7/09/2010

Sugerencias.


Estimado Señor Presidente del Gobierno:


Visto el afán oportunista y desmesurado que algunos ciudadanos han mostrado sobre nuestra bandera en estos últimos días, le escribo la siguiente carta para sugerirle aplicar algunas medidas que contribuirán a paliar la intensa crisis económica a la que estamos sometidos.

Deberá implantarse un chip a todos aquellos aficionados al deporte rey, el cual se activará en el momento de dar comienzo el partido de futbol e inmediatamente detectará al aficionado de toda la vida que pase lo que pase con su equipo será fiel a él y al aficionado oportunista.

A este segundo grupo el chip (aunque no lo crean hay intensos y exhaustivos estudios de prestigiosas universidades sobre el grado de iniciación a la pasión futbolística) le aplicará una serie de medidas económicas especiales entre las que destacarían las siguientes:

-A todos aquellos ciudadanos que dejan las calles vacías para postrarse delante de la televisión y vociferar, sufrir, llorar, etc. con la roja, se les obsequiaría con un recorte especial de las vacaciones anuales. Sí, sí, tendrían los treinta días de vacaciones recogidos por ley, pero de forma desinteresada cederían veinticinco días al Estado Español a través de colaboraciones con Hospitales, ONGS, etc., y ¿sabe lo que es mejor Señor Presidente? no se quejarán porque…SON PATRIOTAS.

-A los ciudadanos que momentos después de haber finalizado el partido inundan las calles -que instantes antes lloraban la perdida de público- con silbidos, gritos, tocando el claxon de los coches, y que han olvidado la inmensa crisis económica que esta sufriendo el país ignorando por completo que el litro de gasolina esta a casi doscientas pesetas (1,18 Euros) agitando la bandera de España y gritando OE, OE, OE, OE, OE…, a aquellos españoles que funden las bombillas apagando y enciendo la luz para mostrar la exacerbada alegría que les ha provocado nuestra selección de fútbol ( y que han olvidado la enérgica y reciente protesta que hicieron por el exorbitado incremento en el recibo de la luz) se les recompensará su labor nacional haciéndoles participes de una atribución especial a las arcas del Estado, por ejemplo, si su Declaración de Hacienda sale a devolver, pues ellos gustosamente ceden su parte al Estado y en caso que no tengan que hacer declaración pues se le incrementará el IVA en unos cuatro o cinco puntos más , y ellos estarán tan conforme que no reclamarán nada porque, Señor Presidente, ELLOS SON ESPAÑOLES.

- Aquellos ciudadanos que engalan sus terrazas, coches, bicicletas… con la bandera de España (comprada en los chinos e incrementando la balanza económica de dicho país) como agradecimiento especial a este patriotismo se les puede colocar en la primeras posiciones de las listas, claro de las listas del Ministerio de Defensa, lo que significa que en caso de que haya algún día guerra o litigio con algún país, ellos estarán los primeros para defender los colores de su bandera, no obstante, Señor Presidente, no olvidemos que ellos SON FIELES DEFENSORES DE LA BANDERA NACIONAL.

Por supuesto, Señor Presidente, que me queda una duda al ver tanta euforia desatada en la calle. ¿Qué habría pasado si nuestra selección española no hubiese llegado a donde está? ¿O si es derrotada en el último partido? Seguro que podrán escucharse conversaciones como: Estoy convencido que el arbitro jugaba a favor del equipo contrario y no pito la falta o fuera de juego; el terreno y las condiciones climáticas no eran las adecuadas para nuestro equipo lo cual nos hacía rebajar la concentración… y miles de excusas más para no aceptar que nuestro equipo perdió. Y por lo tanto, a todo aquel oportunista que exprese un sentimiento negativo por la pérdida de nuestro equipo –no hay que olvidar que en los momentos de euforia exclaman: ¡cómo hemos jugado! ¡Qué goleada le hemos metido!... – se le castigará con la obligación de asistir durante un lustro cada domingo a disfrutar de la visión de un partido de futbol de la segunda división china y no rechistarán porque ellos son APASIONADOS DEL DEPORTE REY.

