12/01/2009

364 Días anónimos


Cuando escribo estas líneas es día uno de diciembre, día internacional del SIDA. Durante un día al año a todos los ciudadanos nos obligan a tomar conciencia sobre esta enfermedad y colocarnos un lazo rojo en la solapa. En este día todo el mundo es consciente de lo que significa el sida: enfermedades de homosexuales, de drogadictos, del tercer mundo… que afecta “a la parte diferente” de la sociedad. Los medios de comunicación han dado la noticia por activa y por pasiva. Qué cosa tan paradoja y tan peculiar: se celebra el día de una enfermedad, lo que parece llevar de forma orgullosa a presentadores de televisión, políticos, gente de la vida social, cuyo rostro es conocido, a lucir un lacito rojo como sinónimo de compasión. Es el momento de ser solidario. Y todo el mundo tiene cantidad de amigos gays, y los gays son la mejor gente del mundo, y no pasa nada por ser gay, y gays, gays, gays… Es el día, es el momento, de ser solidario para acallar una conciencia que olvida esta enfermedad para el resto del año.
Un primero de diciembre caminaba yo por una calle concurrida de mi ciudad cuando una señora, ya entrada en años y vestida de domingo, con una hucha en su mano derecha y un lacito rojo en la izquierda se acercó a mí para exigirme un donativo a favor de esta enfermedad. Con la mirada le dije que no y, sin darme tiempo a hablar la buena señora, metida en su papel de mujer solidaria y de de buen corazón, en ese día de su buena acción, me inquirió en tono inculpatorio e irónico:
- Gracias, señor, por su voluntad. Estas pobres gentes le agradecerán que no haya aportado nada para ayudar a estos desfavorecidos.
Me detuve en seco, al escuchar estas palabras y la señora cambió la cara al ver mi gesto. Debió pensar que sus palabras me habían hecho recapacitar y me paraba para sacar mi cartera y aportar algunas monedas a su hucha.
-Gracias por su voluntad, caballero, volvió a repetir la buena señora, acercando la hucha hacia mí.
Pero al ver que yo seguía sin hacer el gesto que tanto ansiaba ella quedó un poco desconcertada.
-Discúlpeme, buena señora -le dije atenuando la entonación de las dos últimas palabras. ¿Cree usted que por no llevar un lazo rojo en la solapa de mi chaqueta no soy solidario? ¿Qué si no le echo algunas monedas a su pertinente hucha no soy una persona solidaria y digna de esta sociedad? Señora, se le agradece enormemente que dedique parte de su valioso tiempo libre a solicitar dinero para la “pobre gente infectada por esta plaga” como usted ha dicho, pero piense que si no llevo un lazo rojo bien visible, ni me manifiesto pidiendo ayuda tambien puedo ser solidario. Yo, señora, tal y como usted puede comprobar, no llevo un lazo, pero durante 364 días, y de forma anónima, soy participe de esta “sociedad marginada”; no tengo un nombre social reconocido, pero participo de forma intensa en el colectivo BASIDA. Yo solo quiero ayudar, y participo de forma continua con este colectivo porque lo siento, no porque necesite acallar mi conciencia durante un día.
A veces el silencio es más efectivo que el ruido.

Miguel

11/23/2009

Chicago. 1.- Toma de Contacto


I.- TOMA DE CONTACTO

El panel informativo del avión de Iberia me dice que la distancia entre Madrid y Chicago es de 6738 Kms. Voy mentalizado, provisto de abundante lectura, mi mp3 lleno de música y la batería completamente llena. Es obvio voy en clase turista por lo que me olvido de comodidad alguna. Tras haber sobrevivido a nueve horas y veinte minutos de vuelo llega la dichosa y temida Inmigración. Un guardia con aspecto de mexicano nos va indicando que debemos situarnos en filas de a uno perfectamente alineadas y supervigiladas, vaya a ser que te cueles de turno y hagas saltar la alarma general provocando un conflicto de Estado. Conforme la línea avanza, donde mi amigo Salvador y yo estamos esperando como buenos ciudadanos y futuros visitantes, puedo comprobar la cara de pocos amigos que tiene el guardia que está detrás de la ventanilla y quien tiene el poder de decir si eres apto o no para entrar en el país. Cuando me toca mi turno me indica de forma automática: que coloque mis cuatro dedos de la mano derecha en un escáner, después el dedo pulgar, cambio de mano, los mismos gestos en la mano izquierda, una foto con la Cam y Estados Unidos ya tiene una parte de mi persona en su archivo. Con gestos mecánicos te grapa el papelito verde que hemos rellenado en el avión y te coloca sello en el Pasaporte. Ni si quiera te dice “Welcome To USA.”, solamente dice: “The next please”. Igual es un robot o replicante disfrazado pienso, pero bueno miro lo positivo: soy un ciudadano apto para visitar el país y diviso mi maleta a lo lejos, lo cual ya es mucho.

