8/31/2024

El extranjero, Richard Sennett: La herida de unas raíces



Leer o entender el ayer para intentar comprender el hoy. El extranjero, un ensayo que recoge  dos conferencias de Richard Sennet y publicado por la editorial Anagrama, las cuales abordan un punto de vista más, sobre el exilio. Un tema muy recurrente para ciertos autores, pero la cuestión es cómo enfocarlo.

Hoy en día estamos familiarizados con la palabra "exilio" y casi no nos conmueve cuando vemos en los medios de comunicación personas implicadas en ello. El exilio significa iniciar, de nuevo, una vida; volver a comenzar desde cero o casi; empezar a vivir sin raíces, pero tampoco es algo nuevo y desde que las civilizaciones tienen nombre el hombre lo ha sufrido siempre y más cuando el pensamiento no sigue la línea acorde a los dirigentes o a la gran mayoría.

Sennet aborda en el primer ensayo, de forma muy amena, mostrándonos lo que significó el exilio de los judíos (pueblo que lo lleva sufriendo dos mil años, en términos generales, tanto que hay quien lo considera unos emigrantes permanentes) en la Venecia de principios del siglo XVI con el aporte de datos cercanos de la vida social de la época en la espléndida ciudad, que se alejan del formalismo académico y, por lo tanto, más comprensible. Expone las causas que la sociedad alega para apartarlo del del epicentro de la vida social y lo margina tras unos muros o al extrarradio de la ciudad, en la Europa dónde el hombre tenía como lema ser epicentro del conocimiento.

En la segunda parte nos remite a principios del siglo XX, donde los nacionalismos inculcan la búsqueda de una identidad. Vemos que una guerra no se provoca de la noche a la mañana. Las heridas (políticas e ideológicas en este caso) van cimentando un poco de inconformismo que desembocó en dos contiendas mundiales.

Vemos por tanto, dos puntos de vista de cómo actúa el hombre cuando tiene que dejar sus raíces (en algunos casos es que no llegan ni a plantarlas) y esto nos ayudará a comprender la sociedad de hoy. El presente sin el ayer no puede construirse. La historia y el tiempo suelen repetir patrones y heridas. El exilio es una de ellas. Nadie está libre de padecerlo. Richard Sennet lo muestra de una forma clara y precisa. Solo queda que el lector lo aprecie.

© Miguel Urda Ruiz

Fotografía y texto






8/19/2024

Habíamos ganado la guerra, Esther Tusquets: la otra perspectiva




Lo dice la autora en una nota al inicio del libro: disponíamos de menos material procedente de los vencedores. ¿Cómo era la burguesía franquista en la Barcelona de los años cuarenta y cincuenta, a los ojos infantiles y luego adolescentes de uno de sus hijos? Y en efecto, eso es lo que nos encontramos en sus páginas, una visión de la realidad de aquel momento de una niña perteneciente a una clase privilegiada en la España de la postguerra y además en Cataluña.

El libro, un híbrido entre narración y ensayo, no engaña y sobre todo no decepciona. Esther Tusquets tiene un nombre propio y con mayúsculas dentro de la literatura española en el último tercio del siglo XX y principios del XXI. Adentrarse en la prosa de la autora catalana conlleva leer calidad. Ella sabe lo que es literatura y las motivaciones que hay entre autores para dirigirse a los diferentes tipos de público. Su novela El mismo mar de todos los veranos, la elevó al cenit de la literatura española en la transición, pero con el calificativo de para minorías. No es una lectura fácil y ella lo sabe, pero hace todo lo contrario con Habíamos ganado la guerra, se acerca al lector de la calle, al próximo para contarle aquello que no necesita más vuelta de hoja o interpretaciones, si no las cosas contadas bajo el prisma que otorga una edad todavía inocente, en un momento donde el país se lamía las heridas de una guerra y los malos eran los perdedores, como bien se encargó el régimen de proclamar. 

Más que entrar en una radiografía de la sociedad la autora narra cómo recuerda los hechos que dada su corta edad vivió y lo que significaron para ella. Por ejemplo, hablar de que en el seno familiar tenía un tío, además orgulloso de ello, de ser proclive al régimen nazi; que las chicas que no se casaban a una determinada edad ya se las consideraba desechadas o como la soltería era considerada una enfermedad; estaba mal visto que una mujer hiciera deporte en los años 40 o 50 por lo tanto inexistente para su género; sus vacaciones en la Costa Brava, lugar de veraneo de la clase pudiente, y como hoy en día es asequible para cualquier economía.

Tusquets ha dedicado muchas páginas de su prosa a detallar la relación con su madre y aquí no pasa de largo, aunque no está presente de una forma tan prístina la confrontación y todas sus reverberaciones que conlleva a lo largo de una vida, pero sí deja claro que la relación no sería fácil, a pesar de presentarla como una madre atípica.

