6/07/2024

Un día en la vida de un editor, Jorge Herralde: el oficio de un profesional




A veces se nos olvida que, para llegar al punto final, haya que recorrer primero un trayecto. Jorge Herralde lo sabía y nos lo cuenta de una forma simple, a través de su mundo, de su pasión y de su vida: mediante los libros o mejor dicho por medio de la literatura. Un día en la vida de un editor, (parafraseando a Solzhenitsin) recoge una serie de entrevistas que el fundador de Anagrama concedió a lo largo de su trayectoria y que vienen a sintetizar la historia de nuestro país desde el último tercio del siglo XX hasta el año 2019, fecha de publicación del libro.

Lo primero que te encuentras al leer las primeras páginas, es el amor que transmite por su oficio, lo que llevó a crear la editorial Anagrama –cimiento cultural de España de los últimos sesenta años–. Y cómo fue venciendo las trabas de la censura, los diferentes vaivenes políticos del momento, el retorno a la democracia, reflejado todo ello en la cultura, pues no hay que olvidar que esta es la radiografía que nos permite conocer la idiosincrasia de un país.

Herralde ha sabido transmitir la literatura y forjarse amigos a través de ella, pero sin caer en el favoritismo que implica la publicación de tal o cual obra. Si la ha tenido que publicar o no, ha sido bajo el un baremo de calidad, y teniendo que decir NO a escritores consagrados dentro del panorama literario español. Cuenta detalles de autores y obras, pero sin caer en ese amiguismo que puede, resultar, empalagoso y perjudica a la editorial en sí. –en el libro Por orden alfabético nos relata su relación con ellos–. Por sus páginas desfilan casi todo el abanico de escritores han pasado por su editorial y sobre todo cuenta qué le llevó a publicarlos e incluso nombra a alguno que no pudo conseguir. Cómo se fue consolidando como una editorial de referencia, las relaciones internaciones, las ferias, hasta que llegó el momento de su venta a la editorial italiana Farinellí. Sobre todo refleja que cuando hay sintonía, las cosas que pueden parecer lo más complicadas del mundo, se pueden resolver de forma simple.

Es un libro que todo escritor, ya sea consolidado y sobre todo el aprendiz, deberían leer para saber que hay algo que se llama pasión por el oficio, que a veces se nos olvida y sobre todo cuando se quiere llegar directamente a la meta sin haber recorrido el conveniente e imprescindible, camino de lector.

Para saber de literatura y de España hay que leer a Jorge Herralde.


© Miguel Urda Ruiz

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6/01/2024

El buen nombre, Jhumpa Lahiri: la emigración de los sentimientos



Hay escritores que dejan de serlo cuando cesan de escribir en la lengua que los consagró. Jhumpa Lahiri es uno de ellos. Promesa narrativa desde que publicó El intérprete del dolor en el año 2000 al que seguiría la novela que justifica estas líneas El buen nombre en 2003, a partir de que la escritora, de ascendencia bengalí aunque nacida en Inglaterra, decidió hacerlo en italiano ha perdido toda la calidad que contenía sus narraciones. 

Aquí nos encontramos el contraste entre dos culturas, teniendo como punto de desarrollo la vida de una familia de origen indio emigrados a Estados Unidos y el choque cultural que representan. A partir de un accidente en un tren y como homenaje a Gogol, uno de los grandes escritores rusos del siglo XIX, Lahiri narra desde el inicio de un matrimonio concertado las dos vidas: la del matrimonio, dos desconocidos aprendiendo a vivir juntos, y por otro lado, la convivencia que resulta de aprender a vivir en Estados Unidos, país carente de un acervo cultural, sin perder el nexo en la raíz del país de origen. 