Estas son algunas de las sugerencias que se me ocurren, Señor Presidente. Estoy convencido de que su gabinete de Inteligencia sabrá como ponerlo en práctica e incluso añadirle nuevas funciones.

Pensando en el buen funcionamiento de España, un afectuosísimo saludo.



Mariano R.


© Miguel Urda

6/27/2010

Sin Plazas

Con este microrelato participé en el IV Certamen de Relatos Breves de Renfe. Es evidente que... no gane pero al menos lo intente.



Llevaba mucho tiempo invertido en la infructuosa tarea de buscar dos plazas para el tren con destino a la felicidad. Siempre estaban todas ocupadas. Tras otra discusión nocturna con su marido se puso a navegar por internet. Volvió a buscar lo mismo. Esta vez sí lo encontró, sólo quedaba una, había una plaza libre. No dudó en aprovecharla.

© Miguel Urda

6/24/2010

Adiós

Muy a mi pesar tengo que decirles adiós.

Han sido cuatro años intensos de convivencia pero las leyes de la naturaleza son así y el desgaste ha provocado un adiós definitivo.

Llegaron a mi vida en forma de regalo y me costó adaptarlas a mí. Poco a poco fui moldeándolas con mi forma pronadora de caminar, de correr, de sudar,... Con el tiempo llegamos a tener un conocimiento pleno el uno del otro.

Soy persona fiel por naturaleza y durante mucho tiempo de mi vida lo he sido con la marca Adidas, pero el mercado es provocador y me ha ido incitando a llenar mi zapatero de otras marcas: Nike, New Balance, Reebooks, Convers,... (acabo de pensar que un día podría escribir un artículo sobre mis zapatos, os sorprenderíais) pero mis Adidas ocupan un lugar preferencial y ninguna zapatillas de deporte son tan cómodas como ellas.

A cada lugar que he viajado durante este tiempo han venido conmigo. Juntos hemos estado en Londres, en Roma, en la India, en Seatle, en Vancouver, en Chiclana, en Madrid, en... Hemos vivido cosas en ciudades, playas o campos e incluso una vez fueron participes de una experiencia sexual que... –mejor no lo cuento, lo guardo para un posible relato-.

Siempre han estado ahí, en los momentos difíciles, en los momentos de dudas sobre que zapatos ponerme; combinan con casi todo tipo de ropa: vaqueros, pantalones cortos, bañador... Siempre me sentía bien coordinado con ellas.

Como he dicho al principio, la convivencia ha hecho que surja el desgaste, han llegado su fin, pero no he cambiado de marca, solo de color, digo adiós con todo el dolor de mi corazón, mejor dicho de mis pies, a mis Adidas Italia y espero que las nuevas Adidas Country me den el mismo resultado en comodidad. De hecho ya he tenido un diálogo con ellas y tienen sitio asegurado en la maleta para los dos próximos viajes más inminentes que tengo: Barbate y Madrid y por supuesto, si el proyecto de Canadá sigue para adelante irán conmigo.


© Miguel Urda

6/08/2010

A mi no me gusta


Yo no soy como esas mujeres que pasan las horas muertas delante del televisor. A mi no me gusta mirar la televisión.