Camino al hotel, en el taxi, se vislumbra a lo lejos la silueta de Chicago que parece una ciudad construida con fichas de Lego, conforme el coche va adentrándose en la ciudad la silueta va dando paso a edificios, cada cual más grande y diferente que su vecino. Ya en el “Loops” o centro neurálgico de la ciudad, que es donde esta nuestro hotel, el coche circula entre sombras porque los gigantescos edificios no permiten que el sol manche el asfalto.

Una vez dejadas las maletas en el hotel, duchados nos vamos a la conquista de Chicago. Bueno en realidad lo tendré que hacer yo sólo, mi colega Sarvi –si, si, Sarvi- tiene que currar. Tengo diez días para conocer Chicago.

Aparte de la arquitectura que es lo que más llama la atención a primera vista a cualquier ciudadano que visite “la ciudad del viento” (yo pensé que la ciudad del viento era Tarifa, pero en fin siempre se aprende algo nuevo) a mí me ha resultado muy llamativo el civismo de las personas. Hay que tener en cuenta que tanto Canadá como Estados Unidos son países cuya sociedad está formada por inmigrantes y por lo tanto el nivel de contrastes culturales es mayor. (La foto de la izquierda es una estatua homenaje a ellos) Acostumbrados a una España –por lo menos en la parte del Sur- donde todo se pide o hace a gritos: pedir el café en el bar a gritos, hablar por el móvil pregonando lo que te acabas de comprar,… allí todo es susurro o murmullos. De la gente que pude ver hablando por el teléfono móvil a ninguno le escuche una voz elevada. Encontré y me hice asiduo de una librería con cafetería llamada “Borders” donde puedes coger un libro o revista y llevártelo a leer mientras tomas un café. Es impensable ver en nuestro país algo así: una cafetería, donde todo el mundo este en silencio, con su ordenador portátil o escribiendo y leyendo y cuando en la mesa había dos o más personas el cuchicheo es mínimo. Si mal no recuerdo la FNAC en Madrid lo intentó pero evidentemente España no está preparada para cosas así.



¿A que parecen fichas del lego? La Torre Sears (foto derecha) la engullía la niebla.



To be continued
Miguel

11/16/2009

DESTINO




"Cada uno tenemos nuestro destino y lo único que cabe es
seguirlo y aceptarlo, no importa donde nos lleve".