Jhumpa Lahiri maneja con minuciosidad los sentimientos y las consecuencias que provoca la emigración y ese intento de querer mantener viva la tradición cultural en el nuevo destino. Es una historia muy equilibrada donde deja al descubierto las carencias y las virtudes de los focos culturales, India y Estados Unidos. Lo fácil que es para uno despegarse de la tradición, ya que no la ha tenido mientras que para otros es un verdadero sacrilegio. Es una historia que avanza junto a la tecnología, factor que hoy hace que la novela haya perdido un poco de vigencia, pues si hay algo que los emigrantes llevan entre sus escasas pertenencias es un teléfono inteligente o smartphone para contar cada momento de su nueva vida o situación. Sin embargo, conserva ese valor arqueológico narrativo cuando se usaba el teléfono de línea y las noticias tardaban en llegar, lo cual a su vez le confiere un poso de estabilidad narrativa para degustar la historia y detallar cada momento que va acompañado con un mosaico de sentimientos, tantos nuevos como tradicionales. 

Algo que permite la novela es disfrutar de esos momentos íntimos de una familia donde se intenta recrear los vínculos que forman su cultura. Es una familia que busca ser una familia. Vemos cómo hay una tradición para nominar al primogénito; las opíparas comidas y su importancia o significado social; el papel de cada uno de los miembros de la familia; Los Beatles; la maternidad; el trabajo entre un nativo y un emigrante; etc. 

Los protagonistas rompen una tradición sin ser consciente de ello para sobrevivir en un país que les acoge con más o menos interrogantes, pero dispuesto a darle un cobijo sin comodidades en primera instancia. La historia desnuda a la tradición ante los miedos que provoca el futuro y sobre todo a los personajes femeninos sometidos al patriarcado y cuya misión ha sido sostener el hogar. El título de la novela hace justicia al accidente ferroviario que pone en marcha la novela y muestra una amalgama de sensaciones culturales que no dejan indiferentes. 

Son cuatro títulos los que intentan consagrar a Jhumpa Lahiri como una de las grandes escritoras del siglo XXI escritos en lengua inglesa. Además de los dos citados antes están La hondonada y Tierra desacostumbrada, sin ningún desperdicio narrativo. Ojalá recapacite y vuelva a escribir en su lengua materna. Describir los sentimientos que provocan la emigración sin caer en tremendismos o banalidades no es fácil y ella sabe narrarlo de forma magistral. 

© Miguel Urda Ruiz

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5/25/2024

Yoga, de Emmanuel Carrére: una opción más de la vida




Apartemos la primera imagen o pensamiento que nos venga a la cabeza al leer la palabra Yoga como título en una novela del escritor francés, Emmanuel Carrére. No es un tratado ni una crítica sobre la práctica de dicha disciplina milenaria, es una historia que narra un momento de la vida de un escritor en la etapa considerada por la sociedad como madura, donde expone sus manías obsesiones, preocupaciones, etc. Es decir, que muestra que en el fondo –o no tanto– un escritor es como usted lector o como yo.

Dividida en tres partes, que pueden leerse de forma individual, están imbricadas entre sí para dar cohesión al momento personal que el escritor parisino quiere reflejar en sus páginas. En la primera, nos cuenta cómo es un retiro de yoga durante diez días y que debido al atentado que sufrió la revista satírica Charlie Hebdo, no pudo completar al ser querido para informar sobre lo allí acontecido. Los horarios, la comida, el alojamiento, como son los otros integrantes, los juicios que uno puede emitir sobre tu compañero de habitación, (¿cómo nos verá nuestro compañero? ¿nos verá cómo yo le veo?) Expone de forma pública lo que ocurre allí dentro, donde no hay una jerarquía de clases ni de privilegios. Eres tú, con tu esterilla, tu zafu, tu flexibilidad, con las instrucciones del monitor en voz baja para no distraer al silencio, con las preguntas sobre qué hago aquí, e incluso cuestionarse si debo de irme o no. En la segunda parte nos habla de su experiencia en un psiquiátrico dado su intento de suicido y el trastorno bipolar que padece; en la tercera la convivencia con unos niños exiliados de su patria, Afganistán, en Leros, en el archipiélago Egeo, donde muestra su vida acomodada contra los que no tienen nada, y único motivo para sobrevivir es tener un móvil de última generación para comunicarse con la matriz familiar en su país. 

