¿Cómo
era posible? Jamás en la historia de la vida había ocurrido algo
así “los hombrecillos que fabrican los copos de nieve se habían
declarado en huelga”. La noticia corrió rápidamente por todo el
Universo. El sol, en el cambio de turno, se lo dijo a la luna; la
luna se lo chismorreó a las estrellas provocando una acalorada
discusión entre ellas ante la incredulidad de la noticia; estas lo
transmitieron a la lluvia la lluvia al arcoíris y así fue
extendiéndose la noticia. Los únicos que no se enteraron fueron los
políticos.
A
los hombrecillos no les fue fácil tomar la decisión de llegar a ese
punto y sobre todo que tipo de huelga hacer. Unos decían hacer
huelga a la japonesa y producir un importante excedente provocando
que el hemisferio norte tuviese nieve permanente durante todo el año
y de forma muy intensa y otros se decantaban por hacer una huelga de
brazos caídos. Ganó esta última opción.
Y
así llego diciembre. Los políticos empezaron a darse cuenta del
problema al escuchar quejas de la población del hemisferio norte que
miraban el cielo y veían que estando en los inicios del mes navideño
aún no había caído un copo de nieve. Se pusieron manos a la obra,
viendo que la reclamación de los fabricantes de nieve iba en serio,
solicitaron una reunión con ellos.
Hubo
un primer encuentro con políticos de tercera clase y los
hombrecillos, en un lugar indeterminado de la tierra. La reunión fue
infructuosa, provocando el consiguiente enfado de los hombrecillos
que amenazaron con ayudar al cambio climático, con inundar de nieve
el desierto del Sáhara, la Selva Amazónica, el desierto
australiano…
A
la segunda reunión, a escasos días de la Navidad, acudieron
políticos de segunda categoría y los hombrecillos de nuevo
volvieron a mosquearse al no ser aceptada su propuesta. Amenazaron
con romper los moldes para fabricar la nieve, no siendo conscientes
los políticos del desastre que eso conllevaría en la naturaleza con
las consiguientes repercusiones para el ser humano.
La
tercera reunión tuvo lugar la víspera de Navidad y a ella acudieron
los principales mandatarios de los países más importantes del
Mundo. Dada la importancia de la reunión, el lugar se mantuvo
secreto y los medios de comunicación hacían elucubraciones sobre
dónde se estaba celebrando; que si habían creado una nube especial
para el encuentro, que si en una cápsula isobárica camuflada en un
océano indeterminado, que si habían habilitado un volcán
insonorizado para ello, que si el Papa les había dejado unos
aposentos invisibles del Vaticano… Todo eran especulaciones. Pero
la cuestión era que el día de Navidad se acercaba y no había caído
aún ningún copo de nieve.
Un
poco antes del veinticuatro de diciembre, por fin hubo un comunicado
oficial firmado por ambas partes. Habían llegado a un acuerdo: la
nieve seguiría siendo insípida, sin colorantes y conservantes,
garantizando la exclusión a aperturas de nuevos mercados de sabor
olor u experimento alguno; la calidad de la nieve continuaría siendo
la establecida desde tiempos inmemoriales y no se rebajarían los
niveles de producción tal y como se les habían propuesto en la
última sesión de la Cumbre
Asimétrica de Nuevas Producciones Climáticas.
Como
clausula especial venía que el día de año nuevo caería una nevada
especial donde irán reflejadas copos con los colores del arcoíris.
La
sociedad lo vivió como la bienvenida al nuevo año.
La
medios e información lo calificaron como hecho meteorológico
inclasificable.
Solo
los hombrecillos que fabrican la nieve sabían el quid de la
cuestión.
©
Miguel Urda
6 comentarios:
Qué bien lo haces cuando quieres, Miguel.
Jamás te perdonaré que abandones el blog.
Espero, inpaciente esa novela que tan atrapado te tiene. La espero impaciente.
Javi
De este relato destaca -sobremanera- el excelente uso del recurso del final abierto que haces, Miguel.
Nos regalas, a los lectores, el placer de jugar con el quid de la cuestión y -gracias a ellos- inventarnos nuestra historia.
Tal como apunta Javi, qué bien lo haces cuando quieres. ;)
Un abrazo,
Me ha encantado...
Buen relatito, vas cogiendo nivel desde que te incorporaste a nuestro club de relatos, felicidades Miguel. Como única pega creo que es algo largo para lo que quieres contar, le sobran algunos párrafos, en medio de la historia, pero el relato es bueno, que conste. Creo que esta historia se puede desarrollar en más capítulos, da para más, dejas al lector con sed de acontecimientos, eso es señal de que empiezas, solo empiezas, a tener técnica básica de escritura, unos cuantos talleres más y llegarás a escribir algo buenecito, digamos algo bueno, algo reconocible dentro del universo de la literatura, serás una estrellita donde habitarán hombrecitos que fabrican poemas de agua nieve.
y muchas cosas más que podría contarte sobre tu relato, yo por mi parte he escrito un poema asimétrico http://elcaravanserai.blogspot.com.es/2012/04/quiero-tanto.html
Me ha gustado mucho, Miguel. El primer párrafo atrapa. Luego tienes frases ocurrentes y todo transcurre con intriga y apatía política. Los lugares de encuentro posibles de la reunión me han encantado. Y el final es abierto misterioso. Por lo tanto aventuro: los copos de nieve no deja de ser una metáfora del hombre (especie). La huelga es por el intento de manipularlos, creando nuevas formas de ellos. Los hombrecillos fabricantes de nieve saben que los copos de nieve con color del arcoíris son igualmente hombres (mujeres) y que no hay que reinventar definiciones. O qué se yo, no haberlo escrito, no me hubieras hecho pensar, o no haber puesto la última frase.
Se lee muy bien, Miguel. Es más no se puede parar de leer para ver a donde lleva esa huelga. Y al final nos dejas a los lectores ese quid de la cuestión para que pensemos y creemos nuestra propia historia. Me ha gustado mucho esta huelga, sí.
Besitos
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