Esta noche, más tarde, te diré que te amo y quizá para entonces estés lo bastante borracho como para creerme, porque el amor llega así, de sopetón, primero con un suspiro y después un intenso cosquilleo en todo el estómago que no te permite vivir.
Para decirte “te quiero” necesito que estés ebrio porque así después no podrás reprocharme nada, e incluso es posible que no te acuerdes de nada de lo que te he dicho. Míralo de la forma que tú quieras y sí, soy cobarde, pero te quiero. Cada uno tiene una forma de amar y la mía es así, en la distancia. He observado durante mucho tiempo cada movimiento tuyo, provocando que los latidos de mi corazón se desboquen cuando te veo pasar. Las veces que hemos coincidido, tú apenas me has hecho caso, pero sólo ver esa sonrisa, con la que me saludaste cuando te vi por primera vez, supe que serías mío.
El amor no se dirige, se quiere o no se quiere; hay conjugación de corazones a la primera o no las hay por eso creo que entre nosotros no hay amor ahora mismo porque no te fijaste bien en mi. Había demasiada gente en la pedida de mano de mi hermana a mi padre y yo era un personaje más de tu historia de amor que pasó desapercibido para ti. De forma disimulada pregunté por ti en casa, y mi hermana me decía que no fisgonease, que estuviese en mis cosas. Cada vez que la veía regresar después de estar contigo el humor era diferente, traía una sonrisa, y sin decir nada y a toda prisa se iba a su cuarto, yo la seguía y le preguntaba, quería que me contara, pero me decía que no era cosas de cría, dándome con las puertas de su cuarto en las narices.
Hay muchas novelas escritas sobre el amor sin llegar ninguna a un punto de unión o de ecuanimidad. Nosotros escribiremos la nuestra. Dejaremos huella en la historia del amor, yo seré tu mujer, tu puta, tu esclava, tu amante, tu compañera, tu fiel servidora… seré todo lo que he leído en los libros de amor en la biblioteca y lo que tú quieras con tal de que me digas te quiero. Saldrán de tu boca estas palabras despacito, deletreando cada consonante, cada vocal, hasta ir juntándolas todas para decir las palabras mágicas que yo tanto deseo sentir. Entonces cuando las escuche, y mi corazón las reciba, dará órdenes para que me vuelva loca por ti. Me postraré a tus pies, mi alma se encadenará a ti, con un candado invisible cuya llave tiraré al fondo del océano más profundo. Ya nadie podrá separarnos.
El amor no se dirige, se quiere o no se quiere; hay conjugación de corazones a la primera o no las hay por eso creo que entre nosotros no hay amor ahora mismo porque no te fijaste bien en mi. Había demasiada gente en la pedida de mano de mi hermana a mi padre y yo era un personaje más de tu historia de amor que pasó desapercibido para ti. De forma disimulada pregunté por ti en casa, y mi hermana me decía que no fisgonease, que estuviese en mis cosas. Cada vez que la veía regresar después de estar contigo el humor era diferente, traía una sonrisa, y sin decir nada y a toda prisa se iba a su cuarto, yo la seguía y le preguntaba, quería que me contara, pero me decía que no era cosas de cría, dándome con las puertas de su cuarto en las narices.
Hay muchas novelas escritas sobre el amor sin llegar ninguna a un punto de unión o de ecuanimidad. Nosotros escribiremos la nuestra. Dejaremos huella en la historia del amor, yo seré tu mujer, tu puta, tu esclava, tu amante, tu compañera, tu fiel servidora… seré todo lo que he leído en los libros de amor en la biblioteca y lo que tú quieras con tal de que me digas te quiero. Saldrán de tu boca estas palabras despacito, deletreando cada consonante, cada vocal, hasta ir juntándolas todas para decir las palabras mágicas que yo tanto deseo sentir. Entonces cuando las escuche, y mi corazón las reciba, dará órdenes para que me vuelva loca por ti. Me postraré a tus pies, mi alma se encadenará a ti, con un candado invisible cuya llave tiraré al fondo del océano más profundo. Ya nadie podrá separarnos.
¡Porque vas a quererme! de eso estoy totalmente convencida, aunque por el camino haya dejado alguna muerte. No me importó matar por ti. Me ha dado un poco de pena ver agonizar a mi hermana, pero yo era feliz, viéndote allí desde la sombra, en su habitación, hablando con mi padre, con los médicos, de la rara enfermedad… Y esta noche te haré mío. Porque todos los hombres beben cuando se les muere su novia, o su mujer. Tú llorarás en mi hombro, beberás. Seré tu consuelo, derramarás lagrimas que serán fuente de energía para redirigirlas hacia ti convertidas en amor. Ya no habrá marcha atrás, amor mío, y ahora sí puedo llamarte amor mío, porque ya no hay nadie que se interponga entre tu y yo. Yo te daré todo lo que ella no te dio y que tu tanto le reprochabas. Os espiaba cuando podía y así escuché cómo ella no te dejaba que le tocarás los pechos o meterle la mano por debajo de las braguitas. Decía que no, que era pecado. A mi no me importa pecar, no hay Dios más grande que tu. Seré toda tuya, ya estoy viendo el día que crucemos el umbral de nuestra casa, recién casados. Yo vestida de blanco con una larga cola de muchos metros y tu llevándome en tus enormes brazos, vestido de príncipe azul, con tu pelo rubio. Seremos felices, amor mío, muy felices, ya me encargaré yo de ello.
©Miguel Urda