Sin ser una novela al uso ni una autobiografía, el escritor francés conjuga a la perfección esa mezcla de géneros bajo la denominación de autoficción que capta al lector desde sus primeras páginas. Le permite ver su desnudez interna, cómo baja a los infiernos en un psiquiátrico y cuestiona que es tener todo cuando sobra y falta un motivo para vivir, incluso nos da una lección de cómo se hace el amor. Todos estos elementos forman parte de una narración que no defrauda y que él sabe manejar muy bien. Bajo esa denominación de realidad/ficción deja abierta las puertas a la duda de lo que sí está contando es verdad o no, pero sin apartarse de la connotación de que la vida es real, haciendo constar que hoy en día, en una sociedad copada por los avances tecnológicos, nos olvidamos de los sentimientos más básicos y que el verdadero fin del hombre es sobrevivir, sea un escritor, un lector, o un refugiado.

© Miguel Urda Ruiz

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5/19/2024

Los senderos del mar, María Belmonte: el despertar de la curiosidad




Suele suceder que lo más cercano a nosotros sea lo más desconocido. Esto es lo que plantea María Belmonte en Los senderos del mar realizar un viaje a pie por la zona de donde ella es originaria para conocerla con más detalle. Plasma este recorrido haciendo uso de un género literario que está muy en boga en nuestro país, aunque no es algo nuevo, el nature writing, dónde compagina el libro de viajes, la autobiografía y algo de ensayo, por lo que se puede decir que es una guía de viajes sin serlo, pero escrita por las manos de una escritora en este caso.

La autora hace un viaje, de forma intermitente, por la zona vasco-francesa, que inicia en Bayona y acaba en la playa de Zumarraga. Se acompaña de una mochila y ninguna responsabilidad que le obligue a hacer tal o cual itinerario. Nos va mostrando su recorrido estructurado en una serie de etapas programadas, de una forma somera, permitiéndo el capricho –improvisar en los viajes organizados es toda una osadía– de modificarlo o apartarse de lo planificado cuando lo requiera la ocasión.

Nos descubre lugares con una mirada a veces nostálgica, a veces curiosa y a veces intelectual. Transita por zonas que no están recogidas en las guías de viajes y que merece la pena visitar. La autora bilbaína hace referencias a la mitología, la pesca de la ballena, asentamiento de la zona como lugar de vacaciones de la burguesía, las mareas, personajes, etc. No obstante, hay momentos dónde el libro se hace demasiado geológico y a veces se excede con la minuciosidad de los datos históricos que va enumerando, que apartan la mirada del viaje inicial y con ello no quiero decir que no esté bien ampliado el conocimiento sobre el terreno, pero lo bueno ya se sabe que siempre debe ser breve.

Aunque Belmonte viaja sola, se acompañada de un equipo logístico puntual, ya sea a través de amigos, o amigos de sus amigos, que cumplen la misión informativa del momento y que le permiten visitar playas antes de que las mareas las invadan; de ver atardeceres en lugares estratégicos sin estar ocupados por turistas. Hace un repaso histórico sobre la zona que deja ver, el porqué de la importancia de la zona en el pasado y del que hoy casi que vive de espaldas a ello. Solo las personas curiosas e inquietas infieren lo mucho que el tiempo del ayer, puede repercutir en el presente. Es por ello, que todo esto, acompañado de pensamientos, reflexiones, de querer profundizar en sus raíces sin caer en la niñería que a veces trae consigo la nostalgia sirve para consolidar su pasión viajera y sobre todo el querer compartirla.

El libro publicado por la editorial Acantilado no defrauda, sino que incita a programar ese viaje para tus próximas vacaciones o para un futuro no muy lejano, ya sea recorriendo el mismo itinerario o diseccionando por zonas.

