7/25/2024

Orient-Express, Mauricio Wiesenthal: el intento de mantener un sueño



Con el subtítulo de El tren de Europa, Mauricio Wiesenthal nos despoja de la idea preconcebida de un tren de ensueño, el Orient-Express, sintetizado en las palabras viaje e idílico. Dicho tren fue el reflejo de mantener y consagrar la hegemonía de Europa a través de unas líneas férreas, cuyas heridas intrínsecas cada vez se iban agrandando más y más, hasta que acabó desembocando en la Primera Guerra Mundial. Pero nada más alejado de la realidad. Ni el tren era tan lujoso como nos han transmitido, ni el viaje era tan placentero.

Si ya hoy en día un viaje en tren supone escasas horas, donde la tecnología ha influido muy positivamente en la comodidad del viaje, hay que retroceder unos ciento veinticinco años para ser conscientes de que todas las comodidades implícitas no eran tales. Un trayecto que duraba cincuenta horas en su recorrido más largo y que puede imaginarse lleno de penurias. Horas de espera en las fronteras, dependiendo del país que tenía que cruzar y la situación política en que se encontraba; anchos de vías diferentes lo cual suponía bajarse del tren para el oportuno cambio y horas de espera; malhechores en los propios vagones y en las fronteras; la documentación requerida debía de estar en diferentes idiomas pues podría no ser reconocida en el país pertinente; frío o calor desmedido según la temporada sobre todo en las horas de espera en las fronteras; división de compartimentos entre hombres y mujeres; los vaivenes del movimiento del tren que incluso dificulta el afeitado sin que el hombre saliese ileso de algún corte, e incluso en los primeros trenes debían llevar su propio orinal, pues el tren carecía de servicios.

La sociedad del momento sabía lo que significa el Orient-Express y no quiso estar ajena a él. Mauricio Wiesenthal cuenta como por sus vagones pasaron Coco Chanel, Josephine Baker o Isadora Ducan, por ejemplo, así como todo el cuerpo diplomático, políticos y reyes; pero sería la literatura quién le otorgaría un halo de misterio y más concretamente Agatha Christie, con su novela Asesinato en el Orient Express quién lo catapulto al éxito o fama y que continúa hasta el día de hoy, convirtiéndose en un elemento continuo para la producción de libros, películas y series.

La invención del tren supuso una innovación a la sociedad: el tiempo. La concreción del tiempo en horarios,  provocó la necesidad de que el hombre llevase el tiempo en el bolsillo, a través de los relojes. El tren supuso dar firmeza a los horarios y establecer unos ritmos en la sociedad, sobre todo donde el tren comenzaba a cobrar un papel preponderante en la sociedad. 

El desuso del Orient-Express fue el reflejo de una Europa en ruinas, sin embargo, el autor español –a pesar de su apellido– narra el intento de recuperar la idea cien años atrás, después de su primer viaje, de que un tren elegante y suntuoso volviese a recorrer toda Europa. El itinerario inaugural fue Londres-Venecia, pero el elevado coste le hizo ser consciente de que los tiempos habían cambiado, la sociedad también y los nuevos trenes venían acompañados de tecnología donde dejaban patente  que el ayer, por muy lujoso que fuese, era mejor dejarlo en el ayer,

Un ensayo con multitud de anécdotas y plagado de recuerdos personales, de fácil lectura y  sirve como base si queremos profundizar algo más en el tema, pero sobre todo deja claro que todo tiene su tiempo y que cuando algo se saca de él no encaja del todo, ni que todo el imaginario fue tan idílico.

© Miguel Urda Ruiz

Texto e Imagen


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