Bueno, no voy a mentir, un poco sí que la veo. Cuando llego por la mañana de llevar los niños al colegio y de haber desayunado con el grupo de madres, me siento un poquito a reposar los churros con chocolate que suele ser a la hora que comienza el programa de Susana Griso, que es una verdadera profesional y una seria competencia en la audiencia para Ana Rosa. Yo os voy a ser sincera, a mi me gusta más Ana Rosa. Vamos que las dos son más profesionales que los Reyes saludando con la mano, lo que pasa que el programa de la Griso es como más formal, menos natural mientras que el de Ana Rosa es más sincero, se critica –perdón, se habla- de una forma directa, expresando lo que realmente dicen los contertulios. Aunque para clase la que tiene Concha García Campoy cuyo programa comienza justo cuando acaba el de Ana Rosa. Me gusta mucho la forma que tiene de entrevistar a los famosos, con esa verborrea tan nítida que parece que tiene metido todo el guión del programa en la cabeza, así que con esa profesionalidad tan profunda me deja tan emboba que cuando me quiero dar cuenta, se me ha echado encima la hora de ir a recoger a los niños.

Evidentemente, anoche se me olvidó poner los garbanzos en remojo para el puchero, porque estaba viendo Cuéntame, así que no puedo hacer de comer lo que tenía pensado. Como me pilla de paso para el colegio la pollería, encargo dos pollos asados y tres raciones de patatas fritas. A los niños le gusta mucho el pollo y como mi marido no viene a comer, pues ya está todo solucionado.

En la comida los niños son los dueños de la televisión y no me dejan ver nada con tranquilidad. Mientras grito a los niños que se pongan a hacer los deberes estoy metiendo los platos en el lavavajillas porque Sálvame está a punto de empezar y hoy hay un debate muy interesante sobre el presunto hijo secreto que tuvo Sara Montiel con Johnny Weisssmuller. ¡Qué me gusta el maricón de Jorge Javier Vázquez! Hablarán mucho de él, pero es un periodista de los pies a la cabeza, cómo maneja los debates, lo que dicen uno y otro, o cuando tiene que criticar –uy, perdón otra vez- que decir algo de alguien pues también lo dice. Se le ve bajito, pero matón. Si uno de mis hijos fuese maricón, -perdón, gay, que queda más fino-, ya me las apañaría yo para liarlo con mi niño.

A las seis los niños tienen clase de ingles, de siete a nueve karate, así que es el único momento del día donde yo puedo ver la televisión con algo de tranquilidad. Aprovecho los intermedios, como son tan largos, para recoger un poco la casa: pongo la lavadora, hablo con mi madre por el móvil y llamo a mi marido para ver que quiere de cenar.

Como yo soy una mujer tan sentimental, me quedo enganchadita perdida al Diario de Patricia. Son unas historias sacadas de la vida misma, aunque a veces me da lastima la presentadora de Antena 3 porque tiene cara de payaso y la gente que va a su programa a declararse se ríen de ella, no sabe imponerse, aunque hay algunas historias que levantan el corazón hasta a un muerto.

Casi sin darme cuenta se me ha echado encima la hora de cenar, y no tengo nada preparado, pero yo soy una mujer de recursos y no me apuro, llamo a Pizzería Juan y le encargo tres pizzas, además tengo ya llena una cartilla de cupones, de esos que te van dando cuando haces la compra allí y yo ya tengo mis quince cupones pegaditos, para que una pizza me salga gratis. Y encima los niños no me protestan, les gusta mucho la pizza.
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Mi marido es el que me discute un poco cuando llega a casa y ve que, otra vez, había pizza para cenar. Yo le digo que no se queje porque anoche pedimos comida del chino. Me lo he camelado con dos besitos y prometiéndole guerra a la noche, pero eso si, será después que acabe la gala de Supervivientes, porque está de lo más emocionante. Ha sido descubierta la doble personalidad de uno de los concursantes. Se dieron cuenta porque orinaba sentado, bueno sentada, bueno como quiera que lo haga, pero yo lo comenté un día a mis chicas del desayuno, que no me daba buena espina, y es que donde yo pongo el ojo...

Cuando le propuse colocar una televisión en nuestro cuarto me dijo que por ahí no pasaba, y como me estaba reclamando para cumplir unos de los mandamientos del matrimonio me he tenido que ir a la cama sin saber si hubo pelea entre Marujita Díaz y Carmen Sevilla en el especial de La Noria, pero lo que no entiende mi marido es que si yo veo Gran Hermano, Supervivientes o un programa de rabiosa actualidad es para poder comentarlo en los desayunos con las mamas de otros niños porque él sabe que a mí no me gusta mirar la tele.