Henry Miller


11/11/2009

LUZ : NOSTALGICA Y PASIONAL


Nunca he sido un seguidor acérrimo de Luz Casal, si acaso de las canciones que sonaban en la radio; en cambio, sí puedo decir que soy un amante del bolero. Cuando escuché la primera canción de promoción de su último trabajo, me dije: “esto hay que escucharlo, que aquí hay algo bueno”.
A veces el artista busca la canción para su hacer su versión, pero en otras ocasiones ocurre lo contrario: es la canción la que busca al artista, como así ha sido en este caso. El bolero lleva llamando a Luz Casal desde hace veinte años -¡Dios, cómo pasa el tiempo!-. ¿Quién no se acuerda de Miguel Bose vestido de rojo intenso e interpretando el play Back de “Piensa en mí” bajo la voz de Luz en la película Tacones Lejanos? En aquel momento, fue una incursión en un terreno musical donde nunca se había movido, pero, desde entonces, el bolero ha ido tras ella. Y ha tenido que pasar mucho tiempo –con todo lo que ello conlleva- para encontrarnos con esta joya musical: La Pasión, de Luz Casal.
Son once las canciones de los años cuarenta, cincuenta y sesenta que Luz ha interpretado como ella ha querido y el cuerpo se lo ha pedido, que han sido grabadas a la vieja usanza con todos los instrumentos y voz a la vez (además, claramente perceptible cuando escuchas dos tres veces el disco). Una vocalización perfecta (¿cuántos cantantes hay a los que no se les entienden lo que cantan?) y, lo que es evidente, un amor entre ella y el bolero. Una simbiosis perfecta entre ambos. El título viene que ni pintado, pues es un trabajo hecho con pasión y cariño.
El disco es un viaje al pasado: consigue ponerte algo nostálgico y trasladarte al ayer, al tiempo dorado del bolero. Es fácil imaginar un café-teatro de los de antes, lleno de humo, un escenario pequeño donde la orquesta tiene que ubicarse a trompicones y, en primera línea, un micrófono de pie donde el artista dejará pasiones y desengaños al compás de una música suave.
Los ingredientes fundamentales del bolero son dos: amor y desengaño. Y ambos se llevan a los extremos. Cuando se habla de amor, es una amor exagerado, entregado e incluso a veces cansado; y cuando se habla de desengaño, se lleva al extremo trágico, al grado supino del sufrimiento. Todo se puede apreciar aquí: prefiero la ilusión perdida a que me vuelvas a engañar; es la historia de un amor como no hay otra igual; no sé exactamente qué pasó, que todo de repente ya cambio; me envolverán las sombras cuando tú te hayas ido… Estos son trozos de letras de canciones que ya tarareamos la segunda vez que escuchamos el disco, y todos nos pondremos en la piel del que la vive.
Solamente quiero decirles que, por favor, hagasen con el disco, se pongan una copa de su vino (no alejen mucho la botella), algo para picar, una luz tenue, buena compañía a ser posible, acomódense en el sofá o en su sitio preferido, aprieten el botón del play en el equipo de música y prepárense para disfrutar de un viaje a la música del ayer, a la nostálgica de la mano de Luz Casal y su Pasión.




Miguel.

10/23/2009

Chicago, un viaje inesperado



Como algunos sabeis llego unos cuantos dias en Chicago. Estoy intentando volcar una cronica de los primeros dias de mi viaje pero no puedo. El ordenador del ciber del hotel no me deja pasar mis fotos y ando a reganadientas con el teclado (sin acentos, enes, letras cambiadas ...) .

De momento decir que todo va bien. Ayer y hoy ha llovido y la temperatura ha bajado mucho, pero... a mi no me importa el frio me gusta.

Estoy tomando un monton de notas para usarlas a mi vuelta.

Nos vemos pronto.


Miguel

10/17/2009

Dos palabras

Acabo de comenzar un curso de literatura creativa y, como primera tarea, hay que escribir un texto a partir de un “binomio fantástico”, es decir, a raíz de dos palabras elegidas al azar. Mi ejercicio ha desatado diversas opiniones en clase: que he hecho trampa, que no he usado las palabras, que he sido original… Opiniones dispares que me han gustado, pues a veces lo importante es provocar para aprender de lo expresado por otros compañeros. Aquí tenéis el texto. Espero vuestros comentarios u opiniones.



DOS PALABRAS
¡Qué cosa más complicada! Tengo que escribir una historia partiendo de dos palabras que cada alumno ha escogido a su libre albedrío y ha escrito en dos papeles blancos de tamaño no muy grande y de forma cuadrada. Después, esos papelitos han sido doblados tres veces hasta quedar reducidos a tamaño casi minúsculo. A continuación, los hemos introducido en una cesta de mimbre de color marrón oscuro que hemos pasado de mano en mano repitiendo el mismo gesto mecánico cada alumno: alargar el brazo e introducir los dos papelitos en dicho recipiente.
Me pregunto qué palabras habrá escrito cada persona. ¿En qué se habrán basado para escribirlas? ¿Serán palabras que tengan un significado especial para él o ella? ¿Habrán escrito lo primero que se les haya pasado por la mente? ¡Qué variedad de palabras hay en ese cesto! Dos palabras por persona, y somos doce alumnos, lo que hace un total de veinticuatro palabras, casi a una por letra del abecedario, menos mal que no ha sido así, si no, habría sido aún más difícil elaborar una historia. ¿Cuántas historias pueden crearse con esas veinticuatro palabras?
Ahora que lo pienso detenidamente, qué rabia que el profesor haya ordenado escribir dos palabras, podía haber dicho escribid tres y la cosa hubiese sido más fácil, y yo, por ejemplo, con tres palabras, ya hubiese sabido hilar la historia fácilmente, hubiese sido como el bolero “Tres Palabras”: con Tres Palabras te diré todas mis cosas, solo con tres palabras te diré…” ¡Ay!, qué tonto me pongo cuando escucho un bolero. Y es que yo soy muy romanticón y cuando menos me lo espero… zas, me ponga a soñar. Me imagino que las tres palabras que me han tocado son: corazón, rosa y princesa. Qué historia tan bonita me hubiese salido a mí con esas palabras, pero no, el profesor ha dicho que escribamos dos palabras.
¿Qué palabras he escrito yo? Con esta mala memoria, ahora no me acuerdo. ¿A quién le habrá tocado? Esto es parecido al juego del asesino y el policía, donde hay que ir guiñando el ojo, pero con cuidado, para que no te descubran. Me entran ganas de ir guiñando los ojos a mis compañeros para ver si me responden, pero debo estarme quieto; esto no es un juego, esto es algo muy serio: es literatura, aunque dentro de ella hay muchas vertientes, entre ellas el humor. Debo centrarme en mis dos palabras y buscar una historia, algo que unan las dos palabras y que consiga rellenar un folio. Vuelvo a acordarme del Bolero: Con tres palabras te diré cómo me gustas. ¡Mierda! Que fácil hubiese sido escribir una historia con tres palabras, pero no, son dos palabras, dos palabras que no están en ningún bolero, así que, manos a la obra. Quitó el capuchón al bolígrafo, tomo posición delante del folio en blanco. Todo listo para escribir.
Por cierto, se me olvidaba, mis dos palabras para desarrollar una historia son: Amarillo y Crepúsculo.

