3/26/2017

Quimica humana




QUIMICA HUMANA
De sobra es sabido que no siempre existe la química humana cuando dos personas se conocen o se presentan. Durante un taller literario me pasó con una compañera de clase, pongamos que se llama Felisa, cuando a los pocos días comprobamos que nuestra aversión era mutua. Todos sabemos que interiormente hay algo de química que nos provoca ese rechazo, intentando tener a esa persona lo más lejos posible de nosotros. El comportamiento entre los dos fue correcto durante el tiempo que duró el cursillo y nunca más volvimos a saber uno del otro hasta el pasado domingo en que recibí una solicitud de amistad por el Facebook de mi antigua compañera de taller –la mencionada Felisa–, lo cual me asombró con la consiguiente pregunta de "¿para qué quería ser mi amiga en las redes sociales?", pero como estaba liado con otras cosas, me olvidé del asunto.
Ayer tomé café con una amiga para charlar sobre literatura, fundamentalmente. Al hablar de un conocido común que está por publicar un libro de relatos me dijo que Felisa acababa de publicar una novela. Sin pensarlo demasiado, até cabos al momento. Ya tenía la respuesta que se me planteó el domingo.
Hay que ser lógico y consecuente con los actos que uno acomete. Todos sabemos que bajo la amistad de Facebook subyace una capa de interés, ya sea personal, comercial..., y no es una amistad como la de dos amigos que quedan para tomarse unas cañas, hablar sobre cómo está la vida o discutir, si es necesario. El hecho de que esta persona me pidiese amistad y al poco tiempo descubriese que lo ha hecho con una intención concreta me ha suscitado varias reflexiones. Por una lado, está la poca estima o amor propio que nos tenemos cuando se trata de vender nuestro producto, es decir, que si yo aceptase su amistad vería en su muro toda la publicidad que está haciendo de la novela, el título, la portada, próximas presentaciones..., quedando olvidado que entre ella y yo no había química humana, lo cual me lleva a la hipótesis de que nos vendemos al mejor postor, a nuestro enemigo, nuestro compañero de química fallido, para restregarle en todos los morros que he publicado una novela. ¿No tenemos orgullo? Y los escrúpulos ¿dónde quedan? ¿Caen al olvido para hacer publicidad de nuestra novela? Con este comportamiento, queda patente que olvidamos nuestro código ético para que se sepa que he publicado una novela, un libro de relatos, o que he puesto en el mercado algún producto de mi creación.
Facebook o las redes sociales nos facilitan la baraja de la cobardía al no tener que enfrentarnos de forma real con la otra persona para hacerla conocedora de mis méritos. Estoy convencido de que si me encontrase con mi "rival" -por llamarla de algún modo- de cara a cara, no me haría partícipe de sus logros.
Todo esto puede resumirme bajo la palabra de coherencia ante ciertas actitudes de la vida; si no es amigo, no es amigo para nada. Coherencia, palabra que resulta difícil de aplicar cuando incumbe a algo tan difícil de equilibrar como son las relaciones personales.
© Miguel Urda Ruiz, texto

Foto: Internet


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya era hora, Miguel de que insertases una entrada nueva.

Llevas razón pero discrepo en algo de ella. Te lo cuanto en persona con un café.

Javi

Javier Ximens dijo...

En primer lugar me alegro de que no te olvides del blog, único medio que tengo de leerte.
Respecto a lo que dices pues sí y pues no. Si bien es cierto lo que dices tu mismo estás dando la respuesta. Una cosa es la amistad y otra los negocios. Mal iríamos si los libros solo lo compraran los amigos. Y una cosa es la química de la amistad y otra la de la literatura. Y por último, en el mundo que nos toca vivir o te auto publicitas o no vendes. Es una casa que tienes que asumir al estar en las redes, la publicidad.
Sigue escribiendo, la próxima vez te doy toda la razón (jeje). Un abrazote.

Loli Pérez dijo...

Mira por donde estoy de acuerdo con nuestro amigo Ximens, no todo el mundo usa las redes sociales de igual forma, aunque es verdad que son como una telaraña dónde se puede una quedar enganchada horas y tener "amigos" que no tienes ni idea de quienes son. Bue, creo que me he ido por los montes de Málaga, pero eso sí, Miguel Urda no tardes tanto entre entrada y entrada que nos gusta leerte aunque sea con retardo.

Abrazos