Eso sí, cuando le he dado la guerra que me ha pedido he pensado que era el torero de Supervivientes.


©Miguel Urda

6/01/2010

Cuesta abajo


Que mayo no es mi mes, es algo que tengo muy claro, de hecho quienes me seguís os habréis dado cuenta que todas las entradas del mes pasado son tristes.

Con la llegada del buen tiempo empiezan a escasear mis ideas, mi creatividad pierde fuelle, voy cuesta abajo y sin frenos en el proceso creativo. Intento agarrarme a cualquier atisbo de posible idea para poder escribir algo, pero no, el buen tiempo me deja sequito de pensamientos. Yo soy una persona de invierno, que saboreo la lluvia – ¿os hacéis una idea de lo feliz que he sido este invierno con tanta agua?-, de frío, de días cortos. El otoño e invierno hace que mi creatividad esté a rendimiento pleno.

Me ha costado musho trabajito llenar las entradas del mes que acaba de finalizar. He tirado de archivo y este lo tengo ya más exprimido que el monedero a final de mes. Busco ideas por aquí, por allá, tengo varios relatos empezados, pero no consigo encontrarle el tono –están en la carpeta de “pendientes”- , releo cosas que tengo empezadas e intento terminarlas, pero nada.

No le tengo miedo al folio en blanco, porque suelo hacer trampa (perdonad que no cuente la trampa que hago, no siempre es conveniente desvelar las armas de la creación) lo que si es seguro es que hay que ponerse delante de él para que las musas te pillen trabajando.

Tengo unos meses duro de trabajo para cumplir con el compromiso que tengo con vosotros, -mis fieles seguidores de mis “papeles olvidados”- y volcar como mínimo dos entradas a la semana. No me asusta este compromiso, al revés me da aliento para seguir escribiendo y no quiero volcar cualquier cosa. Si hay algo que he aprendido con el blog es a ser cada vez más exigente con lo que en él coloco.

Hay veces que funciono mejor bajo presión, cuando veo que el tiempo de entrega se aproxima y yo ando perdido en mis nubes y es como si pulsase el botón del encendido de la creatividad, mis dedos se disparan a teclear sin dilación alguna. Y como dice mi amiga Loli Pérez: “bendita presión al escribir un relato en tan poco tiempo”.

Me he puesto a pensar qué escribir para mi primera entrada del mes de junio y como quién no quiere la cosa, me acabo de dar cuenta que con esta reflexión-pensamiento-desahogo ya tengo escrita mi primera entrada de este mes, así que me voy a dar un paseo por la playa para ver si me viene algo de inspiración para la próxima entrada.

© Miguel Urda

5/28/2010

Sin sentido


Hoy mi vida ya no tiene sentido. No sé si debo dar las gracias por haber llegado hasta la fecha de hoy. Creo que el objetivo de mi vida está cumplido. Estoy en las postrimerías de mis días y nada puedo hacer para evitar el final, pero bien que me hubiese gustado adelantarla algún hace algún tiempo. Siento que mi vida se va apagando como la llama agonizante de una vela. Y nadie de mi alrededor lo ve, pero es algo que solo lo sabe uno. Mi vida, esta triste y ya nada puedo hacer por ello. Es una muerte interna: de sentimientos.