Miguel

10/12/2009

Recuerdos


Camino hacia el bosque de los recuerdos

"Hay recuerdos que, por mucho tiempo que haya transcurrido, por muchas cosas que hayan sucedido, no podemos olvidar jamás. Hay recuerdos que no palidecen. Hay cosas que permanecen firmes dentro de nosotros como el arquitrabe que sostiene el arco".


Kafka en la orilla
Haruki Murakami.


9/27/2009

Un desafío

Una amiga me desafío a escribir el comienzo de una novela a partir de una frase: las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. Yo lo he cumplido incluso he escrito más de lo acordado. Ahora me gustaría saber que opináis de este primer folio que os doy a leer. Y por supuesto se admiten sugerencias, ideas, criticas... Aunque el planteamiento, nudo y desenlace lo tengo en mi mente.

Gracias por leerlo y esos "posibles" comentarios.


Miguel


Las escaleras se suben de...

— ¡No, ahora no!, Ahora no puedes dejarme así como así.
— ¿Por qué no? –Dice Clara en un tono de voz más elevado de lo habitual.
— ¿Quién eres tú en mi vida para decidir si puedo dejarte o no? —pregunta Fernando con voz firme.
— Soy la puta que un día te acogió cuando tu mujer te echó a la calle al enterarse de mi existencia. Soy la que sufrió que volvieses con ella y no te reprochase nada, soy la mujer a la que le hiciste perder un hijo porque tú no querías más responsabilidades. Soy la mujer que ha estado a la sombra tuya durante quince años. He sido tuya a tu antojo. He vivido cuando tú has querido, he dormido cuando tú has dormido, he suspirado cuando tú me has dejado suspirar y ¿ahora me dices que quién soy yo para decidir algo en tu vida? Y tienes razón: no soy nadie, solo una simple mujer enamorada y entregada a un hombre.
El no habla, solo mira a ella.
—No dices nada. ¿Te duele tanta verdad?
— Nunca te prometí nada.
—Mientes, —exclamo la mujer con voz dura y mirada cristalina— como siempre has hecho. Creo que ya nacistes mintiendo. Pero ahora una mentira más, una mentira menos da igual. No va a cambiar los hechos.
Tranquilízate, cariño.
— ¿Cariño? Ahora soy “cariño”. ¿Cuándo fue la última vez que me llamastes así? ¿Y a tú mujer se lo has dicho alguna vez de corazón? ¿Sabes? ahora me da igual, pero voy a decir algo que no te va a gustar.
En ese momento, ella toma aire, camina unos pasos y se dirige hacia la ventana. Mira a la calle fijamente. Cuando vuelve la cara habla con precisión.
— Un día, al salir del instituto, me fije en una mujer que esperaba, pero no esperaba a ningún alumno. Es intuición femenina, porque me dije a mi misma “es la mujer de Fernando”. Nunca la había visto en persona, solo en las pocas fotos que tú me habías mostrado de ella y la descripción que de vez en cuando conseguía sonsacarte de ella. Conforme cruzaba la verja, ella comenzó a andar hacia mí. Y dijo mi nombre y se presento. “Pero tranquila, no vengo a hacerle daño, solo me gustaría tomar un café”. Y tomamos un café, aunque era hora de almorzar. Pasamos la tarde juntas. Y hablamos, como dice la canción, “hablamos de muchas cosas que el tiempo se llevo” y ese mismo tiempo quien nos ha dado la razón. Y te resultara extraño, pero hemos llegado a ser amigas. Es una palabra difícil de explicar y aplicar pues somos dos mujeres enamoradas del mismo hombre. A raíz de ese encuentro hemos ido descubriendo tus mentiras, tus coartadas, tu forma cobarde de vivir. Lo que más me