3/11/2009

Nunca más

Este cuento lo escribí como regalo de cumpleaños, en el año 1995, para la ESTRELLA que mas brilla en el firmamento de mi vida.
(Gracias, verdu, por tus consejos... gramaticales)
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Despertó. Intento abrir los ojos, pero no pudo. Volvió a intentarlo de nuevo. Solo se abrieron mínimamente, pues tuvo que volver a cerrarlos ante la incomodidad que le producía la tenue luz solar. Lo primero que pudo comprobar al intentar despertarse algo más fue una pastosidad seca en la boca que le impedía articular palabra, así como tragar. De nuevo probó a abrir los ojos. Fue un intento en vano. La cabeza le pesaba. El cuerpo no respondía, nada respondía a sus órdenes cerebrales. Había sido una noche tormentosa.

Saco un pie de la cama y, al hacer el movimiento, notó que había alguien a su lado. Ni la más remota idea de quién era. Al incorporarse, los ojos se abrieron, la visión era borrosa; la luz del día le impedía ver correctamente. ¿Dónde estaba? Ni idea. Se sentó en la cama. Apoyó los codos en sus rodillas y la barbilla en sus manos. Tragó saliva pastosa. Suspiró. Sufrió un leve mareo al intentar ponerse de pie, la cabeza seguía sin querer responder. El cuerpo que estaba a su lado cambió de posición. Buscó una orientación hacia el baño, la vejiga estaba a punto de reventar y sentía la imperiosa necesidad de vaciarla. Tanteando, encontró lo que supuso que sería el baño. Se sacó su miembro, comenzó a vaciarlo; su castigado cuerpo empezó a notar un alivio, y gran del chorro cayó fuera de su recipiente. Tardó en vaciarlo. Se agachó para beber agua del grifo del lavabo. Sintió una molestia al contacto de los dientes con el frío grifo. Apenas alivió su sequedad pastosa. Necesitaba algo más contundente. De regreso a la habitación, encontró la cocina. Entró. Sus ojos se desviaron hacia la nevera, la abrió, no había nada para beber que fuese de su agrado. Solo había zumos, leche y alguna que otra verdura. La cerveza y el alcohol no tenían presencia. Volvió al cuarto. ¿Quién era el cuerpo que había en la cama?, ¿cómo había llegado allí?, ¿dónde estaba?, ¿qué había pasado la noche anterior? No recordaba nada después de salir de la discoteca. Una difusa imagen de una chica morena y... confusión, mucha confusión.

Un cigarro, necesitaba un cigarro para ponerse a pensar. Su chupa de cuero, ¿dónde estaba? Empezó a buscarla. Encontró las botas, los pantalones, unas mallas –que supuso que serían de la chica-, una camiseta de manga larga -la de manga corta la tenía puesta-. La chupa ¿dónde estaba? Siguió buscando, encontró otra camiseta; por fin, la chupa. Tanteó por los bolsillos en busca de su paquete de cigarros. Sacó uno. Ahora, el puto mechero. ¿Dónde estaba el mechero? Ah, sí, en otro bolsillo. Se sentó en el sofá. Colocó los pies en la mesa, el cigarro le dominaba. Acabó el cigarro, el primer gran placer del día. Encendió un segundo cigarro. Y un tercero. El cuerpo se agitó en la cama. Le hizo volver al presente. ¿Dónde estaba? Buscó con la mirada un signo conocido en la habitación que le indicara dónde se encontraba. Era una habitación con claridad, a pesar de tener las cortinas cerradas. El mobiliario era abundante y barato: libros, Compact Discs, un televisor, un reproductor de video, un póster de una barra de labios en la pared y mucho desorden. La cama, en total caos. Las sábanas y la chica se perdían en él. Una noche horrible. Siempre se repetía lo mismo: NUNCA MÁS volveré a beber en semejante cantidad. NUNCA MÁS volveré a tomar nada. NUNCA MÁS... pero ese NUNCA MÁS era momentáneo. Cuando llegaba la noche del viernes y sábado, todas las promesas de la mañana o tarde resacosa se habían esfumado.

Un ruido lo sacó de su ensoñación, era el timbre de la puerta. Se había quedado dormido delante del televisor esperando a que su amigo Luis viniese a recogerlo para emprender juntos lo que sería un largo y marchoso fin de semana.

«Ya voy, ya voy», gritó mientras se dirigía hacia la puerta.

Miguel


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3/04/2009

Escuche...

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Escuche un ruido en el silencio y de pronto me di cuenta que el ayer está olvidado, aunque el hoy no ha comenzado aún.

Miguel
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La respuesta...

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... La respuesta la habían ido formando mis pasos y sólo tenía que seguir andando para saber que me había dejado atrás a mi mismo, que ya no era la persona que había sido...