Mi vida externa muestra los signos normales de mi edad, que no es ni mucha ni demasiada, solamente la justa, pero no la necesaria para estar en la situación que yo me encuentro. Tengo las caderas ensanchadas a causa de tres maternidades que en su momento me hicieron ver la luz de esta vida de otra forma. ¿Quién me iba a decir que el alumbramiento de mis hijos me otorgase una mayor luz en esta vida? Los pechos han perdido la firmeza de una juventud que un día tuve, hoy están caídos, agrietados y rugosos como una manzana. Los seres que han mamado de ellas no son conscientes de que mi existencia está a punto de caducar, ellos van a lo suyo. Mi pelo ya no es negro, ni rubio, ni tinte alguno soporta, hoy lo tengo áspero y grisáceo y al estilo garcon.
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La alegría que “ayer” tuve jamás volverá. Me gustaba y me gusta –pero ya no puedo- vestirme de alegres colores, pero hoy apenas llevo ropa alguna sino un camisón de franela. El perfume fue otro complemento que jamás falto en mi vida pero cuando la enfermera me asea me arroja colonia barata con un spray para ahuyentar los olores que desprenden mi edad.

Hoy que apenas puedo articular palabra, estoy postrada en una cama. Hablo para mí, porque nadie me escucha. Como motor de mi vida están mis ojos, pero ya se han cansado de mirar las paredes de esta habitación, blancas, frías y solitarias. La ventana queda muy lejos de mi vista y lo escaso que puedo ver es la pared de otro bloque anexo a este. Y me quiero ir de esta vida a pesar de no haber tocado fondo, pero hay hechos que sin buscarlos vienen y te dejan así, como me han dejado a mí, con vida pero muerta, inerte ¿para qué vivir sin vivir?

Me voy. Doy por terminada la película de mi vida. Me voy porque yo quiero, ya lo considero necesario. Ya comienzo a ver esa luz blanca al final del túnel, los hechos mi vida pasan rápidamente por mi mente, están rebobinando la película, ya me voy. Ya me voy. No apaguen la luz. Que ya me voy. No es necesario que permanezca aquí.


© Miguel Urda.

5/19/2010

Realidades paralelas


Odiaba estas cosas, que la hubiese llamado así de pronto, la fastidiaba. Ya tenía sus planes hechos, pero una compañera suya había tenido un accidente y ella estaba como reserva. Eran cinco días solamente, pero eran muy intensos; prisas, para arriba, para abajo, comer en la calle, etc. Lo peor llegaba después cuando estaba en casa con muchas horas de trabajo por delante.

Cogió una postura cómoda, se colocó las gafas y con bolígrafo en mano comenzó a leer:

“María se despertó empapada en sudor. La eterna idea de estar sola otra vez le atormentaba. Después de dar una vuelta en la cama se levantó, salió al balcón y se fumó un cigarrillo. Le costaba pensar que habría sido un simple juguete para él”.

Solamente había leído tres líneas, las suficientes para poder desconcentrarla de su lectura, apartó a un lado los papeles, que tenía encima de su regazo, se levantó, buscó un cigarrillo en su bolso, a la par que las cerillas o un mechero, intentando no hacer ruido, en silencio, para no despertar a su marido. Cuando tuvo ambas cosas en la mano salió a la terraza a fumar el cigarro. Casi que parecía repetir los mismos movimientos y sentimientos que la protagonista de los papeles que estaba leyendo. Se pudo a recordar y sin esfuerzo alguno le vino el recuerdo y aunque había pasado mucho tiempo, cada vez que le venía a la memoria, éste le provocaba un sabor amargo.

Siempre pensó que fue un juguete para él, pero ella no fue engañada a la relación. Él le dijo: ¡No te enamores de mí, por favor! causo mucho daño a quién lo hace.

Nunca pudo comprobar con total veracidad si decía la verdad o no. Un coche que conducía a gran velocidad le atropelló dejándolo muerto al instante, provocándole el dolor y la duda de por vida. Ha pasado mucho tiempo de aquello. María, -cuyo nombre coincidía con el de la protagonista que coincidencia el mismo nombre que la protagonista, parecían vivir “realidades paralelas”, recuerda con mucha frecuencia aquel noviazgo, más bien motivada por saber si era verdad lo que decía o porque realmente comenzaba a notar algo intrínseco por él.