© Miguel Urda Ruiz

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5/13/2024

Canción dulce, Leila Slimani: una oportunidad perdida



De aquellas aguas quedarán estos lodos y esto es, lo que le viene ocurriendo a cierta literatura francesa, de que sobrevive gracias a base de unos ingredientes que en su día fueron elementos esenciales. El bebé ha muerto, así comienza la novela Canción dulce de Leila Slimani. ¿A qué me remite está frase? lo cual ya hace plantearse si la narración estará impregnada de Camus o se tratará de una simple coincidencia.

La autora, de origen magrebí, comienza la historia en alto –que bien usado es algo muy lícito–, destripando el final por lo que ya podemos hacernos una idea de lo que puede ocurrir a continuación y que, en mi opinión, elimina cualquier atisbo de asombro, lo que provoca una caída vertiginosa en la tensión de la historia, y por lo tanto, en su atractivo para un lector consumado o no. La pericia del escritor radica en los ingredientes que emplea para la creación de una historia y cómo los utiliza.  Que una persona –una niñera en este caso– entre en la vida de un joven matrimonio –los Massé– y ello trastoque los cimientos de lo establecido no es nuevo, es necesario saber, qué dientes se manejan para resquebrajar o que pegamento usar para fortalecer relación.

Slimani, aborda temas muy en boga, y en cierta medida, espinosos para la actual sociedad parisina –y la no tan parisina–, pero considero que hay que ser valiente a la hora de escribir y no quedarse en la superficie. ¡Qué no sabemos de lo que se cuenta allí! Desaprovecha las relaciones sociales que se establecen a través del eje matrimonial y de los protagonistas, la infancia, la huida -consciente o inconsciente–, los problemas de conciliación familiar, las dificultades en los mundos laborales. Deja bastante patente que hay un trueque social, y no por ello desprovisto de cierto racismo a la hora de contratar niñeras o personal de segunda categoría como lo consideran ya que no son franceses. Aspectos como las relaciones que se establecen en el mercado de sirvientas o niñeras y que tiene su epicentro en un parque cercano; como el hecho de ver como en la escuela tan solo haya un niño de origen francés, es decir, blanco y los demás sean todos emigrantes; mostrar el escaparate cultural de París desde la mirada que tendría turista avezado que lo observa todo.  Son aristas presente en la novela, pero sin mojarse en nada.

Al acabar la novela queda la sensación de que la autora ha querido reflejar que tiene un bagaje literario, el ya citado Camus y Carreré (El adversario, idéntico inicio) y tal vez haya una influencia directa a Magda Szabo y a Emerenc, la criada de La puerta. Leila Slimani, se queda en el intento de que sabe escribir, pero la cuestión es cómo traspasar al papel lo que sabe sin que se note.

Punto y aparte sería la cuestión de si es merecedora del Premio Goncourt en el año 2016, pues desde mi punto de vista, su calidad narrativa parece una ofensa a autores consagrados como Proust, Duras, Maalouf e incluso el cuestionado Houllebecq, pero si un jurado de tanto prestigio la ha otorgado dicho premio por algo será, que mi yo lector no ha logrado descifrar.

© Miguel Urda Ruiz

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5/07/2024

Isla: todos los cuentos, Alistair MacLeod; la necesidad de tener una vida





Alistair MacLeod es un autor prácticamente desconocido en nuestro país. Nacido en North Battleford, Canadá, en 1936, tiene una obra narrativa breve, pero que está a la altura de otros autores canadienses como puede ser Margaret Atwood o Michael Ondatjee, solamente le falta una buena campaña de difusión. De origen humilde y autodidacta, trabajó como minero, leñador, pescador y granjero. Estas profesiones tendrán un valor añadido muy destacado en su narrativa. Tenía la costumbre de escribir a mano y pasar sus veranos en una cabaña, en lo alto de un acantilado y sin electricidad ni agua corriente. 

