A
un señor le cortaron la cabeza pero como después estallo una huelga
y no pudieron enterrarlo, este señor tuvo que seguir viviendo sin
cabeza y arreglárselas bien o mal1.
Su cabeza cayó olvidada en la esquina de los desechos de la
frutería. Yo me la llevé a casa, pero no le dije nada a mamá, ya
que se pondría furiosa diciendo que solo le llevo cosas inútiles y que
recojo todo lo que me encuentro por la calle. La escondí entre el
oso de peluche y el payaso de tela. Por la noche esperaba que todos
estuviesen dormidos para sacarla de su escondite. Una noche me habló
y me dijo que si la llevaba a la calle.
A la
caja de panettone de la Navidad anterior le abrí dos
agujeros. Y el sábado por la mañana metí la cabeza dentro y nos
fuimos a dar un paseo por el pueblo. Conforme íbamos caminando, le
preguntaba si conocía por dónde íbamos. Me decía que sí, que le
sonaban algunas calles y comercios. De repente, noté cómo se
alteraba y cómo daba saltos dentro de la caja y me decía a la
derecha, a la derecha. Miré a la derecha y entendí su
agitación.
©
Miguel Urda
1Frase
correspondiente a Julio Cortázar.
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