4/18/2015

California: Aprendiz de perdedor



Salvo cosas muy puntuales, no suelo leer ninguna novela que no tenga menos de cinco años de antigüedad. California, de Rubén Abella, es una excepción, apenas lleva un mes en el mercado. Ha sido publicada por la editorial Menoscuarto.
Conozco a Rubén Abella como profesor de Literatura Mundial del siglo XX y no es por este motivo por el que me he comprado su último trabajo, sino porque su anterior novela El libro del amor esquivo me dejó atrapado en una sorpresa continua donde me demostró con una habilidad profesional –propia del mismísimo Luis García Berlanga– la maestría que posee para manejar a los personajes a su antojo.
California es una recorrido por tres generaciones de emigrantes, pero es en la última donde se fija para desarrollarla a través del protagonista principal, César O´Malley, en la que nos radiografía los últimos cuarenta años de nuestra sociedad. Una sociedad a la que enseñaron que solo había un camino posible: el de triunfar; donde se tenía la obligación de vivir deprisa para alcanzar el éxito y donde todos debíamos de ser ganadores. Es una carrera para ser aspirante a ganador perpetuo sin llegar a pensar que a la vida no se la puede mirar de reojo o esquivar lo que tiene prefijado para ti porque es ella quién estable las leyes y por más que la rehuyas habrá que acabar acatadola como le ocurre a César M´alloy.
La novela nos muestra la evolución de las relaciones: desde las de amistad, –desde la infancia, que son las que más perduran en el tiempo, a pesar de que haya tiempos muertos entre ellas, y que en un principio parecía desembocar en un ajuste de cuentas como ocurre en A la luz de los candelabros de Sandor Márai (título que ha sido reeditado por Salamandra como El último encuentro y no me convence)–; de pareja,... Y el peligro de conocer en persona al autor es que te identifica con el personaje y te pones a buscarle la similitud con el protagonista. Y sin querer, me he visto a Rubén Abella perdido en Disneylandía esperando a sus tíos, o en la reunión de compañeros del colegio en el veinticinco aniversario, o tarareando a Sting.
Es una historia que deja con la intriga y con la curiosidad de saber más de las dos generaciones anteriores: de los abuelos de César y de los padres, incluso me gustaría tener una narración desde el punto de vista de la mujer del protagonista, quién está siempre del lado del ganador. Rubén Abella consigue en el último tramo narrativo que la acción tenga un toque trepidante, propio para una película, para que no dejes el libro hasta llegar a la última página y sin descuidar un momento la prosa, que la considero ágil, ligera y centrada en lo que quiere contar. Sin embargo, pienso que a la novela le falta una vuelta más en el asador narrativo o en el cajón de reposo, le veo demasiados incisos explicativos entre rayas que yo creo que, con otra relectura y revisión, podrían haber encajando perfectamente en la narración.
Pero insisto, California es una buena novela, con guiños a los juegos que la vida nos arroja sobre su tablero y que nos provoca reflexiones sobre si un ganador es realmente un ganador o si un perdedor es realmente un perdedor.
© Miguel Urda Ruiz