Y. Kawabata: una tradición al descubierto



En el argumento de la novela La casa de las bellas durmientes, del Premio Nobel, Yasunari Kawabata, nos encontramos que hombres en edad madura acuden a una casa para tener encuentros con chicas a las que previamente sedan o duermen. En esta historia, el protagonista, es el anciano Eguchi, quién a través de las cinco visitas que realiza a esta casa, escudriñamos cómo desviste toda su sexualidad hasta llegar al seno materno, pero unido a los sentimientos que le provoca contemplar a la chica dormida. 

Una historia que nos puede parecer original, pero que sobre todo muestra un valor antropológico. Kawabata pone al descubierto una costumbre y una práctica en su esencia y arraigada durante siglos. Esto lleva al lector a lanzar preguntas subliminales y lo hace cómplice de la historia, como por ejemplo ¿cómo duermen a la chica? ¿es con su consentimiento o con el de la familia? ¿pervive en la actualidad esa tradición? Dentro de la narración, el escritor Nobel muestra que, desde los albores de las sociedades, el individuo siente interés –y continúa sin perder un ápice de vigencia– por el paso del tiempo, la dicotomía entre belleza y decadencia, el cuerpo como objeto de deseo, por citar algunos temas que son el hilo conductor de esta historia. También hay un atisbo de romper lo establecido, con la tradición cultural. Eguchi quiere saber más sobre estas muchachas e intenta traspasar la frontera de lo pactado con la dueña de la casa. 

El protagonista, llegado un momento, nos da lástima y queremos entrar en las páginas de la novela para estar a su lado, consolarle y hacerle partícipe de que, lo que le ocurre, no es tan ajeno a cualquier hombre (persona). Todos tenemos miedo –o por lo menos es una emoción que nos atrapa alguna que otra vez. Temas que nos pueden inquietar tales como el paso del tiempo; el punto de vista de la sexualidad desde cada etapa de la vida; la contemplación de un cuerpo femenino en edad casi núbil; como es usada a la mujer en determinadas situaciones…, por citar algunos temas que toca el autor japonés.

Es una novela breve, ideal para leer en una tarde donde no se sabe qué hacer o qué leer, porque no defraudará –las joyas literarias difícilmente defraudan–. Todo lo contrario, deja una arista de inconformismo en el lector, al hacerlo conocedor de una cara peculiar más del país del sol naciente, pero con una narrativa que al acabar termina arrancando una sonrisa y sin cámara de fotos. 

© Miguel Urda Ruiz

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4/14/2024

Los extravíos del colegial Törles, Robert Musil: La finalidad de una educación

 



Novela con toque autobiográfico que cuenta la estancia del joven Törless en un internado  considerada como novela de formación dentro de la tradición literaria.. Musil acude a ello para despojar de cualquier elemento superfluo sobre la educación, dado que son los valores que se le impregnan al individuo para convertirlo como tal.

La historia comienza con la despedida de la madre del alumno en la puerta del colegio. A partir de ahí el lector es testigo como el protagonista debe de enfrentarse a un mundo nuevo y para nada idílico. Motivado por un robo por parte de otro alumno Törless es testigo de la humillación perpetrada por otros dos alumnos a un tercero al que chantajean para evitar ser castigado por las autoridades del colegio. Esta situación, causada por las pretensiones de expiar la culpa por parte del alumno infractor, provoca una serie de reacciones que transmiten al lector y comparten con él cuestiones que el escritor camufla en su narrativa bajo la premisa ideología de Kant. Interrogantes sobre si el ser humano tiene límites, hasta dónde puede llegar o dejarse someter circulan por la novela. Así como si el conocimiento del hombre es un aprendizaje para poder pensar por sí mismo, reflejados en aspectos tales como las diatribas de voluntad/deber; sumisión/gozo; violencia/paz, o la aceptación o no, de cada elemento para condicionar al ser humano y formarlo como persona, que es el quid del asunto y que lleva aparejado el sintagma de la educación y por lo tanto cuestiona si el hombre es el resultado de la educación recibida.

El título de la novela, Los extravíos del colegial Törless, tiene dificultades para su traducción encontrándose dos opciones: extravíos o tribulaciones, en ambos casos da igual la palabra que se use pues remite a algo que la sociedad no permite y que rompe sus reglas, lo cual se recoge en la simbiosis de la novela. Al mostrar al público lo que ocurre tras las cortinas de un escenario llamado educación y cuyo espectador es la sociedad. Robert Musil deja al descubierto que el ser humano no es lo que parece y que puede verse con más exactitud en su inacabada obra El hombre sin atributos.