Sé dio cuenta que el cigarro llevaba un tiempo apagado entre sus dedos. Suspiró y pensó para sí misma: ¡cuantas vueltas da la vida! Regresó al salón y retomó la lectura de exámenes de literatura. Nunca le gustó ser tribunal de selectividad.



© Miguel Urda

5/06/2010

Hoy...

Hoy, hace cuatro años, una llamada de teléfono de escasos segundos cambio mi vida provocando un giro de 180º. ¡Cuántas cosas me han pasado desde este día, que marco un antes y un después para mi! Con la experiencia que me ha dado el transcurrir del tiempo he aprendido a no vivir aferrado al pasado, pero hay hechos que de forma obstinada te hacen revivir el ayer y lo mejor es afrontarlo, analizarlo, dejarlo suelto el tiempo que requiera y por si mismo volverá a su sitio en la caja del recuerdo de nuestra memoria. Afronto este día con algo de miedo o mejor dicho de respeto pues fue el detonante para que pudiese ser yo mismo y empezar un nuevo futuro.

Una vez que tuve resuelto el tema laboral y otras cuestiones me fui a cumplir el sueño de mi vida: vivir en Canadá. Pero no siempre los sueños se cumplen como los soñamos. El tiempo que estuve allí fue una experiencia inolvidable pero había hechos dentro de mí que no me dejaban disfrutar de mi estancia allí. A mi regreso pensé que me había equivocado, sin embargo tras la serenidad que otorga el reposo del tiempo, me he dado cuenta de que no fue así, que no fue un error, sino que no estaba preparado para ello, llevaba demasiadas cosas acumuladas en mi mente que no había asimilado o encajado. La vida, entonces, me mostró su cara menos agradable, demasiadas cosas negativas para llevarlas por mí solo: pilares básicos que yo tenía por firmes en mi vida cayeron; me sentí utilizado; aprendí a escuchar el tedioso silencio del teléfono móvil durante largos días,… Tantas cosas acontecieron, que me llevaron a modelar la forma de mi culo en el sofá. Pero el denso nubarrón que durante mucho tiempo no me permitió ver nada, se ha ido despejando: atrás queda pegar miércoles sí, miércoles no, en el 5º F para vaciar el alma y recomponer el puzzle de mi vida; las noches vacías e interminables se han ido agotando, etc. Aún me quedan por colocar algunas piezas pero ya le veo color a mi vida: comienzo a respirar un aire diferente, mis ojos vuelven a tener brillo, soy capaz de sonreír, de buscar una mirada que tenga reciprocidad, de soñar... e incluso miro al futuro con ilusión.

Hubo momentos que pretendí eliminar el pasado, tenía tanto peso que no me dejaba avanzar. Hoy no tengo ganas de borrar el pasado, ya que considero necesario conservarlo porque he aprendido mucho de él, y en cierta medida, este impulso que ahora llevan mis días se lo debo a él.

Me ha costado mucho aceptar que los amigos en la vida están de paso. Y no hay nada firme en lo que respecta a la amistad. ¿Hay algo firme a los cuarenta y tres años? Tal vez sea síntoma de que las heridas están curadas. A los amigos que se han se ido seguro que algún día tendrán tiempo para la amistad y la vida nos da un nuevo billete para compartir otro viaje, momentos, confidencias, cenas… juntos; pero cuando mi alma estaba por debajo de la capa freática de la moral llegaron otros amigos y me dieron lo más básico, lo más simple, lo más sencillo: su amistad con los brazos abiertos. Gracias, chicos, por aceptarme plenamente en vuestro grupo. ¡Menudo cuarteto formamos!

Las persona que tengo en mi entorno más inmediato saben que mi ciudad, Marbella, es territorio yermo para mí, cada vez percibo con mayor urgencia la necesidad de irme a vivir a un sitio nuevo y que, cuando venda una secuela del pasado pondré tierra de por medio.

