A simple vista la foto resulta curiosa y dice mucho, una bañera llena de libros, pero por más que la miro para intentar crear una historia no puedo, sólo me produce interrogantes. ¿Por qué hay una bañera llena de novelas que parecen ser del Oeste? ¿Se cruzarán los tiros de rifles de los vaqueros y las flechas de los indios en ellas? ¿Habrá intercambio de protagonistas entre ellas? ¿Mantendrán diálogos los personajes de distintas novelas al estar todas apiladas sin orden alguno?
¿Qué pasará si el grifo se abre sin querer y comienza a inundarse la bañera de agua? ¿Se hundirán los protagonistas? ¿Seguirán siendo los mismos finales? ¿Llegará el dueño de la bañera y de las novelas a tiempo para salvarlos? ¿Tomara algún baño en ella o los libros le han obnubilado el sentido y ha decido no bañarse más? ¿Hará sus abluciones entre libros? ¿Será un experimento de alguna universidad para ver el efecto del agua en el desarrollo de los personajes de las novelas?
Vuelvo a mirar la foto de nuevo y me doy cuenta que hay un montón de libros con intención d querer hacer el salto de trampolín y lanzarse de lleno a ella. ¿Qué tiene la bañera para querer sumergirse en ella? ¿Lo conseguirán? Me inclino a pensar que sí, que lo consiguen, y entonces se produce una orgía literaria. Y con total seguridad, sí, cambian roles, protagonistas, se entremezclan historias, principios, finales... La literatura es una locura. Me imagino a un Don Quijote luchando contra gigantes ensimismado por los versos de amor de Oscar Wilde; a una codiciosa Celestina llamada Teresa de Jesús apostando por los suspiros de un imposible Federico García Lorca; observo como camuflan su historia de amor Fortunata y Jacinta en un Macondo aún sin encontrar en los mapas del siglo XXI; cómo Sancho Panza sonríe a las travesuras de su Lolita preferida;… Me quedo petrificado al ver los derroteros por los que puede salir la literatura.
Una vez más observo la fotografía y me doy cuenta que la bañera parece presidir el centro de la alcoba o habitación, sustentada por cuatro piedras y ladrillos apoyados en un suelo tosco. Pienso muchas cosas, que son los aposentos de un loco desbordado por la literatura, que es la trastienda de una biblioteca, un pajar; un cuarto habilitado para los trastos… Me gustaría poder centrar mis pensamientos pero no puedo, no lo consigo, la literatura y la locura del párrafo anterior me han hecho perder mi serenidad. Mi pobre imaginación me dice que es una bañera de época en una chamarilería en una ciudad clásica, por ejemplo, Venecia, pero seré iluso yo, allí sólo hay canales y gondoleros que pasean a parejitas de enamorados asentando su felicidad eterna. Yo no sé donde esta tomada la foto, sólo lo sabe la dueña de la fotografía, pero… por más que insisto no me lo quiere decir. ¡Qué coraje!
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© Fotografía María Ureña
© Texto Miguel Urda