© Miguel Urda Ruiz

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4/04/2024

La sibila, Agustina Bessa-Luís: Una oposición a la costumbre


La editorial sevillana Athenaica está reeditando la trilogía El principio de la incertidumbre de la autora Agustina Bessa-Luís, dama por excelencia de las letras portuguesas. Ha comenzado esta reedición por Joya de familia. Aunque la autora pueda parecer nueva en nuestro país, no lo es dado que la editorial Alfaguara publicó en 1981 su novela La sibila, que cayó en un prolongado olvido demasiado pronto.

¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente cuando leemos la palabra sibila? Mundo clásico, astucia e intuición, podría ser la respuesta, pero, en cierta medida, la obra de Agustina Bessa Luís, nos despoja de esa mirada clásica para reinterpretarla sin apartarse del concepto que tenemos de dicha palabra. Una mujer que es capaz de ver más allá de la tradición y las convenciones sin permanecer estática ante los acontecimientos.

La sibila cuenta la historia de una familia burguesa, los Teixeira, durante tres generaciones, desde el segundo tercio del siglo XIX a la segunda década del siglo XX. Deja al descubierto la condición de la mujer en el mundo rural y la falta de expectativas de futuro que tienen. Sometida al universo masculino, intenta sobrevivir, tener vida propia y luchar contra lo establecido; abrir una grieta en la tradición mantenida por el intocable patriarcado durante siglos y hacerse un hueco en la sociedad. No es una novela que muestre una conciencia feminista plena, sino que quiere dar visibilidad a unas mujeres cansadas de desempeñar un papel secundario en la sociedad, la familia y todo lo que respecta a su posición respecto al hombre, pero bajo el cual subyace el deseo de vivir con dignidad, o mejor dicho, con la categoría de ser humano. 

Una obra con referencias a la Biblia –sin abusar de ella–, al porvenir, incluso hay atisbos de que la felicidad se puede conseguir y adentrarse en sus páginas supone conocer un mundo nuevo íntimo femenino y a la vez diferente, pero que está lleno de recovecos  que postulan su calidad narrativa. A través de su prosa  intenta renovar o incitar a la sociedad al cambio.

Es una novela que no deja indiferente al lector y que tras una lectura ávida, ya que la narración o las ansias de querer saber lo exigen induce a dejar un hueco en la estantería de libros pendientes para una segunda lectura, para disfrutarla, aprenderla y degustar.

Así es Agustina Bessa- Luis. 

Así es La sibila.

Así es la buena literatura. 

© Miguel Urda Ruiz

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3/26/2024

Pabellón de reposo, Camilo José Cela: La vida solo es tiempo




Una cosa está clara, Camilo José Cela es un autor que fue reconocido, odiado, a la vez que admirado y puede decirse que hoy en día está olvidado e infravalorado. Acabó sus días convertido en un personaje de las revistas del corazón que desvalorizó su obra a favor de la crónica rosa, pero cuando la Academia Sueca le otorgó el Premio por algo sería. Esto esclarece gran parte de las posibles conjeturas sobre su trayectoria literaria. Prueba de ello, es la novela aquí referida:Pabellón de reposo.

"Es un libro difícil de clasificar" y no le falta razón. Lo advierte el propio autor en una nota al comienzo de la novela que a veces parece que no lo es, y uno no puede  dejar de asombrarse de lo que cuenta y cómo lo cuenta. La historia toca dos temas que hacen pupa al lector: el tiempo y los manicomios o sanatorios de enfermos –término más eufemístico o elegante para la sociedad del momento de su publicación– que lleva implícito la cuestión de ¿qué hacer con los desechos humanos de la sociedad? Sin tener un argumento clásico que lleve implícita la evolución de un personaje a través del conflicto. Cela, recurre a la novela de sanatorios (Solzhenitsyn, Blai Bonet, Mann) para hablar del tiempo, dónde este será el mayor aliado, pero a la vez el mayor enemigo. El tiempo, que agota una vida; el tiempo, para quién espera recuperar la vida.