Isla: todos los cuentos, publicado por RBA, es un libro recopilatorio de dieciséis relatos que abarca desde 1968 hasta 1999. Una crónica que nos aparta de la imagen idílica del Canadá, de los folletos turísticos o programas de viaje y que aún no había sido invadida por el turismo masificado. En él encontramos una narrativa desnuda que, de forma hipnótica, nos introduce en historias simples, con las que nos podríamos identificar fácilmente aunque ello conlleve una carga de nostalgia inconformista.

Cabo Bretón, es el eje territorial de la acción de sus protagonistas, un lugar que en la época estival alcanza una temperatura máxima de 20º. En estos parajes con una naturaleza virgen, abrupta, agresiva, bella, maldita y rencorosa nos muestra a través de sus personajes –casi todos inmigrantes– que aceptan las profesiones que les otorga el territorio, sin cuestionarse si son adecuados para su desempeño o no: pescadores de langosta, madereros, mineros, fareros... Todos llegados para comenzar a construir una nueva vida, que camufla una identidad perdida. Esto provoca una huida hacia su encuentro incierto de no saber que dejando al descubierto los sentimientos o emociones que conforman la condición humana están implícitos en cualquier lugar donde se encuentre el hombre.

Adentrarse en la prosa del autor canadiense supone destacar la supervivencia del ser humano en una tierra donde las condiciones de vida son extremas "Nadie dijo que la vida tuviera que ser fácil. Sólo hay que vivirla" y auscultar la parte escondida del alma. Hay que volver a respirar cuando se acaba de leer cada uno de los relatos, porque recoge la enseñanza cuando el camino no está trazado, cuando se busca un motivo para vivir y para saber quién es y cuando la naturaleza es el rival más mortífero, pero a la vez el aliado más inesperado. Lo que conlleva a cuestionar si esa lucha entre la naturaleza y el hombre o viceversa habrá un ganador o existe una posibilidad de quedar en tablas, porque no hay que olvidar que el hombre es  homo homini lupus.

© Miguel Urda Ruiz

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5/02/2024

El lugar, Annie Ernaux: un contrapunto social




Algo que está haciendo últimamente la concesión del Premio Nobel de Literatura es dar a conocer nuevos autores al gran público lector (Abdulrazak Gurnah 2021, Louise E. Glück, 2020, Jon Fosse 2023). Asumo mi culpa e ignorancia: Annie Ernaux era una gran desconocida para mí hasta que la Academia Sueca la elevó a la categoría de escritoras consagradas. Tras devorar El lugar y tal vez siendo muy precipitado opinar con haber leído solo esta novela, considero que el premio es acertado. 

Ernaux, es una autora consolidada en Francia con una larga trayectoria profesional, basada en escribir novelas breves con toque autobiográfico, pero con una prosa afilada, lacerante que va al grano de lo que quiere contar y no se anda con adornos superficiales narrativos

La novela aquí reseñada, escrita de forma secuencial, abarca un periodo desde la Primera Guerra Mundial hasta los años sesenta, donde ya está asentada la clase media francesa, que tuvo su auge después de la Segunda Guerra Mundial. A través de la mirada de una profesora narra cómo fue la vida de su padre, que era analfabeto y considerado una persona inferior, la relación con él y los diferentes puntos de vista que otorgan los cambios generacionales. Acude a la esencia de la vida (y de la narración) sin dar rodeos o palabras huecas, y como a veces el dolor personal tiene que ser relegado porque hay obligaciones que atender. Es el reflejo de la sociedad o estado del bienestar, y que poco a poco fue apartando esa mirada de culpabilidad sobre el analfabeto, solo que se obvia algo tan importante como que este sepa leer en su propio argot, idioma o medio de trabajo y de ahí que la protagonista quiera optar por dedicarse a la enseñanza. Para ajustar cuentas con la sociedad y con su padre. 