Una lectura sin recovecos o metáforas por descubrir, pero que muestra que las perspectivas de una época siempre son diferentes por mucho que intenten mostrar que no es así. Tusquets tiene muchas variantes narrativas, pero no defrauda nunca.

© Miguel Urda Ruiz

Texto y foto


8/13/2024

La fragilidad de las panteras, María Tena: Un ápice familiar

 




Si hay algo de lo que se ha encargado la literatura, y en concreto la novela, es de confirmar que la familia perfecta no existe. María Tena recurre al núcleo familiar para el desarrollo de su novela La fragilidad de las panteras, finalista del premio primavera de novela 2010. Una historia femenina, dividida en tres partes y narrada por cada una de las hijas, Itziar, Teresa y Laura, componentes de una familia media y acomodada en el barrio de Arguelles, en Madrid, así como Iñaki. Un personaje de la infancia, de los veraneos familiares en el País Vasco y que va a transformar la vida del presente de las protagonistas porque en una historia y una familia, si falta un ingrediente como el "ayer" no tiene la enjundia suficiente para ser realista.

Tres hijas que dejan al descubierto tres formas diferentes de ver los mismos hechos de una familia, con secretos y silencios, y a pesar de ello, cada una tiene bastante autonomía para desgajarse de la novela central y tener su propia novela. María Tena, enhebra y construye muy bien los personajes, para que las fichas dentro del puzzle de la novela encajen y parezca todo simple y el lector se lo crea y agradezca de verdad lo que está leyendo, y además se encuentre con una realidad poliédrica y no establezca un juicio sobre ninguna. Tres mujeres que han escogido tres caminos para vivir (o quizás sobrevivir) de forma diferente y sobre lo cual podemos plantearnos si el camino que escogemos lo escogemos porque sí o está condicionado por circunstancias y factores de los cuales no somos conscientes. Y que por muy fuerte que pueda parecer una mujer, como una pantera, dentro existe siempre un ápice de fragilidad.

Es una historia que se lee fácil, te atrapa desde las primeras líneas y por las cuales no pasa desapercibido el saber teórico y práctico de la autora como profesora de escritura creativa, con capítulos cortos y secuencias muy bien organizadas en la trama. No es una novela feminista, sino que retrata a la mujer como tal, con sus defectos y sus virtudes igual que a secundarios masculinos que pasan por la historia. Excepto Iñaki, personaje que aporta todo el suspense a la historia. 

© Miguel Urda Ruiz, texto

Fotografía, Internet 



8/06/2024

Cuaderno de faros, Jazmina Barrera: a la búsqueda de una luz narrativa


Cuaderno de faros es una mezcla de diario, relato y ensayo, lo cual, deja al lector con el sinsabor de no saber qué paladear y cuando te adentras en sus páginas descubres que la autora se pierde en los laureles porque no entra en profundidad ningún tema en concreto. Da la sensación de que se ha sentado a escribir, sin saber lo que quería escribir con exactitud, sólo con una somera idea y que le gustan los faros.

El faro tiene un halo romántico y nostálgico, perpetuado a través de todas las artes, sin excluir ninguna: pintura, arquitectura, cine... pero es la literatura quién le ha sacado más jugo al edificio, desde la antigüedad clásica, reflejado en una cantidad ingente de novelas, artículos, relatos, es decir, como argumento para construir una historia.

La base de la que parte la autora mexicana es buena, porque habla sobre el edificio en sí, forma y el significado, remitiéndose a su primigenio uso desde los albores de las sociedades con la finalidad de alumbrar en la oscuridad e incluso muestra una serie de hechos curiosos, que parecen ser desconocedores para el público en general, como por ejemplo el hecho de que hubiera mujeres fareras, o que estuvieran habitados por familias, y de que pudiera haber más de un farero en el propio espacio lo que nos aleja de la idea del solitario e hirsuto farero. Sin embargo, echo en falta un paralelismo de los faros con su vida. La visita a un faro a nivel individual, no tiene sentido como motivo turístico, a pesar de que existe toda una industria turística en torno a ellos, sino que debería de existir un motivo fundamentado en la propia persona: coleccionista, por ejemplo; pero cuando se visitan una serie de faros sin mostrar un interés concreto, solo la curiosidad, se desaprovechan los viajes quedándose en la superficialidad de una historia, para acabar el libro por la parte final, es decir, comienza el libro por el tejado, y acaba el libro dando inicio un diario. ¿Lo motivó la visita a los faros? ¿fue un capricho al comprar una libreta de una nave espacial? 

Sin embargo, vemos que sí, que el libro tiene una fundamentación documental y nos remite a autores como R.L Stevenson, Hopper, Virginia Woolf, y muestra su relación con ellos. Pero a mí me falta la relación de Jazmina Barrera con los faros. No me vale decir que un faro es bonito y que la mayoría se encuentran en desuso.

La bibliografía recomendada, casi, lo mejor. 

© Miguel Urda Ruiz 

Texto y foto