No existe una preocupación estética por la novela o por lo menos no lo demuestra, sino que se lanza a un abismo narrativo y casi inconexo entre un capítulo y otro; personajes sin nombres y referidos siempre por el número de habitación; hay momentos en que cuesta seguir el hilo narrativo, pero sin optar nunca por la opción de dejar su lectura. Los enfermos/habitantes hablan del amor, de la poesía, de la belleza, de la familia, la nostalgia, la muerte, en definitiva, de la vida.

Publicada por entregas semanales en el diario El Español en 1943, el autor interrumpe su escritura para hacer una aclaración, sobre la forma de encarar la historia y las enfermedades que en ella se cuentan. Tuvo quejas sobre la manera de narrar las enfermedades y mostrar a los enfermos y en la posible repercusión sobre la sociedad por describir una realidad tan dura. Tras lo que consideró una necesaria justificación, retomó la novela y su publicación.

Pabellón de reposo no es una de las novelas más reconocidas del autor coruñés, sino todo lo contrario, queda relegada para lectores reductos o acólitos del autor, o que busquen leer obras que la crítica –que suele ser caprichosa y temporal– desecha. Cela es más que una colmena, una familia o un viaje. Es parte de la historia de la literatura española. La novela aquí reseñada lo constata. No es apta para todos lectores, pero muestra una realidad social que sirve como ejemplo de referencia para aprender a escribir y a ver que el tiempo no es otra cosa que tiempo.

Llegará un momento en que la obra de Camilo José Cela sea recuperada de su hibernación por una editorial osada, curiosa y atrevida y vuelva a ocupar el lugar o sitio que le corresponde dentro de la literatura española.

© Miguel Urda Ruiz

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3/23/2024

La vida material, Marguerite Duras: una vida, a pesar de todo


¿Qué aspectos definen a un escritor? ¿Es un escritor una persona atípica? ¿Cómo vive un escritor? Estas preguntas podrían sintetizar el argumento del libro La vida material de Marguerite Duras y que más de una vez el lector se ha podido formular de forma directa o indirecta.

La autora, de agrio y fuerte carácter así como de difícil accesibilidad, confirmado ella misma, nos presenta un libro abierto que recoge una serie de conversaciones mantenidas con Jerôme Beaujour que tal y como refleja en el prólogo no tiene principio ni fin, pero sí consta de un hilo narrativo: la vida y los pensamientos de una escritora definida por sus propias palabras. En sus páginas Marguerite Duras habla sin miedo, sin rodeos y de forma precisa a su interlocutor –que en el fondo es el lector– sobre los temas que han vertebrado su vida y que contextualizan su narrativa: la soledad, el alcohol, la homosexualidad, el amor/desamor, del conflicto materno, del desarraigo, del cine, de las novelas...Temas que permiten comprender el foso que ella misma abrió entre su carácter público y privado para mantener alejadas a miradas curiosas y que consolidan su forma de escribir.

Es un libro extraño y peculiar, pero a la vez sugerente a pesar de que la escritura de la autora no siempre es de fácil lectura, –cosa que ella misma tampoco quiere que lo sea– en ciento cincuenta y cinco páginas mantiene el mismo tono que toda su prosa, es decir, escueta, incisiva y cautivadora lo que deja de manifiesto que su calidad literaria va más allá de escribir historias.

Salir de las novelas de Duras para entrar en su vida personal supone arriesgarse a saltar el abismo que sobre ella existe y que puede provocar muchos más interrogantes de los que ya hay sobre ella, lo cual se traduce en el atractivo de conocer las entrañas de un sentimiento y por lo tanto de una persona. En definitiva, no es un libro que falla al lector ni que pasa de puntillas o desapercibido en su lectura, sino que permite acercarse a la protagonista de una vida cuya eje principal fue escribir, escribir y escribir, característica que define a un escritor. Y a pesar de todo, tuvo una vida.

© Miguel Urda Ruiz

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3/18/2024

Ante el dolor de los demás, Susan Sontag: La fotografía como espectáculo

 




¿Qué se siente ante el dolor? ¿Qué se siente ante un dolor ajeno reflejado en una fotografía? ¿Qué se siente cuando nos habituamos a contemplar el dolor? Estos interrogantes pueden ser la premisa bajo la cual Susan Sontag escribe el ensayo Ante el dolor de los demás. Mostrar el sentir del dolor humano a través de la imagen y su significado o repercusión en la sociedad.