llamo la atención de tu mujer fue la valentía con que afronto que no eras suyo, que te compartía conmigo. Me explicó cómo supo de mi presencia en tu vida, cómo se las ingenio para averiguar mi trabajo (había seguido mis pasos durante una semana hasta que decidió tenerme cara a cara). Fue una situación tensa, pero hay algo que tú nunca has sabido apreciar de tu mujer ni de mi, somos dos mujeres inteligentes. Comprendimos que ambas no teníamos que ser rivales sino actuar juntas en contra de un hombre. Y tu mujer me puso el ejemplo de la escalera, que varias veces te lo había hecho ver a ti: “las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas”. No te podíamos mostrar nuestras armas. Dos mujeres contra un hombre. Y yo sé que tu desde hace algún tiempo quieres dejarme. Pero yo no te lo voy a permitir. No. De ningún modo.
— ¿Desde cuando os conocéis? –le pregunta él con cierto nerviosismo.— Eso no puede ser verdad.
— ¿Quieres salir de la duda? ¿Por qué no la llamas y le preguntas?
Fernando no dice nada.
Ah, claro, no tienes valor. No me acordaba de ello. Tan difícil no es levantar el auricular, marcar los nueve dígitos de tu casa y preguntarle a Pilar; ¿Oye es verdad que Clara y tu os habéis visto alguna vez? No te atreves. ¿O prefieres que lo haga yo?
— Mientes. Todo lo que sale por tu boca es mentira. Mi mujer y tú no os conocéis. Es imposible. Mientes. Mientes, mientes. Siempre he sabido que eras una zorra.
— Una zorra: déjame que marque el teléfono y para que veas que no te miento ¿cual quieres que marque el de tu casa o el móvil? Quiere que te diga su número particular.
El no dice nada. Intenta esquivar la mirada al sentirse acorralado.
— Callas. Así me gustas. No hablas porque te has quedado atónito. Pero no te preocupes Fernando ambas sabemos que no llegarás muy lejos sin una mujer. Cuando yo te deje — porque ahora soy yo quién te dice que te vayas, quién te deja—, llegaras muy mimoso a tu mujer. Y es posible que ella también tenga una sorpresa para ti. ¿Por qué no vas corriendo a su encuentro? Igual tenemos las dos un plan contra ti. ¿Te imaginas que ella también haya decidido dejarte? ¿Qué harás Fernando? Suplicarás que no te dejemos. Que, por favor, somos el azúcar de tu vida, que necesitas cada mañana para vivir. Cómo nos reímos Clara y yo imitando tus palabras y gestos. A las dos nos decías lo mismo, solo cambiaba el nombre. Te faltaba la imaginación hasta para el amor. Ay, Fernando, que iluso has sido.


To be continued

Miguel


9/19/2009

Tarde de nubes

Ayer al abrir, por obligación, una puerta se agolpó en mi mente veintinueve años de recuerdos. Ha sido tan apabullante el encontronazo con mi pasado que mi nostalgia ha perdido un poco el equilibrio emocional. Para intentar encontrar un poco de estabilidad mental y viendo que el cielo estaba cubierto de nubes, he ido a ver si estas querían echarme una mano con semejante tarea. Aun es pronto para decir si me han ayudado o no, pero lo que si puedo deciros es que el mar, el cielo y las nubes estaban preciosos.

Aquí va una muestra.

Espero que os guste.

La tarde parece más oscura de lo que llegó a ser.

El cielo azul hizo un intento de estar presente.

Hay veces que nos encontramos un

mar de piedras en nuestro camino.


Besos que erosionán.

Nubes gris pequeña copulando
a nube blanca grande.

Nubes grises y alboratadas como mis pensamientos.