La autora establece los límites que marcan un estatus social para sobrevivir a las miradas ajenas y cómo Francia se lamió las heridas provocadas por la Segunda Guerra Mundial. Deja al descubierto la condición femenina y muestra cómo la hija consigue mucho de lo que el padre no pudo conseguir. Lo que desemboca en un ascenso social en su familia y que tiene un lugar para definir a la persona, para crecer y para ser alguien en la sociedad. 

Las editoriales Tusquets y Cabaret Voltaire tienen mucho trabajo pendiente para ponernos al día de toda la narración de Ernaux. El cuchillo para cercenar la sociedad siempre tiene que estar muy bien afilado. 

© Miguel Urda Ruiz

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4/27/2024

De mar a mar, R. Chacel- A. María Moix: el sentimiento de una admiración



La distancia, a veces, es el refugio de la soledad, en este caso compartida a través de la escritura. Bajo el título De mar a mar, la editorial Comba recoge una nutrida correspondencia entre Rosa Chacel y Ana María Moix, comenzada por esta última en 1965 dada la admiración que sentía por la autora vallisoletana. 

A través de las sucesivas cartas descubrimos dos personalidades muy distintas: Moix, una joven estudiante en los primeros años de Universidad, mientras que Chacel es ya una mujer curtida en la vida y víctima del exilio. Sin ningún tipo de reparos cuentan lo que quieren contar, aunque a veces, confiadas en la intimidad que les confiere esta relación epistolar, tal vez abusen de cierto tono empalagoso que les provoca la nostalgia, la distancia y la admiración recíproca. Sin embargo, la calidad y extensión de la prosa de ambas, difiere mucho. Nos encontramos con una Rosa Chacel que parece ejercer de madre (confesora, preguntona...) y por otra parte de la joven catalana, que busca un referente a seguir. 

Dos contrapuntos entre dos mujeres que a su vez muestran el vivir de cada día, así como la cotidianidad de dos países: España y Brasil. Por un lado nos encontramos con la represión estudiantil; la dificultad para publicar dada la censura existente, y que se encontraba en su mayor apogeo; los miedos que provocaba la juventud; el grupo de amigos –y que se consolidarán como una generación de grandes literatos en la España postfranquista–. Mientras que por otro está la poca repercusión de una autora consolidada en su país; el miedo a escribir o mejor dicho el miedo afrontar la escritura de una novela y como se debe abordar su escritura; la situación del exiliado, el cine, la quebradiza salud de A. Moix; los consejos de la vida, el cine, París, el mar... Temas que pueden parecer simples o comunes, pero que no son ajenos a la vida cotidiana. Y sobre todo cuando la distancia provoca ansias de noticias.

Es un libro que permite reflexionar sobre la amistad. ¿hay que conocerse en persona para ser amigos? ¿Cuándo se acaba una amistad? ¿Se vuelve a ser amigos después de un silencio o una ruptura? La correspondencia acaba de forma abrupta en 1975 quedando más dilatado el intercambio de epístolas conforme transcurren los años y que deja en el aire si las dos mujeres llegaron a conocerse en persona o no. Quedan las ganas de saber más de cada autora e incluso de adentrarse por separado en el mundo narrativo de cada una de ellas. 

© Miguel Urda Ruiz

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4/21/2024

La casa de las bellas durmientes, Y. Kawabata: una tradición al descubierto



En el argumento de la novela La casa de las bellas durmientes, del Premio Nobel, Yasunari Kawabata, nos encontramos que hombres en edad madura acuden a una casa para tener encuentros con chicas a las que previamente sedan o duermen. En esta historia, el protagonista, es el anciano Eguchi, quién a través de las cinco visitas que realiza a esta casa, escudriñamos cómo desviste toda su sexualidad hasta llegar al seno materno, pero unido a los sentimientos que le provoca contemplar a la chica dormida. 