Escrito en el año 2003, bajo el rescoldo que supuso a nivel informativo el atentado de las Torres Gemelas en New York, Susan Sontag aborda sin ningún tipo de pudor lo que supone el hecho de que estemos acostumbrados a ver el sufrimiento en los medios de comunicación. Internet no tenía el alcance avasallador y opresivo que tiene hoy en día, pero el avance de las tecnologías y la asistencia como espectador abducido por cualquier red social hace replantearse o quizás escudriñar de nuevo, todos los enfoques que supuso dicha publicación y Sontag lo constata aportando su visión sobre lo que supone el mostrar sin pudor de los demás en los medios de comunicación, que en el fondo son grandes empresas económicas, para conseguir y ofrecer la mayor tajada del espectáculo y tener la sociedad "adormilada".

La autora apela al lenguaje de la fotografía desde su origen y que debe ser uno solo. Una imagen cuenta la historia con su propia idiosincrasia sin tener que agregarle un título o un pie. Habla de la guerra y lo que supone para las diferentes partes el uso de la fotografía. Para vencedores y vencidos. Todos usan como arma arrojadiza o comunicativa. Cómo ella lo deja entrever para que sea el lector quién lo responda. A su vez habla de su manipulación, de si es ético o no; de cómo veríamos una guerra sin fotografías o si la veríamos más cruenta de lo que ya es por sí misma. ¿Debe de educar la fotografía? ¿Tiene que mostrar la realidad como es o solo una parte? ¿Qué parte mostrar? Los buenos enseñan a los malos para que vean como son los malos y viceversa, los malos enseñan a los buenos para que miren lo que hacen. Todo ello bajo la exposición continua del dolor, es decir, habituar al lector/espectador a ver el dolor de forma continua.

En su forma estilística está escrito como si fuese un diafragma fotográfico, comienza hablando de las primeras cámaras y fotografías a finales del siglo XIX hasta llegar al cierre del objetivo que lo deposita en una foto cuando es convertida en arte por un museo en las postrimerías del siglo XX

Susan Sontag dejó mil heridas abiertas en forma de preguntas para la sociedad. ¿Cómo debe ser el espectador ante el dolor? ¿Es pasivo? ¿Debe consternarse? ¿Debe pasar de largo? ¿Debe actuar? No hay respuestas certeras. Cada sociedad tiene su propio espectáculo, solo que llega un momento donde todo se convierte en tan habitual que ni el dolor propio, ni el dolor de los demás aporta nada nuevo a la historia de la fotografía, ni por lo tanto a la sociedad. Queda preguntarse qué diría la autora hoy en día, cuando estamos acabando el primer cuarto del siglo XXI e Internet rige por completo nuestras vidas.

© Miguel Urda Ruiz

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3/01/2023

El vértigo, Evgenia Ginzburg: El tejido de un régimen



La iconografía de la literatura ha mostrado que el infierno es de color rojo y cálido, pero Evgenia Ginzburg, en su novela El vértigo, se encarga de demostrar todo lo contrario: que es blanco y gélido, demasiado gélido. En algo más de ochocientas cincuenta páginas, cuenta sus vicisitudes al ser declarada culpable de traición por los miembros de su partido, el comunista.

Existía la idea de que el estar afiliado al partido te exime de cualquier atisbo de sospecha y culpabilidad de atentar contra el poder. Ella es una persona ejemplar con todos los requisitos que exige el régimen para considerarla como tal: profesora especializada en el marxismo, periodista, madre de dos hijos, esposa y ama de casa. El hecho de ser amiga y tener como compañero de profesión a un periodista algo "supuestamente" incómodo para el poder político la pone en la mira de los ojos del aparato represor y la declaran culpable de traición. Da igual el papel que desempeñes o crees desempeñar para "ellos", para el poder, siempre "puedes" ser culpable. Narra con total exquisitez todos los pasos que acarrea el proceso desde el momento en que la detienen hasta el juicio dejando al descubierto el elenco de personajes que mueve los hilos del régimen estalinista. Víctimas, verdugos, inocentes, culpables, sospechosos, jueces, fiscales, funcionarios. Todos al servicio de un capricho político. Una vez que acepta o, mejor dicho, asume que es culpable de algo que no ha hecho impregna la novela de un sentimiento de culpabilidad del cual no se desprende de él en ningún momento. Subyace en toda ella la vergüenza de conocer las armas de represión y tortura del partido al que está afiliada en lugar de sentir el deseo de venganza al vivir las leyes injustas del propio poder en carne propia.A través de sus páginas sabemos cómo son las celdas de castigo, los barracones donde viven hacinados, el traslado hasta Siberia, cómo sobrevivir a temperaturas infrahumanas, la nostalgia por la familia, la casi resignación de que la única salida será la muerte y la picaresca existente para conseguir cualquier cosa. 

