Por
cuestiones personales llevo unos cuantos días sin poder tocar la
novela, es decir, ponerme en el ordenador a teclear, revisar, mirar
hacia donde voy... aunque inconscientemente siempre he tenido ese
martilleo en la cabeza: la novela, la novela, la novela... Hoy, por
fin, he podido sentarme a escribir con total dedicación.
Ha sido difícil retomar el hilo.
Aunque tengo en la cabeza cada línea, cada párrafo, cada capítulo,
he vuelto a leer todo para que comprobar que el hilo conductor es el
correcto. He visto mil cosas que quería suprimir, rectificar,
ampliar... pero este no es el
momento de hacerlo, eso vendrá
en el tiempo dedicado a la reescritura y corrección. Conseguir que
los dedos no se fuesen a otro lado ha requerido de esfuerzo y que la
cabeza estuviese en lo que tenía que estar. Conforme escribo estas
líneas me viene a la mente la canción de Joaquin
Sabina 19
días y 500 noches. ¿Cuántos días
son necesarios para coger el hábito de escribir y cuántos para
perderlo? Sabina
es sabio. Muy sabio, pero no puedo dejar de escribir.
©
Miguel Urda. Texto
Foto.
Google
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