Cristina Fernández Cubas está consagrada como una de las mejores escritoras de relato de la última etapa literaria de nuestro país, pero que, a día de hoy, carece de esa proyección pública expositiva al no formar parte de todos los círculos literarios o redes sociales como postula el momento actual.
Cosas que ya no existen es un libro de relatos que tiene como base el recuerdo, pero en forma de materia viva y en el cual subyace una pregunta todo el tiempo: ¿es real o es ficción? La autora te hace ver que el tiempo provoca el recuerdo, y que el recuerdo se manipula con el tiempo, y que son los dos elementos necesarios, y casi imprescindibles, que sostienen una vida de la cual la literatura se alimenta.
Quince historias para trazar una línea biográfica cogida de su mano –¿de su recuerdo?– y nos hace cómplices de su paso por el instituto de bachillerato, por ciudades como Buenos Aires, El Cairo, Barcelona o espacios (una biblioteca, un avión, una azotea –¿cómo una metáfora del horizonte y de la que vendrán más historias? –), aunque van jalonando la vida del momento y donde no queda otra cosa que aceptar lo que está ocurriendo y aceptarlo y, por qué no, disfrutarlo. Se percibe que detrás de cada historia hay una vida vivida y viva. Aunque apela a ese lector cómplice a la vez que inteligente para saber que te está contando su vida sin que sea necesario decirlo y que incluso uno mismo como lector pueda ser el protagonista de la historia.
Una prosa depurada, mínima, quieta, sin dobleces, pero con recovecos que incitan al lector a ir más allá. Todo es lo que es, pero teniendo en cuenta lo que busque en ese momento el lector, aunque una cosa está clara: no se sale indiferente de las historias de la autora catalana. Incluso a veces, uno acaba con la sensación de que es amigo de la escritora y que recuerda cuando le contó una anécdota o un hecho inverosímil. Porque uno de los elementos que da mayor valía a su prosa es la credibilidad de cualquier tema que esté narrando: la muerte, los amigos, la familia, pero la cuestión es cómo narrarlo. Fernández Cuba sabe manejar la pluma y la palabra, algo esencial para transmitir al lector la sensación que quiere contagiar.
A pesar de ser una escritora de prosa temprana, no alcanzó el merecido reconocimiento de sus colegas hasta mediados de los años noventa, pero el público sí se lo otorgó desde sus primeras publicaciones. Su obra está reclamando una reedición.
©Miguel Urda Ruiz
Fotografía y texto
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