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2/18/2009

MORAGA DE JUVENTUD -Parte II-

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Moraga de Juventud
- 2ª Parte-
...en el grupito que íbamos a la playa, venia la chica del chiringuito –aún no sabía su nombre-. Ella me miró igual que yo la miré a ella. No intercambiamos palabra hasta que estuvimos sentados juntos delante del fuego. Aunque en un principio estuvimos sentados enfrente, al poco, ella se levantó, fue a por una bebida y, al regresar, sin preguntar si el sitio estaba libre y si podía sentarse, se sentó junto a mí. Me dijo que me conocía del chiringuito y a esto siguió un intercambio de nombres. Durante casi tres horas estuvimos juntos, y aquellas palabras fueron el comienzo de algo muy bonito. Siguió una conversación que iba desgranando el cocimiento de uno y de otro: edad, ciudad donde vivíamos, días que estaríamos de vacaciones… Las palabras salían sin esfuerzo alguno por parte de los dos y llegó un momento en el que parecíamos no pertenecer a la moraga, como sí el fuego se hubiera producido para los dos, como si no existiera más gente, como si la música procedente de la guitarra desafinada sonara para nosotros únicamente. Se me acabó mi bebida, e hice ademán de levantarme para ir a por más, pero ella me dijo que aun tenía el vaso casi lleno y que podiamos compartirlo. Cuando me acerco el vaso, roce sus dedos un instante. El momento me pareció una eternidad: el roce de unos dedos suaves y fríos a pesar de la calidez de la noche. Bebí observado por ella, le sonreí al hacer el gesto de devolverle su vaso. Volvió a repetirse el movimiento, esta vez de forma más lenta e intencionada. Sentí sus dedos sobre los míos al coger el vaso, el cual pasó rápidamente a la otra mano de ella mientras, que con la derecha, agarraba mi torpe mano para entrelazarla con la suya. Noté como su fría mano daba serenidad a mi temblor, que denotaba inexperiencia en este terreno. Parecía no existir nada ni nadie en ese momento, solo su mano agarrada a la mía. Nuestras miradas se encontraron, ella intentaba aplacar mi nerviosismo. Solo me dijo: “no digas nada”. Acerco su cabeza a la mía y posó sus labios sobre los míos. Sin tener experiencia, sin saber hay conocimientos innatos que salen a la primera lección pues mis labios se adaptaron perfectamente a los suyos. Buscaron forma, sentido; notaron calidez, vida, temor y ganas de más. Ese beso provocó un desconcierto en mí, pero no dudé en repetir la sensación. Mis labios buscaron los suyos. Los encontré sin demasiado esfuerzo a pesar de ser un hecho totalmente nuevo para mí. Encontré una sonrisa cómplice como respuesta. Le dije que ella había sido la primera chica a la que había besado. Desde ese momento, estuvimos todo el tiempo que la noche nos otorgaba juntos, agarrados de la mano e intercalando besos; unas veces yo tomaba la iniciativa y otras, ella. ¡Qué rápido se aprenden las cosas bonitas! Pero ella no podía estar toda la noche en la playa, sus padres le habían puesto hora de llegada a casa. Cuando me dijo “tengo que irme”, yo decidí acompañarla. Nos pusimos las chanclas de goma, la toalla al hombro y comenzamos a andar dejando atrás una hoguera y un grupito de gente que parecía pertenecer a la noche.
El verano es el despertar de muchos sentimientos, fui sin saber lo que es el amor y regrese con la sensación de haber despertado un sentimiento nuevo: el sentimiento del amor, de mi primer amor.
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2/15/2009

EL SECRETO DEL SILENCIO

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Para veci-pasillo, compañero de actividades culturales... muy especiales.
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EL SECRETO DEL SILENCIO
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Siempre estaba al acecho de una presa. Buscaba entre las personas que de forma paciente esperaban en el andén la llegada del metro. Había todo tipo de viandantes, hombres, mujeres, adolescentes, elegantes, informales, modernos. Y en todos ellos podía apreciarse que llevaban colocada la rutina y prisa que produce la gran ciudad. No tenía un ideal concreto de victima únicamente debía de reunir una condición. Y su mirada se perdía entre el gentío buscando. Le había llamado la atención un chico joven de unos veinte años, apróximadamente. Se acercó tímidamente, tampoco su edad le peremitía avanzar lo rápidamente que él quisiera, hasta colocarse detrás suya. Le gustaba, si reunía las características que él predeterminaba para su caza diaria. A la llegada del metro ambos entraron a la vez. El joven buscó una postura cómoda apoyado en una puerta, abrió el libro, que llevaba entre las manos y se sumergió en la lectura, a su vez el viejo profesor de literatura empezó a leer por el rabillo del ojo:

