No
consigo terminar el capítulo dos. Es como volver insistentemente al
inicio de la novela y comenzar a escribir. Decido seguir el consejo
de los profesores, seguir escribiendo y ya volveré atrás para atar
los flecos narrativos. No puedo detenerme en reescribir algo que
seguramente tocaré de nuevo en la reescritura final. El capitulo
tres me sale sin dificultad, quizas porque es un cambio de narrador y
habla un personaje diferente.
Conforme
voy avanzado me sorprendo de los quebraderos que tiene un escritor y
que pocas veces los conoce el lector. Escribir el capitulo tres sin
tener terminado el capítulo uno o el dos es como querer subir una
escalera de mano apoyada en la pared y a la que le faltan los dos
primeros peldaños. Esto de escribir la novela sin el orden
convencional de los capítulos e ir haciéndolo por partes es algo
muy común, igual que en el cine no se rueda una película tal y como
la vemos. Lo importante es saber unir lo que se ha escrito antes con
lo que se ha escrito después y sobre todo conseguir que tenga una
coherencia narrativa acorde con el desarrollo de la novela. No sería
la primera ni la última vez que al leer una novela me quedo
sorprendido cuando leo algo que no cuaja, bien porque se ha escrito
deprisa, se ha trabajado en un capítulo aparte o se ha añadido a
última hora.
Tengo
todas las anotaciones de los capítulos de mi novela escritas en una
hoja de cálculo para no perderme y así sé lo que tengo que
escribir en cada capítulo para no perder el hilo narrativo. Es un
buena forma de no perderse dentro del tinglado que supone escribir
una novela. No obstante, la desorientación suele estar acechando en
cada tecla.
©
Miguel urda. Texto
Foto.
Google
3 comentarios:
Ánimo, Miguel. La perseverancia es la clave.
Pues fíjate que yo no veía tan claro esta estructura rompecabezas para ensamblar la novela, estoy aprendiendo de tu experiencia. Más ánimos.
Lo necesito con los nombre pero ya mis pudiera para aya
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