Y hasta aquí bien, porque la novela más que que parecer un novela de testimonio o de aventuras –para sobrevivir–, de suerte o desgracia tiene más validez como valor antropológico o sociológico, al dejar al descubierto los interiores de la maquinaria ideológica del régimen estalinista y sus medios de represión, de tortura así como la forma de vivir de los presos y como se las ingenian para poder sobrevivir. La voz de Ginzburg cansa y en cierta medida uno desea acabarla. Un buen comienzo de novela mostrando la sociedad rusa de 1937 y tiene –o cree tener– el respaldo del enemigo, al ser un miembro del partido comunista. La autora recurre a la pena, una pena justificada y que no hay que alejarse de ella pues es perfectamente entendible, pero narra cómo sobrevive a todas las vicisitudes gracias a la poesía y cómo tiene un fragmento o un poema para cada desdicha que le ocurre. Lo cual está muy bien para un momento corto de tiempo, pero estar recurriendo a ello durante dieciocho años, viviendo en condiciones infrahumanas y a una temperatura de -30 º de promedio anual parece excesivo. Otro factor al que recurre es la suerte y que levanta sospechas al lector respecto a su credibilidad o veracidad de los hechos. Alude a diversos hechos o que se libra de ciertos castigos por mor de la suerte. 

Es una novela que se coge con ganas, sin tener en cuenta el número de página, pero queda muy lejos de Ribakov, Solzhenitsyn o Grossman que mostraron los hechos con su dureza y naturalidad sin caer en el sentimiento fácil de la pena o compasión. Insisto, sírvase la historia de Evgenia Ginzburg como valor antropológico para tener presente que los hechos del pasado pueden volver a repetirse y todo puede volver a ser real en cualquier momento produciendo un vértigo insostenible.


     ©  Miguel Urda Ruiz

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1/26/2023

La biblioteca de la piscina, Alan Hollinghurst: una narración elitista



La biblioteca de la piscina es una novela que, sin tener una relevancia destacada en los anaqueles de las librerías o en prensa, siempre ha obtenido el beneplácito por parte de los lectores que no se dejan llevar por las listas de los más vendidos (o comerciales) desde el año de su publicación en 1988. Es la primera novela publicada del autor inglés, que narra la vida de un joven homosexual promiscuo y adinerado, de veinticinco años donde su vida cambia al encontrarse con el anciano Lord Nantwich en modo flirteo en unos urinarios públicos. Un lugar poco recomendable para un miembro de la aristocracia.

Hollinghurst hace un extenso recorrido por el siglo XX, desde la sociedad del Imperio Británico y deteniéndose especialmente en las colonias donde estaba destinado Lord Natwich, hasta los años ochenta, un periodo en que el SIDA comenzaba a causar sus estragos entre la población homosexual. El autor deja al descubierto la excesiva opulencia de la aristocracia: sus clubs, su forma de ver la vida, como vive un homosexual dentro de ellos, así como el cargo que ostenta le permite usarlo para conseguir privilegios.

La prosa de Hollinghurst es detallada, minimalista, salvaje, brutal, elegante, sexual y hasta elitista me atrevería a decir, lo cual enlaza con la tradicional narrativa más exquisita de la novela inglesa, es decir, está a la altura de Austen, Wolf, Forster e incluso Wilde, icono de la cultura gay por excelencia. Y por lo tanto tiene el requisito esencial que el tiempo exige para calificar una obra maestra en mayúsculas: calidad.

El título extraña a primera vista, pero tiene diferentes lecturas y cometidos en la acción: el nombre con que los alumnos de la escuela privada llaman a los prefectos, bibliotecarios; como la piscina alude a los vestuarios tan visitados por los homosexuales, así como a los restos de una piscina romana situada en el sótano de la casa del aristócrata Natwich y que cobra sentido cuando se llega al final de la novela, pues sorprende que existe una conjugación exquisita entre narración, argumento y título.

