Nada más adentrarse en sus primeras líneas, entendemos que el título, Indigno de ser humano, no lleva a engaño y lo que viene a continuación no va a ser fácil de digerir, pero es necesario leerlo.
Baso la presente reseña en la edición de Sajalín editores, con una cuidada traducción de Montse Watkins, donde Osamu Dazai parte de tres fotografías y un diario para contar una historia, donde en todo momento subyace la línea de la autobiografía. Publicada al finalizar la Segunda Guerra Mundial, nos adentramos a través de un individuo, como reflejo, en todos los escombros sociales que padece Japón al estar sometido al imperialismo estadounidense y a una tradición milenaria que grita a destajo anhelos de libertad. No obstante, este mismo personaje que no está de acuerdo con formar parte de los hilos de una sociedad doblegada. Y deja constancia de ello manifestando su desprecio por el ser humano. Aunque esta forma de ver la sociedad no es nueva e incluso puede leerse cierto paralelismo con Mishima al ver al hombre como alguien amorfo y que necesita una máscara para sobrevivir, yo pongo el punto de vista más en un existencialismo, donde, tras una derrota o una debacle, el hombre busca un sentido, algo a que aferrarse, como puede ser Meursault. Dispone de todo el tiempo por delante y supone que puede llegarse a la verdad del individuo.
A través de Yozo, un joven acomodado cerca de la provincia de Tokio, entramos a ver las entrañas de la mente humana donde todo aquello que conforma al ser humano le provoca desprecio y lo único que merece su consideración son las prostitutas, a las que considera como el oxígeno de la vida para ser usadas. Es una novela donde no sobra nada. Apenas hay descripciones y se centra en el individuo. Contando las miserias externas a las que se enfrenta, así como las sombras que todo ser humano posee en su interior y cómo las ve según el momento. Pero el autor sabe que el hombre es un ser sociable y necesita al otro para sobrevivir y utiliza la figura del "bufón" para integrarse en la sociedad. Hacer reír al otro para que nadie sepa que yo soy incapaz de reír.
Una vez acaba su lectura, llega el desasosiego. Demasiado de todo, y cuando digo de todo, digo acción, hechos del ser humano, miseria, etc., y una duda planea sobre si es una novela apta para todos los públicos. La respuesta es no. Primero, porque si te acercas a ellas sin tener un conocimiento del país nipón y las consecuencias que tuvo la Segunda Guerra Mundial, habrá muchos factores que no se lleguen a comprender; y segundo, porque leer las miserias del alma humana conlleva cierto pudor y es necesario estar preparado para ello. Antes de leer a Osamu Dazai, hay que pasar por Dostoievski, Camus y Mishima, quienes dejan patente que el ser humano es algo que carece de alma, solo que la disfraza para creérsela él mismo; una vez asumido esto, entonces se podrá disfrutar de la narrativa de este escritor japonés.
© Miguel Urda Ruiz
Texto y fotografía
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