Pensar es ir saltando de una habitación a otra sin ilación aparente, estancias del presente y del pasado, algunas aún accesibles, otras cerrradas para siempre o derruidas, nuestras o no, tan pronto morada estable como refugio eventual del que solamente quedó un olor o una sombra movediza proyectada en el techo.
Los recuerdos están repartidos por habitaciones que el pensamiento visita cuando se le antoja, a un ritmo imprevisible, ajeno a nuestras riendas. Pensar es ir saltando de una en otra. Cada habitación lleva cuatro o cinco dentro, como las cajitas chinas, con la diferencia de que de una vez para otra alguien a tus espaldas las revuelve y transfigura. Solo sabes que la de fuera es esa cuyas paredes estás viendo y tocando cuando la cabeza se dispara u empieza a divagar.
Los recuerdos están repartidos por habitaciones que el pensamiento visita cuando se le antoja, a un ritmo imprevisible, ajeno a nuestras riendas. Pensar es ir saltando de una en otra. Cada habitación lleva cuatro o cinco dentro, como las cajitas chinas, con la diferencia de que de una vez para otra alguien a tus espaldas las revuelve y transfigura. Solo sabes que la de fuera es esa cuyas paredes estás viendo y tocando cuando la cabeza se dispara u empieza a divagar.
Nubosidad Variable
Carmen Martín Gaite
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