Esta obra derrocha una calidad narrativa por los cuatro costados y a pesar, de que la editorial Anagrama prescinde de la etiqueta de novela gay u homosexual y apuesta por una calidad continuada (toda la obra del autor se ha publicado en ella) se sigue manteniendo esa barrera estereotipada sobre novelas de este colectivo y cierto reparo para adentrarse en sus páginas. En el mundo homosexual es una novela de cabecera, pero fuera de ese ámbito son muy pocos los lectores que se atreven con ella y no la toman como opción para una compra o lectura directa, si no que tiene que llegar por parte de alguien esa recomendación. Sin embargo, saben rendirse a ella cuando la acaban.

Allan Hollinghurst no es un autor muy prolífico, es de narrativa lenta y en toda su obra hay aspectos de la hierática e intocable aristocracia británica que no dejan indiferente. No extrañaría que algún día sonará su nombre como Premio Nobel. Sería algo completamente acertado y dejaría constatado que una buena prosa no es cuestión de géneros o temáticas si no de saber escribir.

© Miguel Urda Ruiz

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5/23/2022

Diario de un gueto, Janusz Korczak: sin la fórmula tradicional




Si hay algo que la literatura, o en concreto, los estudios de género literario exigen es la forma del texto, es decir, qué requisitos debe tener y contener para que sea considerada como tal. En este caso la pregunta a realizar es pertinente ¿qué debe contener un diario? Diario del gueto es un diario atípico, sin seguir de la fórmula tradicional establecida de querido diario y la fecha a continuación, sino que es un desarrollo argumentativo del mundo de la infancia, de los orfanatos, de la sociedad, de una ciudad –Varsovia– que vive momentos difíciles ante el avance imparable de la ideología nazi, sin seguir la línea establecida por la tradición canónica de los diarios y sin estar exento de una calidad narrativa.

Janusz Korczak, seudónimo literario del médico y educador judío Henryk Goldszmit, nacido en 1878 en Varsovia y muerto en 1942 en el campo de concentración de Treblinka. Su diario comprende desde mayo hasta el 4 de agosto de 1942. Nos encontramos con las vicisitudes que pasa un director de un orfanato para sobrevivir. Sobrevivir en todos los aspectos como ente o institución cultural así como los integrantes: niños (huérfanos, desvalidos, enfermos) y personal laboral. A través de sus páginas muestra cómo el dolor, el desaire racial, la falta de dinero, las injusticias, etc., de una sociedad cuyo eje vertebral es la imposición de una ideología política. Una prosa cargada de dureza y de temas a los que la sociedad no está acostumbrada a escuchar o en este caso leer: personas contratadas para dejar morir a los niños de hambre y conocidas como Las fabricantes de angelitos; condiciones de vida del orfanato y sobre todo de los niños: congelaciones, llagas, frío, desnutrición; el habituarse a encontrar cadáveres en la calle En un momento dado, miran el cadáver y reculan unos pasos sin interrumpir su juego. Sin embargo, Korczak confía en el ser humano, lo demuestra a través de dos hechos nimios: como es el pago de un billete de autobús de un niño mientras todos los demás viajeros no habían pagado su correspondiente billete; y como un párvulo puso su ración de comida diaria a un niño recién fallecido. La única justificación que tuvo es que es su ración.

El libro además de mostrar los infortunios de un colectivo, nos muestra la estructura social a través de notas a pie de página que complementan o explican la narrativa del autor por medio de los traductores. Pasamos por diferentes orfanatos, miembros de la sociedad con poder y sin él, por personas que de forma directa o indirecta afectan a la dirección del orfanato de Janus, para así tener una idea concreta de la formación de los estamentos sociales de la ciudad.

Traducido del polaco al español por Jerzy Sławomirski y Anna Rubió Rodon la edición de Seix Barral (2018) es la primera que se publica en España, y además de los textos de Korczak incluye una serie de fotos y un epílogo, del historiador y profesor experto en literatura polaca, Jacek Leociak, que profundiza en la semblante de Janusz Korczak lo cual permite construirse una imagen más firme del médico/escritor, que a pesar de su trágico final (junto a sus doscientos niños, tuvo al viajar en dirección a Treblinka) fue coherente con su ideología y la benevolencia que sostiene el mundo infantil.

Diario de un gueto es una obra que aporta detalles mínimos, de forma independientes pero que a su vez unidos aportan el sostén de una gran capa social y de los grandes acontecimientos que se viven para lograr un entendiendo más conexo del difícil momento histórico que les tocó vivir.


© Texto y foto 

Miguel Urda Ruiz