La palabra Canadá no esta borrada por completo de mi mente. Y no es un capricho: necesito de nuevos aires para poder seguir avanzando en la vida.

Os seguiré contando.

© Miguel Urda

5/02/2010

Facturas

-¿Y cree usted que es malo practicar sexo por téfono? -pregunta el psicòlogo.
-No tendría nada malo sino fuese porque mis facturas de móvil son muy elevadas y mi mujer trabaja en un 806.


© Miguel Urda

4/28/2010

La reina de mi vida


¡Pero cómo me haces esto! Qué llevo una semana detrás de ella, que si un café, que si un ramo de flores, un sms cada hora. Por fin consigo convencerla para cenar y tú vas y me haces esto.

Eres muy egoísta. ¿Lo sabías? No piensas en mí ni un minuto, que digo minuto, ni un segundo. Tú a tu libre antojo, como siempre has ido.

¡Coño! Que me desvivo en atenciones contigo. ¿O no es verdad?

Compré un espejo que coloqué a tu altura para poder verte mejor a la hora de nuestras charlas. Cada quince días le doy un repaso a la espesa melena que tienes a tu alrededor. Me gasto una fortuna en ti, no te cubro con cualquier cosa, -tu bien sabes que la cajita de seis globitos de textura súper suave son de importación y me cuesta cincuenta euros-. Nunca reparo en calidad para ti. Te visto con ropa toda de marca y algodón cien por cien para que tú estés bien cómoda. Cuando llega tu hora de evacuar me siento para que no te esfuerces demasiado y no te canses. Dime tú si no te trato bien. Y, no lo entiendo de verdad, ¡cómo me haces esto!

Sí, sí, de acuerdo. Te he metido en cada agujerito que... pero no es cuestión de echar los reproches en cara ahora cuando más te necesito. ¿Sabes cómo vas a dejar mi moral y lo que es peor mi reputación? Podías haberme dicho algo antes e incuso podíamos haber negociado los momentos donde tú tienes que actuar.

¡Coño que me queda una semana para cumplir los cuarenta años! ¡Cómo me haces esto! No es justo, tú lo sabes. ¿Te has parado a pensar lo que dirán de mí si no doy la talla? Si, si te lo digo a ti, que estas flácida total. ¡Eres una caprichosa! cuando te da la gana vas y te levantas pero en cierta manera la culpa es mía por mimarte demasiado. ¿No te acuerdas el apuro que me hiciste pasar en el concesionario de coches? Tu allí dejándote notar bajo el pantalón de lino blanco. Que te apetecía, te apetecía mostrarte. Claro, porque tú no vistes la cara que puso la vendedora. Creo que depravado fue la opinión más suave que tuvo de mí.

Y qué me dices del día que fuimos a la playa nudista; con mi hermano, la mujer y los niños te dio por mostrar tu descomunal tamaño todo el tiempo y no me dejastes levantarme de la toalla. No te vayas a creer que eso se me ha olvidado.

Y es que yo no entiendo por que se te ocurre crecer así sin motivo aparente cuando se te antoja. No hay un dios que te baje y para que estés contenta ¿yo que te hago?, cumplo tus deseos porque para ti quiero lo mejor. Este dónde este busco un sitio para aliviarte. No te entiendo de verdad. ¿Cómo me haces esto?

¡Qué estas cansada de tanto ajetreo! Muy bonito, pero tú no tienes otra cosa que hacer, solo tienes dos funciones y sabes claramente cuales son, así que no hay protesta alguna que valga. Tú a cumplir como Dios manda las leyes naturales o sino me veré obligado a tomar medidas muy drásticas contigo y entre ellas pasa por tenerte levantada más tiempo del que tu quieras. Sí, si. Me refiero a lo de la pastillita azul, esa que tu tanto odias.

Así me gusta, que vayas subiendo, sigue, sigue, ¡si es que cuando quieres!, una regañina, unas caricias y como aumentas de tamaño. Eres era la reina de mi vida.
©Miguel Urda