QUIMICA
HUMANA
De
sobra es sabido que no siempre existe la química humana cuando dos
personas se conocen o se presentan. Durante un taller literario me
pasó con una compañera de clase, pongamos que se llama Felisa,
cuando a los pocos días comprobamos que nuestra
aversión era mutua. Todos sabemos que interiormente hay algo
de química que nos provoca ese rechazo, intentando tener a esa
persona lo más lejos posible de nosotros. El comportamiento entre
los dos fue correcto durante el tiempo que duró el cursillo y nunca
más volvimos a saber uno del otro hasta el pasado domingo en que
recibí una solicitud de amistad por el Facebook de mi antigua
compañera de taller –la mencionada Felisa–, lo cual me
asombró con la consiguiente pregunta de "¿para qué quería
ser mi amiga en las redes sociales?", pero como estaba liado
con otras cosas, me olvidé del asunto.
Ayer
tomé café con una amiga para charlar sobre literatura,
fundamentalmente. Al hablar de un conocido común que está por
publicar un libro de relatos me dijo que Felisa acababa de publicar
una novela. Sin pensarlo demasiado, até cabos al momento. Ya tenía
la respuesta que se me planteó el domingo.
Hay
que ser lógico y consecuente con los actos que uno acomete. Todos
sabemos que bajo la amistad
de Facebook subyace
una capa de interés, ya sea personal, comercial..., y no
es una
amistad
como
la de dos amigos que quedan para tomarse unas cañas, hablar sobre
cómo está la vida o discutir, si es necesario. El hecho de que
esta persona me pidiese amistad y al poco tiempo descubriese
que lo ha hecho con una intención concreta me ha suscitado varias
reflexiones. Por una lado, está la poca estima o amor propio que nos
tenemos cuando se trata de vender nuestro producto, es decir, que si
yo aceptase su amistad vería en su muro toda la publicidad
que está haciendo de la novela, el título, la portada, próximas
presentaciones..., quedando olvidado que entre ella y yo no había
química humana, lo cual me lleva a la hipótesis de que nos
vendemos al mejor postor, a nuestro enemigo, nuestro compañero de
química fallido, para restregarle en todos los morros que he
publicado una novela. ¿No tenemos orgullo? Y los escrúpulos ¿dónde
quedan? ¿Caen al olvido para hacer publicidad de nuestra novela? Con
este comportamiento, queda patente que olvidamos nuestro código
ético para que se sepa que he publicado una novela, un libro de
relatos, o que he puesto en el mercado algún producto de mi
creación.
Facebook
o las redes sociales nos facilitan la baraja de la cobardía al no
tener que enfrentarnos de forma real con la otra persona para hacerla
conocedora de mis méritos. Estoy convencido de que si me encontrase
con mi "rival" -por llamarla de algún modo- de cara a
cara, no me haría partícipe de sus logros.
Todo
esto puede resumirme bajo la palabra de coherencia ante ciertas
actitudes de la vida; si no es amigo, no es amigo para nada.
Coherencia, palabra que resulta difícil de aplicar cuando
incumbe a algo tan difícil de equilibrar como son las relaciones
personales.
©
Miguel Urda Ruiz, texto
Foto:
Internet
3 comentarios:
Ya era hora, Miguel de que insertases una entrada nueva.
Llevas razón pero discrepo en algo de ella. Te lo cuanto en persona con un café.
Javi
En primer lugar me alegro de que no te olvides del blog, único medio que tengo de leerte.
Respecto a lo que dices pues sí y pues no. Si bien es cierto lo que dices tu mismo estás dando la respuesta. Una cosa es la amistad y otra los negocios. Mal iríamos si los libros solo lo compraran los amigos. Y una cosa es la química de la amistad y otra la de la literatura. Y por último, en el mundo que nos toca vivir o te auto publicitas o no vendes. Es una casa que tienes que asumir al estar en las redes, la publicidad.
Sigue escribiendo, la próxima vez te doy toda la razón (jeje). Un abrazote.
Mira por donde estoy de acuerdo con nuestro amigo Ximens, no todo el mundo usa las redes sociales de igual forma, aunque es verdad que son como una telaraña dónde se puede una quedar enganchada horas y tener "amigos" que no tienes ni idea de quienes son. Bue, creo que me he ido por los montes de Málaga, pero eso sí, Miguel Urda no tardes tanto entre entrada y entrada que nos gusta leerte aunque sea con retardo.
Abrazos
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