“Se necesita…”
Ni siquiera tenía una idea “abstracta” sobre el trabajo en sí. El anuncio del periódico era muy escueto: “Se necesita chica joven, soñadora, inteligente. Bien remunerado” y un número de teléfono a continuación. Nada más leerlo motivada por los factores de la curiosidad y la necesidad de trabajo pensó en llamar. ¿Quién podía buscar a una chica joven, con sueños y que fuese inteligente? y además pagaban bien. Si hubiese sido algo de sexo, habrían pedido buen cuerpo. Pero aquí esa cualidad no era requerida por lo que comenzó a pensar en trabajos que pudiesen necesitar esos requisitos. Igual sería como una paradoja donde por un lado pensamos que es una cosa y después es algo, totalmente, diferente.
Dejó un momento los pensamientos sobre los trabajos que podían necesitar esas cualidades y volvió al teléfono. Marcó los nueve números despacio para no equivocarse. Tras dos breves sonidos que indicaban que estaba sonando el aparato al otro lado, alguien descolgó el teléfono.
- Diga – contesto una voz de un hombre de edad maduro.
- Buenas, llamo por el anuncio del periódico.
- Sí. ¿Qué edad tiene?
- 21 - respondió ella.
- Dígame el último libro que ha leído, por favor?
Ella respondió sin titubeo alguno.
Y ante la respuesta de la joven, la persona respondió al otro lado del teléfono con una afirmación sin pronunciar, como un “aja” para si mismo.
-¿Podría venir mañana para hacerle una prueba?
- Si. ¿A dónde debo ir?
- Tiene que venir a la siguiente dirección, ¿tiene donde apuntar?
- Sí -contestó ella. Y tomo notas en el mismo borde de la hoja del periódico donde estaba el anuncio.
- Gracias. La espero mañana y por favor traiga el libro que este leyendo en estos momentos. Colgando el teléfono sin dar tiempo a preguntar algo más referente al trabajo.
La información que le dieron apenas sirvió para tener una conclusión propia sobre qué tipo de trabajo podía ser. Fueron unas cinco o seis frases. Algo breve pero muy directo. Pagó el café y salió calle abajo con la cabeza en plena ebullición de pensamientos. Ahora su mente se debatía en una dicotomía. Tenía una cita para el día siguiente en un lugar que no sabía dónde era para un trabajo que tampoco sabía lo que era. Y una duda más añadida para una chica joven que quiere vivir en la vida.
Todo el día tuvo en la mente el anuncio del periódico. ¿Habrá llamado mucha gente? ¿Habrá muchas personas con esas cualidades?. Qué cosa más extraña que me preguntasen por el último libro leído. Deseó que fuese ya mañana. Tenía muchas ganas de salir de dudas. Hoy en día, en esta sociedad cada vez más difícil y compleja, que cada vez crea una individualidad más inherente, pero impersonal, todo es superfluo, más rápido, más light –incluso los hombres se dicen que ahora son "light”- y el consumismo premia al ser humano, hay alguien que reclama tener sueños. ¿Será para hacerlo realidad?
Ni siquiera tenía una idea “abstracta” sobre el trabajo en sí. El anuncio del periódico era muy escueto: “Se necesita chica joven, soñadora, inteligente. Bien remunerado” y un número de teléfono a continuación. Nada más leerlo motivada por los factores de la curiosidad y la necesidad de trabajo pensó en llamar. ¿Quién podía buscar a una chica joven, con sueños y que fuese inteligente? y además pagaban bien. Si hubiese sido algo de sexo, habrían pedido buen cuerpo. Pero aquí esa cualidad no era requerida por lo que comenzó a pensar en trabajos que pudiesen necesitar esos requisitos. Igual sería como una paradoja donde por un lado pensamos que es una cosa y después es algo, totalmente, diferente.
Dejó un momento los pensamientos sobre los trabajos que podían necesitar esas cualidades y volvió al teléfono. Marcó los nueve números despacio para no equivocarse. Tras dos breves sonidos que indicaban que estaba sonando el aparato al otro lado, alguien descolgó el teléfono.
- Diga – contesto una voz de un hombre de edad maduro.
- Buenas, llamo por el anuncio del periódico.
- Sí. ¿Qué edad tiene?
- 21 - respondió ella.
- Dígame el último libro que ha leído, por favor?
Ella respondió sin titubeo alguno.
Y ante la respuesta de la joven, la persona respondió al otro lado del teléfono con una afirmación sin pronunciar, como un “aja” para si mismo.
-¿Podría venir mañana para hacerle una prueba?
- Si. ¿A dónde debo ir?
- Tiene que venir a la siguiente dirección, ¿tiene donde apuntar?
- Sí -contestó ella. Y tomo notas en el mismo borde de la hoja del periódico donde estaba el anuncio.
- Gracias. La espero mañana y por favor traiga el libro que este leyendo en estos momentos. Colgando el teléfono sin dar tiempo a preguntar algo más referente al trabajo.
La información que le dieron apenas sirvió para tener una conclusión propia sobre qué tipo de trabajo podía ser. Fueron unas cinco o seis frases. Algo breve pero muy directo. Pagó el café y salió calle abajo con la cabeza en plena ebullición de pensamientos. Ahora su mente se debatía en una dicotomía. Tenía una cita para el día siguiente en un lugar que no sabía dónde era para un trabajo que tampoco sabía lo que era. Y una duda más añadida para una chica joven que quiere vivir en la vida.
Todo el día tuvo en la mente el anuncio del periódico. ¿Habrá llamado mucha gente? ¿Habrá muchas personas con esas cualidades?. Qué cosa más extraña que me preguntasen por el último libro leído. Deseó que fuese ya mañana. Tenía muchas ganas de salir de dudas. Hoy en día, en esta sociedad cada vez más difícil y compleja, que cada vez crea una individualidad más inherente, pero impersonal, todo es superfluo, más rápido, más light –incluso los hombres se dicen que ahora son "light”- y el consumismo premia al ser humano, hay alguien que reclama tener sueños. ¿Será para hacerlo realidad?
Miguel