Es
algo de lo que todos nos hemos dado cuenta: la educación se está
convirtiendo en algo elitista. Ha sido ahora al volver a estudiar en
la Universidad cuando he comprobado los precios tan desorbitados y
que no están al alcance de todos los ciudadanos.
Al
formalizar la matrícula he constatado que hay ciertos sectores de la
población que cuentan con descuentos: funcionarios –una ventaja
más para ellos y que después digan que no tienen ventajas (aunque
no quiero entrar en este tema ahora mismo, queda pendiente para otro
artículo), huérfanos, víctimas del terrorismo... y es en ese
momento cuando me salta la pregunta: ¿por
qué los desempleados no tienen descuento? Quien es seguidor
de este blog ya sabe las vueltas que le doy a ciertas cosas y esta
cuestión se merece más de una reflexión.
Si
los desempleados -no me gusta la palabra parado- tienen descuentos en
los museos, en los gimnasios, en los cines..., por qué no tienen
descuento en uno de los sectores que más necesita la sociedad para
evolucionar.
Voy
a ser benévolo y pensaré que al gobierno o autoridad competente no
se le ha ocurrido esto: dar facilidades al desempleado para que
vuelva a estudiar, a reciclarse, a incrementar su currículum con
unos estudios...; y no se ha dado cuenta de que el conocimiento es
uno de los principales pilares para que una sociedad avance y que
prefiere todo lo contrario: una sociedad inculta, ignorante,
analfabeta para que ellos puedan dominarla a su antojo y perpetuarse
en el poder, por lo que queda claro que atendiendo a estos criterios
deducimos por dónde va la línea de actuación de nuestro gobierno
-¿solo el nuestro?-: menor cocimiento-mayor manipulación.
Cada
vez tengo más claro que estamos inmersos en una competición
permanente como humildes cangrejos.
© Texto Miguel Urda
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