Un
año más ha ocurrido. Un año más la noticia no deja indiferente.
Un año más se ha celebrado la fiesta del Toro de la Vega de
Tordesillas, donde los vecinos del pueblo, asistentes venidos de
otros lares y curiosos, juegan con la inocencia de un animal
¿salvaje?, –dado que no puede defenderse y está en inferioridad
de condiciones–, sustentados en el arraigo de una costumbre que
cuenta con más de cuatro siglos de vigencia. Antes de cuestionar a
los participantes de esta fiesta, debo pensar si una fiesta que tiene
arraigo y tradición y que viene recogida en las guías de viaje -me
asombraría si estuviese catalogada como fiesta con arraigo cultural-
y cuya finalidad es torturar a un animal debe ser discutida o
simplemente rechazada por sentido común.
No
me cabe en la cabeza que haya personas a favor de esta fiesta ¿Tienen
sentimientos? Una parte –¿minoritaria?- de nuestra sociedad tiene
asimilado que al toro se le ha "domesticado" para una
finalidad: ser el eje de la Fiesta Nacional, pero ¿por qué no le
damos la vuelta a la fiesta y en vez de ser el toro quién sufra las
consecuencias de la fiesta sea un ciudadano de a pie? Que sea
escogido por sorteo entre los admiradores
o fanáticos a la
fiesta y sea él quien sufra los embistes, las risas, las burlas, el
ensañamiento de sus compañeros incluso, si es necesario, que sea
tirado desde el campanario; total, la ciencia dice que el hombre es
un animal ¿evolucionado? ¿Qué pasaría? ¿Nos daríamos cuenta de
que un animal sufre? ¿Qué pasará cuando sus compinches de
divertimento lo vean lleno de sangre o cómo agoniza en el suelo? ¿Se
divertirán de la misma forma? ¿Reirán igual que lo hacen hoy?
¿Vapulearán a su colega de tortura? ¿o recapacitarán sobre la
fiesta en cuestión?
Hay quién compara la fiesta, cuyo componente principal es el toro,
con la cacería de zorros en el Reino Unido. Otra salvajada y que
pasó de ser una necesidad del hombre, –matar para comer y/o
sobrevivir–, a un divertimento en la aburrida sociedad victoriana.
Son casos totalmente diferentes de brutalidad con el único nexo de
que es el animal el que sufre, el que padece la crueldad –de la
mano o del pensamiento– del hombre. Cada país tiene sus
costumbres, sus arraigos, sus fiestas... pero, teniendo en cuenta que
somos lo que sembramos, me asombro, me echo a temblar al pensar que
nuestros antepasados sembraron sangre para cosechar risas.
El
próximo año, estoy seguro, hablaremos de la misma salvajada, de que
la fiesta tiene detractores y partidarios, porque durante otro año
no se habrá hecho nada para remediarla. Solo fue una noticia más,
en un día más para los medios de comunicación.
©
Miguel Urda
Imagen
Google
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo, Miguel. No entiendo esas fiestas en que la diversión consiste en maltratar a un pobre animal asustado. A veces el destino se venga y es alguno de los "festejadores" quien sufre. En esos casos uno se siente algo culpable por sentir cierto placer de venganza ajena durante un segundo.
Woyzeck
Al menos me consuela que cada año hay más presión mediática para que esta gentuza sienta vergüenza de lo que hace.
Woyzeck
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