8/19/2024

Habíamos ganado la guerra, Esther Tusquets: la otra perspectiva




Lo dice la autora en una nota al inicio del libro: disponíamos de menos material procedente de los vencedores. ¿Cómo era la burguesía franquista en la Barcelona de los años cuarenta y cincuenta, a los ojos infantiles y luego adolescentes de uno de sus hijos? Y en efecto, eso es lo que nos encontramos en sus páginas, una visión de la realidad de aquel momento de una niña perteneciente a una clase privilegiada en la España de la postguerra y además en Cataluña.

El libro, un híbrido entre narración y ensayo, no engaña y sobre todo no decepciona. Esther Tusquets tiene un nombre propio y con mayúsculas dentro de la literatura española en el último tercio del siglo XX y principios del XXI. Adentrarse en la prosa de la autora catalana conlleva leer calidad. Ella sabe lo que es literatura y las motivaciones que hay entre autores para dirigirse a los diferentes tipos de público. Su novela El mismo mar de todos los veranos, la elevó al cenit de la literatura española en la transición, pero con el calificativo de para minorías. No es una lectura fácil y ella lo sabe, pero hace todo lo contrario con Habíamos ganado la guerra, se acerca al lector de la calle, al próximo para contarle aquello que no necesita más vuelta de hoja o interpretaciones, si no las cosas contadas bajo el prisma que otorga una edad todavía inocente, en un momento donde el país se lamía las heridas de una guerra y los malos eran los perdedores, como bien se encargó el régimen de proclamar. 

Más que entrar en una radiografía de la sociedad la autora narra cómo recuerda los hechos que dada su corta edad vivió y lo que significaron para ella. Por ejemplo, hablar de que en el seno familiar tenía un tío, además orgulloso de ello, de ser proclive al régimen nazi; que las chicas que no se casaban a una determinada edad ya se las consideraba desechadas o como la soltería era considerada una enfermedad; estaba mal visto que una mujer hiciera deporte en los años 40 o 50 por lo tanto inexistente para su género; sus vacaciones en la Costa Brava, lugar de veraneo de la clase pudiente, y como hoy en día es asequible para cualquier economía.

Tusquets ha dedicado muchas páginas de su prosa a detallar la relación con su madre y aquí no pasa de largo, aunque no está presente de una forma tan prístina la confrontación y todas sus reverberaciones que conlleva a lo largo de una vida, pero sí deja claro que la relación no sería fácil, a pesar de presentarla como una madre atípica.

Una lectura sin recovecos o metáforas por descubrir, pero que muestra que las perspectivas de una época siempre son diferentes por mucho que intenten mostrar que no es así. Tusquets tiene muchas variantes narrativas, pero no defrauda nunca.

© Miguel Urda Ruiz

Texto y foto


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