Apuesto
que son pocas las personas que no han escuchado o leído alguna vez
"anoche soñé que había vuelto a Manderley". Un comienzo
magnífico de una gran novela, Rebeca, publicada en 1938 y
obra cumbre de una de las grandes damas de la literatura británica
del siglo pasado: Daphne Du Maurier.
Con
una narrativa ágil, la autora (influenciada por las hermanas
Brönte), nos sumerge en un mundo ajeno al nuestro: la alta burguesía
inglesa y a todos nos hace soñar alguna vez con visitar, con vivir,
con poseer Manderley, y porqué
no decirlo, con un amor entregado a la obsesión. Es una novela que
atrapa desde su primera línea y que nos hace levantarnos del sillón
con un sentimiento contradictorio: por un lado, queremos ayudar a la
nueva señora de Winter con la sombra permanente de Rebeca y que la
señora Danver aviva constantemente; pero, por otro lado, nos
preguntamos si es tonta y por qué no se rebela contra Manderley y
contra el ama de llaves.
Es
una novela encuadrada entre dos géneros: el romántico y el de
misterio, y que para el día de hoy, nos presenta una historia algo
ñoña, dado que estamos ya muy espabilados y avanzados en
cuestiones sentimentales. En el argumento encontramos los elementos
imprescindibles para una narración de estos estilos: intriga,
romanticismo y misterio, cuya autora resuelve de forma magistral.
Pero me pregunto en caso de que Rebeca hubiera sido escrito en
la actualidad ¿cómo sería la mujer que ama al señor de Winter?
¿Sería muy diferente de la obra que estoy hablando aquí? La mujer
desde mediados del siglo pasado ha conquistado mucho terreno y ha ido
despojándose del papel de ama de casa tonta, dócil, sumisa, que
cuida al marido, para ser un miembro más de la familia a tener en
cuenta y que por lo tanto opina.
Es
una obra -–literaria y cinematográfica– que todos tenemos en
mente y con los personajes claramente definidos gracias al cine en
blanco y negro de Alfred Hitchok, que la catapultó a la fama. Sin
embargo, este también ha provocado que la novela sea más accesible
al público pero se decanten por la película obviando la obra
literaria. No obstante, a pesar del tiempo transcurrido consigue
hacernos partícipes de la historia y disfrutar tanto de su lectura
como de su visión, y de ver ciertas ridiculeces de las altas capas
sociales y sobre todo de ver cómo ha evolucionado la mujer en
terrenos vedados desde mucho, mucho tiempo atrás.
Tanto
la novela como la película se acogen la atributo de calidad. No hay
duda alguna de ello.
©
Miguel Urda Ruiz
©
Foto, Google
2 comentarios:
Me alegro de volver a leerte, Miguel. Eso que apuntas me pasa mucho con la lecturas del siglo XIX, sobre todo las románticas, que resultan tan ñoñas.
Un abrazo.
Muy de acuerdo con tus comentarios, Miguel, aunque yo no he leído la novela (tan solo vi la peli en su día, aquellos sábados por la tarde...). La buena literatura no debe ser sólo buena sino también poder ser trasladada a la actualidad, es decir, tratar temas de fondo intemporales.
Un abrazo
Woyzeck
Publicar un comentario