La sacerdotisa habló:
Ha quedado al descubierto tu traición Y la diosa del futuro pondrá contra ti arietes, derrumbará tus murallas y con su ingenio echara por el suelo tus torres, y tu familia durante cinco generaciones no obtendrá semilla alguna. Has traicionado a SELVAT, el dios de nuestra comunidad, has profanado el secreto de silencio, que durante generaciones ha permanecido a salvo. Para que la desdicha no llegue a nuestro pueblo deberás escuchar al Consejo de los Cinco Soles. Ellos te dirán como detener la profanación del secreto y con ello te exigirán lealtad y tendrás que superar las pruebas de los siete niveles. Cada vez que superes una prueba subirás de nivel y ahí tendrás un Dios el cual considerará si debes acceder a otra prueba. Si las superas todas, HEMURA, LA DIOSA DEL FUTURO, te concederá la gracia del poder etéreo y así podrás evitara que el cielo se transforme en fuego, que las aguas sigan siendo aguas, y que la tierra produzca cosechas.
Pero deberás tener en cuenta que los dioses no te concederán ayuda alguna. Tendrás que vencer las pruebas desnudo de armas únicamente te valdrás de tu inteligencia y tus manos.
Si tuviste valor para romper una romper una norma eterna, también lo tendrás para conseguir, de nuevo, la confianza de los dioses.
Ahora traspasa la sala de columnas que el Consejo de los Cinco Soles te espera.

El joven chico pasó la hoja del libro. Había acabado un capítulo. El metro se detuvo, parecía haber acabado de forma sincronizada el final de la lectura con la llegada a su estación. Cerró el libro y lo guardó en la mochila. Y de forma apresurada salío del vagón. “El secreto del silenció” era el titulo del libro. ¿Qué pasaría en el Consejo? ¿Consiguiera superar las pruebas? El viejo profesor no lo sabia, pero le gustaba ver como todavía había gente que disfrutaba leyendo, cómo dedicaban tiempos muertos al placer de leer. Esta caza literaria era una forma de llenar su tiempo libre, pues alegando que habia que dejar paso a la savia nueva le habian jubilado de su puesto de profesor universitario después de toda una vida dedicada a la enseñanaza de la literatura y con unos cuantos libros públicados sobre ella.
Hoy le había tocado a la fantasía, mañana su presa seria alguien que llevase un libro de poesía bajo el brazo.
M i g u e l
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2/13/2009

El Palacio de la Luna

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El Palacio de la Luna


Neófito en la escritura de Paul Auster, -dueño de una obra literaria extensa y conocida sobre todo por el boca a boca del mundo literario y el lector de a pie, en lugar de una exitosa campaña de publicidad-, llega a mis manos este libro con un poco de duda y a la vez curiosidad.

El libro comienza con uno de los hechos más relevantes de la historia universal: el aterrizaje del hombre en la luna, que marca el inicio de la trayectoria de un personaje que se nos muestra desnudo de experiencias en la vida y donde se desarrollará una concatenación de hechos que nos mostrará la complejidad y sencillez que puede ser vida de un hombre. Lo primero que llama la atención de esta obra es la calidad prosística que presenta, amena y constante lo cual se agradece ante la duda de donde proyectaremos nuestros ojos. Una ausencia de diálogos que pone de manifiesto las tablas del autor en la escritura y maneja con mucha facilidad, para salir airoso de ellos. Desarrolla con gran maestría la realidad mezclada con ficción y viceversa, provocando, a veces, un punto de descanso en el lector para incrementar su curiosidad al retomar la lectura. La casualidad, es un punto principal en la vida de M.S.F –personaje de El Palacio de la Luna- donde entran y salen personajes en su vida de forma extraña, rara, casi irreal, pero totalmente creíbles. El destino forma parte muy importante en el desarrollo de toda la obra. El protagonista se adapta a lo que este le ofrece: se adapta a Kitty; se adapta a trabajar paseando a un señor mayor; se adapta a dormir en un parque. No hay inquietudes egoístas en él, puede decirse que vive esperando el destino. Asume la vida como le llega

El autor siempre tiene en juego no más de tres personajes, de los cuales el tercero sirve como nexo al desarrollo de la acción o hechos del protagonista con el personaje del momento. En ningún momento muestra al personaje derrotado, abatido, con ganas de tirar la toalla. Muestra paradojas casi irreales pero ciertas, como un embarazo, una vida nueva, mata la vida de una pareja; la forma de devolver una suma elevada de dinero, que por casualidad -siempre casualidad- cayó en manos de un participante en la novela,…

Únicamente la maestría de Paul Auster ha hecho posible que la unión de tres historias, que de forma individual tienen su propia personalidad, presentan un planteamiento, un nudo y un desenlance, para que de forma casual formen parte de la vida de M.S.F. En ellas nos cuenta cosas sencillas, un tanto intimistas pero donde tienen un trasfondo social muy importante, pone de relieve la pobreza, lo frágil que es el amor, la soledad, la vejez…

Debo decir que me dolió, profundamente, que en la última hoja de la novela pusiese: FIN.




Miguel
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2/12/2009

Todo destino..

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Todo destino es arbitrario, toda decisión esta regida por el azar. Ya puedes ir derecho, zigzaguear, llegar lo más rápido posible, pero en el fondo no tienes ni voz ni voto en el asunto. No hay voluntad propia.
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Broolyn Follies, Paul Auster
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