Ayer
estuve en la presentación de una novela. El autor, conocido; el
libro, con una pinta suculenta –para hincarle los dientes cuando
lleguen los días de relax en verano–; y el local, atiborrado de
gente. Consigo un hueco de pie, casi al final de la sala. No me
importa, no soy de los que gritan o hacen gestos a unos y a otros
para hacerse notar y dejar caer sonrisas hipócritas sobre lo mucho
que te gusta el autor. Hace calor y la presentación comienza con
unos diez minutos de retraso. La mesa preside la sala y eleva del
público al escritor, acompañado a su derecha por el editor y por
otro escritor de la misma editorial a la izquierda.
Comienzan a echar flores sobre la novela el editor y el escritor
invitado, casi treinta minutos de alabanzas ininterrumpidas. Por fin
tiene la palabra el autor de la novela. Comienza a soltar palabras y
en ese momento me echo a temblar.Pienso en mi novela, en la novela
que estoy escribiendo, la que no me deja dormir con tranquilidad, la
que me acusa cada vez que miro al calendario cuyo punto y final
queda lejos. Pienso en ella y en el día que tenga que presentarla.
No quiero pensar en eso, pero soy consciente de que si estoy
escribiendo es para que algún día se publique y de que antes de que
llegue ese momento hay muchos pasos previos, como es la corrección
final, la corrección gramatical, la búsqueda
de editorial, que te den el sí... pero me pongo en el día X, en el
día que tenga que estar sentado en el centro, como padre de la
criatura que se presenta. ¿Qué pasará ese día? ¿Acudirá mucha o
poca gente? ¿De quién estaré acompañado? Veo que el autor da
agradecimientos a su familia, a su alumnos... Me entran escalofríos.
El público. Ser el centro de atención durante ¿cuánto tiempo?
Todas las miradas estarán puestas en mí. Debo ser sincero y decir
que no me veo ahí, en una mesa similar a la de la última cena,
acompañado de dos "cómplices". Miro al autor y veo que
está cómodo y que las alabanzas de flores sobre uno y otro siguen.
¿Haré yo lo mismo? La gente aplaude. Yo de forma mecánica me pongo
a hacerlo también. Estoy sudando. Busco la forma de escabullirme.
©
Miguel Urda. Texto
Foto.
Google
2 comentarios:
Miguel el día que llegue ese momento no vas a estar solo, estaremos tus amigos apoyándote y echándole flores a tu novela, que después de todo el trabajo que cuesta escribirla, lo merece.
Así que ese día no te escabullas, y disfruta del momento.
abrazos
Bueno, si hay trolls por la sala ese día NOS ENCARGAREMOS DE ELLOS.
Publicar un comentario