Una historia que nos puede parecer original, pero que sobre todo muestra un valor antropológico. Kawabata pone al descubierto una costumbre y una práctica en su esencia y arraigada durante siglos. Esto lleva al lector a lanzar preguntas subliminales y lo hace cómplice de la historia, como por ejemplo ¿cómo duermen a la chica? ¿es con su consentimiento o con el de la familia? ¿pervive en la actualidad esa tradición? Dentro de la narración, el escritor Nobel muestra que, desde los albores de las sociedades, el individuo siente interés –y continúa sin perder un ápice de vigencia– por el paso del tiempo, la dicotomía entre belleza y decadencia, el cuerpo como objeto de deseo, por citar algunos temas que son el hilo conductor de esta historia. También hay un atisbo de romper lo establecido, con la tradición cultural. Eguchi quiere saber más sobre estas muchachas e intenta traspasar la frontera de lo pactado con la dueña de la casa. 

El protagonista, llegado un momento, nos da lástima y queremos entrar en las páginas de la novela para estar a su lado, consolarle y hacerle partícipe de que, lo que le ocurre, no es tan ajeno a cualquier hombre (persona). Todos tenemos miedo –o por lo menos es una emoción que nos atrapa alguna que otra vez. Temas que nos pueden inquietar tales como el paso del tiempo; el punto de vista de la sexualidad desde cada etapa de la vida; la contemplación de un cuerpo femenino en edad casi núbil; como es usada a la mujer en determinadas situaciones…, por citar algunos temas que toca el autor japonés.

Es una novela breve, ideal para leer en una tarde donde no se sabe qué hacer o qué leer, porque no defraudará –las joyas literarias difícilmente defraudan–. Todo lo contrario, deja una arista de inconformismo en el lector, al hacerlo conocedor de una cara peculiar más del país del sol naciente, pero con una narrativa que al acabar termina arrancando una sonrisa y sin cámara de fotos. 

© Miguel Urda Ruiz

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4/14/2024

Los extravíos del colegial Törles, Robert Musil: la finalidad de una educación

 



Novela con toque autobiográfico que cuenta la estancia del joven Törless en un internado  considerada como novela de formación dentro de la tradición literaria.. Musil acude a ello para despojar de cualquier elemento superfluo sobre la educación, dado que son los valores que se le impregnan al individuo para convertirlo como tal.

La historia comienza con la despedida de la madre del alumno en la puerta del colegio. A partir de ahí el lector es testigo como el protagonista debe de enfrentarse a un mundo nuevo y para nada idílico. Motivado por un robo por parte de otro alumno Törless es testigo de la humillación perpetrada por otros dos alumnos a un tercero al que chantajean para evitar ser castigado por las autoridades del colegio. Esta situación, causada por las pretensiones de expiar la culpa por parte del alumno infractor, provoca una serie de reacciones que transmiten al lector y comparten con él cuestiones que el escritor camufla en su narrativa bajo la premisa ideología de Kant. Interrogantes sobre si el ser humano tiene límites, hasta dónde puede llegar o dejarse someter circulan por la novela. Así como si el conocimiento del hombre es un aprendizaje para poder pensar por sí mismo, reflejados en aspectos tales como las diatribas de voluntad/deber; sumisión/gozo; violencia/paz, o la aceptación o no, de cada elemento para condicionar al ser humano y formarlo como persona, que es el quid del asunto y que lleva aparejado el sintagma de la educación y por lo tanto cuestiona si el hombre es el resultado de la educación recibida.

El título de la novela, Los extravíos del colegial Törless, tiene dificultades para su traducción encontrándose dos opciones: extravíos o tribulaciones, en ambos casos da igual la palabra que se use pues remite a algo que la sociedad no permite y que rompe sus reglas, lo cual se recoge en la simbiosis de la novela. Al mostrar al público lo que ocurre tras las cortinas de un escenario llamado educación y cuyo espectador es la sociedad. Robert Musil deja al descubierto que el ser humano no es lo que parece y que puede verse con más exactitud en su inacabada obra El hombre sin atributos.

© Miguel Urda Ruiz

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