Nube gris intentando diluirse en un

azul atardecer pre-otoñal.

Miguel

9/14/2009

Una mujer llega al pueblo

No es difícil encontrar en escaparates de librerías y en estanterías de la misma sección de las grandes superficies comerciales las últimas novedades del mundo editorial, todo en colores atractivos y sugerentes para que le entre por los ojos al posible lector y, seguro, consumidor.

Estamos acostumbrados tan acostumbrados al estímulo constante de las últimas novedades literarias que solemos relegar a escritores contemporáneos del siglo XX a un olvido persistente; y con esto no quiero decir que haya que leer los clásicos, sino autores que cuentan con un menor reconocimiento público y, por lo tanto, fama, pero cuya obra literaria es abundante y con una calidad que deja huella.

Hace poco tiempo cayó en mis manos un libro que a primera vista me parecía una novela de amor, aun así le eché un vistazo y comencé a leerla. Las primeras páginas me atraparon y desecharon por completo la idea preconciba que yo tenía sobre el libro en sí.

Es una historia ambientada en la Costa Brava, en los años cincuenta, donde ya están muy bien trazados los hilos del sistema dictatorial que tuvimos durante casi cuarenta años. Nos presenta una serie de personajes muy bien caracterizados y a los que todos les podemos poner una cara que nos resulte conocida o familiar. Una trama perfectamente organizada con un trasfondo muy importante donde se deja al trasluz la sociedad hipócrita de esos años: una clase jerarquizada y el sometimiento de la mujer hacia el hombre, siendo tratada como un objeto muchas veces.

La moral, idea que tanto le gustó manipular al anterior régimen, nos la muestra como la viven los personajes, con las dos caras de la misma moneda: hacia el interior, donde hay que ocultar todos los problemas que hay dentro de cada casa, y de cara al exterior de la sociedad, donde todo es armonía, bonitas palabras y sonrisa de felicidad perpetua.

La iglesia tiene otro papel destacado en la novela y nos vuelve a mostrar su hipocresía. Es muy fuerte el cinismo de la Iglesia Católica en esas páginas, la cual durante tanto tiempo ha estado —y en realidad sigue estando— presente en la sociedad.

Nos muestra a una familia adscrita al régimen y que goza de buena posición económica, lo que le permite abusar de su condición acomodada, reflejando muy claramente las diferencias sociales de la época. Aquí nos enseña los primeros atisbos de lo que significará el turismo en nuestra sociedad y economía. El pueblo se somete a ellos, primero, con el fin de agradarlos y, después, tomando conciencia de que puede ser fuente de ingresos económicos muy lucrativos. Los turistas no son ajenos a la España de pandereta y toreros que tan bien se vendió de cara al exterior.

El final está muy elaborado y se consigue encajar todas las piezas del puzzle de la sociedad de la época, dejando un sabor de boca literario muy dulce y, a la vez, con ganas de patalear, pues los que tenemos ya algunos añitos sabemos que así fue realmente como marchaba la sociedad.

Por cierto, el libro lleva por título Una mujer llega al pueblo y la autora es Mercedes Salisachs.

Una vez leída la novela, quedan ganas de leer más cosas de esta escritora, pero da rabia cuando vas a la librería en busca de más títulos de esta autora y compruebas que apenas hay cinco o seis títulos publicados de ella. Su página web (http://www.mercedessalisachs.com) plasma su carrera literaria donde podemos apreciar que es abundante y refleja perfectamente la evolución de la sociedad española desde sus primeros escritos hasta estos momentos. Aun así, continúo indagando algo más sobre ella y a la búsqueda de otras obras.

¿Por qué menospreciamos, olvidamos lo nuestro y valoramos algo tan mediocre como la trilogía Millennium? La autora todavía vive, igual hay que esperar que deje este mundo para que publiquen sus obras completas y entonces llegue al gran público.

Nunca desvelo trama ni personajes, solamente doy recomendaciones de una novela o libro para que provoquen la curiosidad y, por lo tanto, incite a leerlo y, a ser posible, a recibir opiniones sobre si estaba equivocado o no.

Desde aquí hago un llamamiento a leer textos que no tengan una portada bonita, un título llamativo o una campaña de marketing espléndida. Hay que rebuscar en las librerías, en las tiendas de libros de segunda mano; siempre se encuentran joyas literarias para disfrutar plenamente de ellas. Este libro lo encontré allí y me costó dos euros.

Miguel